Arranca la Feria de Editores: instrucciones para encontrar joyas de la literatura infantil

Desde este viernes y hasta el domingo, una nueva edición del evento cultural que concentra a las editoriales independientes. Con entrada gratuita y para todos los gustos.

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Si en 2021 la Feria de Editores FED fue la ocasión para muchos reencuentros, este año la esperamos como se esperan los días festivos, porque cada FED es la oportunidad de hallar títulos y autores que el resto del año se mueven por circuitos más angostos, así que a no dejarla pasar. Para las lectoras y lectores en formación esta FED, que se realizará entre este viernes y el domingo con entrada gratuita, trae una vastísima oferta. Aquí apuntamos sólo algunos títulos, para que pasen y vean por los distintos stands.

Para los más chiquitos

Un niño y un caballito de goma, un niño que quiere crecer para tener un caballo al que montar, un caballo de goma que teme que si crece deberá tirar de un carro y trabajar. El caballito, de Gianni Rodari con ilustraciones de Andrea Antinori es una de las novedades de Niño editor (stand 331) en una colección para la primera infancia creada a partir de canciones de Rodari. No ha habido ni habrá otro Gianni Rodari. Todo lo que hoy nos resulta innovador, disparatado, lúdico y genial seguro que tiene algo de lo que Rodari nos enseñó. Confíen en que cada vez que se encuentren con uno de sus libros, encontrarán un espacio de juego, de fantasía y de honesto respeto y admiración por las lectoras y lectores niños.

La colección Ciudades, de Lecturita ediciones (stand 341), tiene dos títulos escritos en versos y con rima por Melina Pogorelsky. Gigante y chiquita está ilustrado por Pati Aguilera y Helada y ardiente por Joceline Pérez Gallardo. Con textos breves pero frescos, los libros invitan a poner el ojo en las diferencias y semejanzas entre ciudades, con dobles páginas repletas de ventanas iluminadas, o enormes jardines de altos árboles; con techos nevados y vista a las montañas o palmeras y arena en los pies. Atiborradas de detalles, microescenas y personajes en distintas acciones, las páginas son verdaderas vistas de los conglomerados urbanos por los que salir a pasear.

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En líneas simples y colores planos ¡Patata!, del portugués Bernardo P. Carvalho pone a conversar al viento, el sol, el mar, la nube, la selva, el volcán y el iceberg en un día cualquiera que termina por no serlo porque el volcán siente náuseas y está algo acalorado. Si el mar se agita, el iceberg responde con frialdad, mientras el sol discute con la nube que siempre se le viene encima. Y así las cosas entre ellos, hasta que pasa un barco y alguien decide tomar una instantánea del paisaje, entonces todos se agrupan en armonía al grito de “¡Patata!”. Un libro ocurrente y divertido publicado por la editorial Barrett, de Sevilla (stand 97).

Para jugar, también, y contar con todo el cuerpo Tengo un librito, de Luciana de Luca y Marina Haller, editado por Periplo (stand 333), invita a los más chiquitos a usar el libro como un objeto, como un paraguas con el que protegerse de la lluvia, una sombrilla que pare el sol, un huequito por el que espiar o una puerta de entrada y de salida, ¿por qué no? Porque un libro puede ser muchas cosas, puede ser tantas cosas como quieran los lectores y qué bonito descubrirlo pronto en la vida.

Para lectores que empiezan a andar solos

La escena es más o menos así: hay un grupo de chicas y chicos que leen en silencio, tirados en mantas de colores y entre unos cubos que ofrecen libros. Natalia Méndez entra, se sienta en una silla y se queda atenta a ese silencio cargado. Los chicos no levantan la cabeza hasta que ella saca de su bolsa una pequeña cajita como de fósforos. La abre y de ese espacio minúsculo saca no uno sino 4 minifanzines artesanales con microcuentos silenciosos. Para entonces todas las chicas y los chicos la rodean y ponen palabras allí entre las manos de Natalia que pasa las delicadas páginas. Ahora son historias compartidas que se cuentan a viva voz entre todos. Hay tres series, tres cajitas de minifanzines, creados por Natalia Méndez y se viene una cuarta. Las encuentran en Dábale arroz (stand 303) donde puede que hasta los atienda la mismísima Natalia.

