Tras una década en la casa palacio de la Calle Postigo de San Martín 8, en Madrid, la librería La Central de Callao se mudará de espacio. Así lo anunciaron en un comunicado recientemente, un mes después de que la edificación isabelina de 1.221 metros cuadrados y seis plantas fuera subastada por 11,35 millones de euros. Los antiguos propietarios tomaron la decisión en junio pasado, ante una sentencia judicial por deudas reclamadas de parte de la Caja Rural de Aragón. Así pues, Inmuebles Postigo y Marblestar ha tenido que decirle a la librería: “No va más”.
La mudanza definitiva se hará efectiva en los primeros meses del próximo año. Se presume que será entre enero y abril. La librería irá a parar a un espacio más pequeño, aunque dotado de encanto, en la Calle Postigo de San Martín 9, sitio en el que hasta hace poco se encontraba una perfumería.
“Será un espacio más reducido, pero en el que, como en las pastillas de caldo, concentraremos todo el sabor: los libros, el ambiente, el estilo y, sobre todo, la simpatía y la profesionalidad de nuestro equipo de libreras y libreros”, dice el comunicado.
Si bien el nuevo local dispondrá de menos de 300 metros cuadrados, el equipo de La Central está convencido de que podrán darle ese toque suyo y hacerlo crecer, quizá no tanto en área, pero sí en perspectiva.
Orgullo dicen sentir por haber contribuido a que la ciudad recuperar un edificio tan singular como el del palacio. “Una librería debe siempre aspirar a impregnarse del lugar que ocupa y conseguir que el público lo sienta suyo y disfrute mientras lo recorre”, añaden.
Hace poco estuve ahí y solo puedo pensar en la fortuna que tuve. La Central de Callao, en esta ubicación, era punto obligado de todo turista que arribara a Madrid en busca de librerías. Sus seis plantas, el restaurante-café, la sección de recomendados, la sala de poesía, las notitas de los visitantes en la entrada. Todo era mágico en este lugar. La gente, sus libreros, los lectores curiosos.
Si bien no es el anuncio de un cierre definitivo, la comunicación de la librería está impregnada de cierta nostalgia que hace que uno se sienta triste. Estarán tan solo unos metros más allá, pero no será lo mismo. La Central de Callao seguirá conservando su magia, sin embargo, en lo que a mí respecta, su mejor hechizo se ha agotado.
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