Cerró la Feria de Editores: récord histórico de público y ventas por debajo del furor post-pandemia

La visitaron 18.000 personas en tres días. Los lectores se acercaron masivamente para confirmar que la FED ya está consagrada en el calendario cultural de Buenos Aires.

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Domingo, último y más concurrido día de la Feria de Editores.
Domingo, último y más concurrido día de la Feria de Editores.

La fila ya daba vuelta a la esquina a una hora de la apertura de la última jornada de la Feria de Editores. Después del éxito del viernes y sábado, en los que hasta hubo quienes quedaron afuera, este domingo el público fue preparado. A las puertas del C Complejo Art Media, donde durante tres días se llevó a cabo la 11ª edición de la FED, la fila sobre la avenida Corrientes frente al Parque Los Andes estuvo compuesta, en gran parte, por personas que, solas o esperando a alguien, leían.

Ese tipo de gente que se lleva un libro hasta para salir a comprar libros fue el que nutrió los tres días de este encuentro entre lectores y editoriales independientes: en total 18.000 personas visitaron la feria. Nunca había sido tan masiva, aunque el año pasado ya había convocado a 16.300 personas, en su camino por pisar cada vez más fuerte en el mundo editorial y en el calendario cultural de Buenos Aires.

En esta ocasión, acudieron 3.600 personas el viernes, 6.300 el sábado y 8.100 el domingo. Esta vez, a diferencia del año pasado, la actividad se hizo en un lugar cerrado pero, como afirmaron algunos editores, “cualquier lugar va a quedar chico” si la FED continúa superándose año a año, como acaba de confirmarse según las cifras que difundió la organización. Aunque las ventas acompañaron, algunos editores comentaron que la edición de 2021, tras un año y medio de pandemia, generó un furor difícil de superar, más si se tiene en cuenta la cercanía con la Feria del Libro, que este año también rompió su récord de asistencia.

Destacan el intercambio sin intermediarios entre editores y lectores como forma de transitar la crisis.
Destacan el intercambio sin intermediarios entre editores y lectores como forma de transitar la crisis.

Este domingo, antes siquiera de entrar al predio, los más atentos de la fila notaron que, a las puertas de la FED, se había armado otra micro-feria alternativa de libros, con preciosas copias artesanales y pirateadas de escritores como Vicente Luy o Pedro Lemebel a precios mucho más módicos de lo que podría encontrarse dentro. Lemebel sin duda hubiera aprobado.

Abiertas ya las puertas, el público fue llenando de a tandas los estrechos pasillos de la FED, “calles” con nombres de escritores argentinos como Hebe Uhart, Juan José Saer, Sara Gallardo o Tamara Kamenszain. El recorrido, aunque mucho menos laberíntico que el de la Feria del Libro, sí necesitaba paciencia. Cada quien se tomaba su tiempo para chusmear y toquetear, tomar los libros más vistosos y hojearlos, preguntar sus precios y sus tramas y, por último, pagar con el que hoy parece el medio más usual y, sin embargo, el que más tiempo demora: el celular. Pero, por suerte, nadie parecía tener mucho apuro.

“¿De qué te quejas? Andá a Yenny si no te gusta, amiga”, le gritó entre risas una chica a otra que había quedado a merced de una muchedumbre generada, claro, por alguien que se paró a leer en medio del pasillo. Como había podido anticiparse en la fila, adentro también estaba repleto de personas que leen: en la escalera, en las esquinas, en la fila para el baño y en cualquier hueco medianamente ajeno al constante tráfico, que a medida que avanzaba la tarde sucumbía, como afuera, a la hora pico.

“No importa cuánto crezca el predio, la sensación es que la feria siempre podría ser más grande porque convoca una cantidad de gente muy loca”, dijo Carmela Pérez Morales, de la librería y editorial Notanpuan. Junto a su hermana melliza Milagros, hoy llevan adelante la librería que su padre abrió, aunque con otro nombre, en 1983.

