Tragedia, romance y fantasía: Isabel Allende, la escritora que siempre logra dejarnos un nudo en la garganta

La chilena irrumpió en el mundo de la literatura con “La casa de los espíritus”, que lleva vendidos 51 millones de ejemplares. La ausencia de su padre, la muerte de su hija y las historias de su abuelo cambiaron su vida, y logró contar todo eso y más en novelas que siempre meten el dedo en la llaga.

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Allende cumple 81 en agosto. No para de escribir y es la Autora del Mes de Infobae Leamos.
Allende cumple 81 en agosto. No para de escribir y es la Autora del Mes de Infobae Leamos.

Isabel Allende sabe venderse. Lo que escribe, y a la par ―o incluso aún más― a sí misma. Su obra entera avanza entre la autoficción con pizcas de realismo mágico, la fantasía romántica rebelde, el deseo y la coyuntura, pura y dura. Le da resultado. Es la autora viva más leída de la lengua española y su público fiel ha comprado, a lo largo de las últimas cuatro décadas, más de 75 millones de libros suyos, que además se traducen a 42 idiomas.

Desde su debut literario con La casa de los espíritus, Allende pone el dedo lírico en la llaga sensiblera con efectividad rotunda. Atrapa, genera cercanía de quien lea y las páginas de sus novelas y libros de relatos se mojan con lágrimas. De un best-seller a otro, desde la exitosa adaptación al cine de su primera novela hasta la reciente miniserie sobre su vida, la autora chilena es de esas escritoras que preceden a su obra con su personalidad, imagen, historia. Ella está ahí, presente, como un personaje más. Y también su familia, entorno, país de nacimiento, zona del mundo.

Entre novelas y relatos, además de obras de teatro y compilaciones de sus columnas periodísticas, lleva más de 30 libros publicados. Ni el exilio en Venezuela durante el golpe militar chileno o la muerte de su hija en 1992 la detuvieron. Todo lo hace tema. Ella es la materia prima de su obra. El año pasado se estrenó Isabel, una miniserie de tres capítulos sobre la escritora, que es la adaptación de su memoria biográfica Paula, de 1994, y retrata la tensión entre su matrimonio, la maternidad y sus otras ambiciones, personales y editoriales.

La vida de Isabel Allende fue, de alguna forma, un rebote constante entre el deber ser y el impulso. Hasta que encontró el marco para ordenar el deseo: sexual, sentimental y literario, no necesariamente en ese orden. Eso se lo dio la literatura. No el hecho de hacerla, si no el de sacarla al mundo. Desde que se publicó La casa de los espíritus, que lleva vendidos más de 51 millones de ejemplares y fue traducida a más de 27 idiomas, terminó esa tirantez, que igual le sirve todavía para entramar muchas de sus historias.

La novela debut de Allende se inspira en las historias fantásticas que le contaba su abuelo. Vendió más de 50 millones de ejemplares.
La novela debut de Allende se inspira en las historias fantásticas que le contaba su abuelo. Vendió más de 50 millones de ejemplares.

Se fue de su país cuando fue el golpe militar y se instaló primero en Venezuela. Desde 1988 está en Estados Unidos. Ahí se casó por segunda vez, armó un hogar a miles de kilómetros de distancia de sus hijos ya adultos, se divorció y enviudó. Se nacionalizó en 2003 y alterna entre dos lenguajes hace décadas.”Nunca más volví a vivir en Chile. La dictadura duró 17 años, en ese tiempo tus hijos crecen en otro país. No te los vas a llevar de vuelta”, analizaría años más tarde.

Se casó por tercera vez a los 77 años, en 2019. Y pasó la pandemia de luna de miel encerrada y escribiendo Violeta, en homenaje a su madre, que también fue su mejor amiga, agente literaria, fan y compañera, que falleció a los 99, en 2020. Basada en sus correspondencias a lo largo de los viajes y la vida, la novela cuenta los desengaños amorosos y romances apasionados de una mujer entre 1920, con la gripe española, y el coronavirus. Cada hito, propio o de la Humanidad, lo procesa en su obra.

Ahora, desde el ojo del huracán del capitalismo, escribió otra de sus historias desgarradoras. El viento conoce mi nombre, que acaba de salir, aborda el tema de la migración, en la Segunda Guerra Mundial y la actualidad. A lo largo de 346 páginas cumple con lo que siempre promete, que es mantener a quien lea con un nudo en la garganta, esta vez entre las vicisitudes del amor y la marca del exilio. De bonus para sus fieles, además, hace algunos guiños a La casa de los espíritus, que el año pasado cumplió 40 años de publicada.