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En cada página un personaje, en cada personaje un interrogante y a cada interrogante una ocurrencia. De eso va el Breviario, de Silvina Rocha ilustrado por Max Cachimba que acaba de publicar Libros silvestres, de Rosario (stand 90). Hay que entrarle con cinismo para poder disfrutarlo. Y ya que pasan por Libros Silvestres dénse un tiempo para espiar la colección Una cosa maravillosa que son libros pop up totalmente artesanales, con mecanismos desplegables y lengüetas que se montan a mano página a página. La ingeniera de papel y editora es Caro Musa, ella les contará.

Con unas pocas palabras y una confianza plena en lo que complete cada lector, Emilia Casiva compone en Los niños del polo una prosa poética con escenas cotidianas de la vida de una niña nacida y criada al sur del sur, que cada verano visita a su familia en el norte. Hija de migrantes, experimenta su entorno diario con extrañamiento pero también se siente a distancia de la geografía de su familia: las mesetas, las matas y el viento, en el sur; la siesta caliente, el patio del fondo, las torrejas y la sed en el norte. La historia, del sello Los ríos, de Córdoba (stand 194), ilustrado por Julieta Cuervo, está cargada de atmósferas.

Mucho de olor a río y ruido de agua hay en Nadar perrito, escrito por Florencia Gattari e ilustrado por Marina Zanollo. Una prosa singular con un narrador perro. Un perro que vive en una de las islas del Tigre y que quiere una casa donde acurrucarse calentito, pero más que nada quiere a Cora. Cora, por su parte, quiere que ese perro sea su perro, aunque su mamá diga que todos los perros de la isla son los perros de todos los habitantes de la isla. En un equilibrio preciso entre ternura e ironía, Gattari consigue que las palabras se sientan un poco como abrazos. La novela es una novedad de Ralentí (stand 46).

En suelo sudamericano, pero hace 12.000 años, sucede el cuento del pequeño Quma y el viento, que como sus mayores desea verse convertido en un implacable cazador. Por eso no duda en montarse al caparazón de un gliptodonte, desde donde descubre la magafauna pampeana. Hasta ahí una historia de aventuras, claro, pero en el marco del Pleistoceno. Ahora, lo que hace a Quma una historia tan atípica es que la narrativa visual está hecha a partir de muñecos de resina y cartón, en escenarios realizados también con esos materiales. El libro, publicado por Pequeño editor (stand 323), forma parte de un proyecto más ambicioso de un colectivo de artistas que ha desarrollado, también, un corto de animación. Puede verse en www.qumaylasbestias.ar.

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Para lectores avezados e inquietos

¿Qué hay de nuevo en la ciudad?, de Didier Cornille, editado por Arte a babor (stand 351) es un recorrido por los mejores y más innovadores desarrollos urbanos del mundo, pero es mucho más que eso, es una usina de interrogantes en torno a cómo podrían ser las ciudades, de qué manera mejorar en ellas la calidad de vida de sus habitantes, la circulación, el trabajo y la vida comunitaria. De qué manera preservar espacios verdes, generar huertas de cultivo colaborativo, recuperar cursos de agua, bosques nativos, procesos de compostaje urbanos que en tanto preservan el medio ambiente también fortalecen los lazos sociales. ¿Qué hay de nuevo en la ciudad? es uno de esos libros que deslumbran, y que empujan a buscar más, a saber más y a hacer algo con lo que se sabe.