Aunque con menos concurrencia de familias que la Feria del Libro, la FED contó con un espacio dedicado a las infancias.
Aunque con menos concurrencia de familias que la Feria del Libro, la FED contó con un espacio dedicado a las infancias.

Fernando Pérez Morales, el hombre en cuestión, agregó: “Cualquier lugar siempre le va a quedar chico. Y a la velocidad que está creciendo, errores van a haber siempre. Pero acá hay algo que fluye. Esta es la verdadera feria del libro, la otra no existe. Acá hay otra interacción. Los editores están en la mesa, contentos de recomendar. El que viene a la FED viene a comprar, y en general el que va a la Feria del Libro, va a pasear”.

Francisco Garamona, escritor y editor de Mansalva, comentó sobre la diferencia entre la FED y la Feria del Libro: “Acá está todo condensado en tres días en los que pasan muchas cosas. Son todas editoriales que te gustan, que están más o menos en una atmósfera similar. La Feria del Libro es algo más comercial, pasa por otro lado la cosa. En cambio, acá está pensado desde la edición al público directo, sin intermediarios. Es muy bueno poder tratar con la gente, escuchar a lectores y lectoras, un intercambio muy beneficioso para todos”.

En los primeros dos días de esta última edición, casi 10 mil personas visitaron la FED, mil más si se compara con el mismo período de la edición anterior, según afirmó Víctor Malumián, editor de Godot y uno de los organizadores de la feria. De todos modos, según destacaron varios editores, si van a hacerse comparaciones con la FED 2021 deben hacerse algunas salvedades.

Por un lado, la edición del año pasado fue al aire libre en el Parque de la Estación, donde entra más gente y la circulación es más fácil. Pero esto se debió principalmente a que fue la primera edición de la FED que se hacía después de un año y medio de una pandemia que había paralizado todos los eventos masivos. Aunque este año cada día se llenó más que el anterior y las ventas acompañaron, ese furor era difícil de igualar, según sostuvieron editores de Mansalva, Puntos Suspensivos, Notanpuan y Blatt & Ríos, entre otros.

"Cualquier lugar siempre le va a quedar chico", dijo Fernando Pérez Morales, editor y librero de Notanpuan.
"Cualquier lugar siempre le va a quedar chico", dijo Fernando Pérez Morales, editor y librero de Notanpuan.

Jacqueline Golbert, de la editorial Socios Fundadores, comentó que aunque “las ventas no fueron tan buenas como las de la edición anterior”, todavía faltaba toda la jornada de cierre que, todos saben, suele resultar la mejor. “Hoy en una hora ya vendimos el doble que ayer en todo el día”, afirmó.

Una de las novedades de esta edición fue la inclusión de editoriales de otros países, como Chile, Brasil, Uruguay y Colombia, casi todas agrupadas en una misma calle. Ricardo, de Libros Tadeys, vino de Chile para participar de la FED por primera vez: “Allá no hay ferias así, mucho menos de editoriales independientes. No se genera esto. Aunque sea difícil recuperar la inversión inicial que se necesita para venir, nos viene muy bien poder sacar los libros de Chile y que encuentren nuevos lectores”.

Es una paradoja que, después de dos años de pandemia, varias crisis del papel, inflación descontrolada y una industria editorial en estado constante de ahogamiento, el libro parezca estar en su mejor momento. Con su variedad y calidad, que cada vez conquistan una mayor cantidad tanto de lectores como de premios, las editoriales independientes argentinas, potenciadas por las de los países de la región, no tienen nada que envidiarle a los grandes grupos editoriales que manejan el mercado.

A la salida de la FED y tras tres repletas jornadas en las que el libro independiente fue protagonista, una mujer octogenaria que recorrió todos los pasillos con su bastón a paso lento pero sin exasperar a un solo asistente, le dijo a una amiga: “En la Argentina puede faltar plata, pero lectores no”.

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