Las ausencias como materia prima

Sí, es chilena, en muchas de sus obras el golpe de Estado en su país es el escenario que atraviesa la historia y también es familiar de Salvador Allende. Pero no, Isabel no es hija del presidente derrocado y asesinado. Su padre era el primo, así que la escritora es la sobrina, lejana. Sí, en La casa de los espíritus hay un personaje con pelo naturalmente verde y una mujer que un día decide dejar de hablar, pero no, la autora no inventó el realismo mágico ni es la representante de ese movimiento. Con peso propio, sí es una persona muy inteligente, que sabe encontrar temas, y un modo de contarlos, en el momento preciso.

Y todo comienza, dicho en un estilo isabelallendiano, con un mapa corrido de lugar. Porque la escritora chilena viva más famosa del mundo nació en Lima, donde su padre, Tomás Allende Pesce, trabajaba como secretario de la embajada de su país en Perú. Hasta ahí lo había seguido Francisca Llona Barros, que tuvo a Isabel, su primera hija, a los 20 años, el 2 de agosto de 1942. Pronto llegaron Juan y Francisco y, más pronto aún, en 1945, el regreso a la casa familiar en Santiago. Con tres bebés, después de una separación que no estaba en los planes de la joven madre, tuvo que volver a empezar.

Allende, una vida rodeada de libros. (Ph. Lorri Barra / Educación 3.0).
Allende, una vida rodeada de libros. (Ph. Lorri Barra / Educación 3.0).

La niña Isabel creció con un padre ausente y pasó su primera infancia con su abuelo como figura admirada. Él la llevaba al campo familiar y durante el viaje le contaba historias entre trágicas y fabulosas, siempre cargadas de imaginación, sobre su vida. Entre otras, cómo conoció a su abuela, que era la hermana menor de su primer interés romántico, que murió joven. Ahí sembró la semilla de lo que sería, tres décadas después, el inicio de La casa de los espiritus.

Pero aún faltaba para eso. Antes, Isabel terminó de crecer siempre de viaje. Y eso también marcó su destino. En 1953, cuando la futura escritora best-seller tenía 11 años, su madre se casó con el diplomático Ramón Huidobro Domínguez y la familia se fue del país con él, primero a Bolivia y después al Líbano. Al terminar sus estudios, en colegios bilingües internacionales, la joven volvió a Chile. Pero sin quedarse fija en un solo lugar.

Comenzó a trabajar en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, a la vez que pasaba largas temporadas en Bruselas y Suiza. De pronto, algo la detuvo. En 1962 se casó con su primer novio, Miguel Frías. Dejó los viajes, también el trabajo. Tuvieron a su primera hija, Paula, en 1963.

Pasaban los años y el mundo comenzaba a reducirse. Isabel Allende era ama de casa. Cuando nació su segundo hijo, Nicolás, en 1967, su madre le consiguió un trabajo en la revista Paula, que venía a romper de algún modo, igual que la protagonista de esta historia, con el paradigma de lo femenino condenado a la crianza y las tareas domésticas.

Escribió artículos sobre el deseo de la mujer, su sexualidad y una columna paródica-crítica a partir de lo que vivía, esa opresión marital entramada con la aparente libertad, siempre y cuando estuviera la cena lista y el hogar pulcro.

Fue un éxito local. El proyecto, y ella misma. Hubo programas de televisión, colaboraciones para revistas infantiles y hasta un inicio en la literatura con la publicación de cuentos para niños. También puso un pie en la dramaturgia y en 1971 se estrenó su obra El embajador, y en 1973, otras tres: La balada del medio pelo, Yo soy la Tránsito Soto y Los siete espejos. Pero entonces llegó el golpe militar, cerró la revista Paula y, según contó ficcionalmente la autora en varias de sus obras, después de amenazas por haber ayudado a perseguidos políticos a salir del país, tuvo que irse a Venezuela.

"El viento conoce mi nombre", el último libro de la autora chilena.
"El viento conoce mi nombre", el último libro de la autora chilena.

En Caracas no era conocida como en Santiago. Así que otra vez se fue quedando encerrada entre las tareas domésticas, la crianza, la vida cotidiana que se le hacía opaca. Entonces se enamoró de un músico argentino. Isabel dejó atrás su matrimonio, puso un océano de por medio con sus hijos y se fue con su nuevo amor a probar suerte a España. Europa ya no era el mundo en el que había vivido en la adolescencia y volvió a la vida familiar y con su marido. Pasaron los años, en donde trabajó mayormente como profesora en una escuela secundaria.

Cuando murió su abuelo quiso escribirle una carta. Empezó a mano, pero la desbordaban las palabras. De pronto, ya eran recuerdos compartidos. Revisó fotos, cuadernos y ese texto pasó a ser sobre las cosas que el padre de su madre le había contado en la infancia. De pronto descubrió que la historia iba más allá de sí misma, entonces fue sacando de su corazón y máquina de escribir su primera novela, La casa de los espíritus.

“Venezuela me dio lo que yo no tenía, lo que no habría podido tener en Chile nunca, que fue una manera sensual de ver el mundo. Y eso, una vez que lo incorporé, me sirvió para la vida, para la literatura. Yo no habría podido escribir La casa de los espíritus si me hubiera quedado. Ese libro, es cierto, responde a la nostalgia por Chile, pero tiene todo el color y el sabor de haber vivido en Venezuela”, analizó una vez en una de las incontables entrevistas que brinda siempre, en su estilo generoso y cálido.

Con la salida al mundo de la novela, que la convirtió instantáneamente en una celebridad latinoamericana que fue escalando hasta hacerse mundial, Isabel volvió a viajar. En la versión oficial, dice que eso fue lo que hizo fracasar a su primer matrimonio. De amor y de sombra, su segunda publicación, en 1984, también aborda el tema de la dictadura y fue otro gran éxito. Se divorció en 1987, después de 25 años de casada. Y se fue a desplegar sus alas. En una seguidilla de eventos trascendentes, en 1987 llegó la novela Eva Luna, en 1988 se casó con el estadounidense Willie Gordon, se instaló en San Francisco y un año después publicó el libro de relatos Cuentos de Eva Luna.

Capitalizar la tragedia

La quinta novela de Isabel Allende, El plan infinito, está basada en la historia de su entonces flamante esposo. El protagonista se llama Gregory Reeves y es un hombre un blanco criado en el barrio latino de Los Ángeles. Se publicó en 1991. En diciembre, durante la presentación del libro, la autora se enteró de que su hija, de 28 años, estaba internada en un hospital en Madrid, donde vivía con su marido.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, entrega la Medalla Presidencial de la Libertad a la escritora chilena Isabel Allende. REUTERS/Larry Downing
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, entrega la Medalla Presidencial de la Libertad a la escritora chilena Isabel Allende. REUTERS/Larry Downing

Paula, que se publicó en 1994, comienza como una carta a su hija, que estuvo en coma durante un año hasta su muerte. El libro, autobiográfico, intercala presente ―con el desahogo ante la tragedia―y pasado. Es la historia de la autora: su infancia, el comienzo de la maternidad, de los éxitos editoriales, las dudas, las aventuras, los romances; una versión propia de la vida compartida. Y también es casi una novela de suspenso, que narra a una mujer de 28 años que acaba de casarse y sufre de una extraña enfermedad hereditaria, porfiria, y la de una madre que tiene que aceptar ese final.

Fue un éxito internacional. Lo impulsó la adaptación al cine de La casa de los espíritus, que se había estrenado a fines de 1993. La película, protagonizada por Meryl Streep, Jeremy Irons, Glenn Close, Winona Ryder y Antonio Banderas, es un clásico moderno al que su público fiel le perdona errores como que nieve en Navidad en Chile o que la versión de pantalla grande se saltee una generación de la saga escrita en la novela original.

Desde entonces siempre hubo más libros, casi uno por año. Y más aventuras, impredecibles, siempre contadas luego con oficio y gracia. También más tragedias. Y entonces más textos. Y series. Y proyectos. Y esa mezcla, híbrida, de vida y obra que avanza con potencia. El 2 de agosto Isabel Allende cumple 81 años y no para, sigue, sigue.

Quién es Isabel Allende

♦Nació en Perú en 1942.

♦Inició su carrera literaria en el periodismo, en Chile y en Venezuela. En 1982 su primera novela, La casa de los espíritus, se convirtió en uno de los títulos míticos de la literatura latinoamericana.

♦ Su obra ha sido traducida a más de cuarenta idiomas y ha vendido más de setenta millones de ejemplares. Ha recibido más de sesenta premios internacionales, entre ellos el Premio Nacional de Literatura de Chile en 2010, el Premio Hans Christian Andersen en Dinamarca, en 2012, por su trilogía Memorias del Águila y del Jaguar y la Medalla de la Libertad en los Estados Unidos, la más alta distinción civil, en 2014.

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