De la ciudad al campo, de paseo y con los bolsillos llenos de preguntas, lleva a las lectoras y lectores Biología hasta en la sopa, de Cecilia Prinzio y Valeria Edelsztein, con ilustraciones de Pablo Picyk, novedad de Iamiqué (stand 165). Organizado como un recorrido, un encuentro y una larga conversación de un chico y una chica que pasan un día de campo con dos especialistas, el libro es una sucesión de preguntas que tienen respuestas científicas en un lenguaje accesible pero preciso. Con anexos y apuntes que provocan a seguir pensando. ¿Se puede crecer para siempre? ¿Por qué nos morimos? ¿Dónde están las instrucciones para construir un ser vivo? ¿Los zombis están vivos o muertos? ¿Puede haber vida en otros planetas? Y la búsqueda se renueva y vuelve a empezar.

Con espíritu filosófico y mucho de poesía ¡El gran Deleuze! para pequeñas máquinas pensantes, de Matías Moscardi con ilustraciones de Aruki, es un verdadero instrumento de incitación a la proeza. La proeza de develar los secretos de un pensamiento que, como ningún otro, dice el narrador, se dedicó a crear una poderosa magia filosófica para pequeñas máquinas pensantes. Ocurrencias estrambóticas, dislates, despropósitos, pavadas y desatinos, desde Peter Pan hasta Dragon Ball, sin esquivar a Harry Potter, el narrador apela a todas la artes para favorecer el acceso de sus lectoras y lectores en el universo deleuziano. El resultado es un fruto tan extraño como delicioso. Lo encuentran en Beatriz Viterbo (stand 293).

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Pedro el desgreñado o Pedro melenas, tal y como se ha traducido en distintas versiones al español, del médico alemán Herinrich Hoffmann, nació como un ardid para apaciguar a los pacientes que batallaban contra las cucharas, los brebajes e inyecciones con que el médico intentaba calmar los síntomas de sus enfermedades. Der Struwwelpeter es irreverente y profundamente incorrecto. Eso lo hace irremplazable. Se publicó por primera vez en 1845 y se popularizó muy rápido. Su autor juega entre rimas de advertencia e ilustraciones descarnadas y da lugar a uno de los primeros libros ilustrados de culto, que Barba de abejas (stand 267) publicó con traducción de Mark Twain y Eric Schierloh.

Puede que usted dude de que Me acuerdo, de Martín Kohan, sea un libro para darle a leer a chicas y chicos que están creciendo. Confíe en que sí. Es un libro que tiene esa extraña condición de tocar la cuerda de la nostalgia, pero también activar la mirada. Es un libro sobre crecer, escrito con lápiz de mina blanda, en tiempos donde todo está por modelarse, donde la mirada se cierra sobre esos pequeños detalles que dan cuenta de toda una cosmovisión, un imaginario, una idiosincrasia. Y si eso no bastara, además recupera un mecanismo narrativo que George Perec toma de Joe Brainard, y Kohan trae a su modo, para evocar sus recuerdos de infancia en frases brevísimas plenas de imágenes. Ganó el Premio de Crítica en la Feria del Libro 2022 y va por su tercera edición bajo el sello Godot (stand 295).

Para leer en compañía

Es cierto que Todo lo que pasó antes de que llegaras, de Yael Frankel, es uno de esos álbums con muchas capas de lectura, que en tanto le cuenta algunas cosas a los pequeños lectores, les sopla otras al oído de los lectores adultos, pero también capta con delicada obsesión la voz de un niño ansioso que espera a su hermano y que tiene tanto para contarle, tantas noticias que darle del mundo, que la información se desordena, se atropella, y hay líneas que se descuelgan como las hojas de los árboles cuando amarillea el otoño. Y el ejercicio de encontrar esa voz, con esas aceleraciones y misterios, con pausas y bache intempestivos, es tan poco frecuente que da muchas razones para celebrar este libro que es un estreno total de editorial Limonero (stand 326).

El borde del agua, de Ángeles Durini con ilustraciones de Sabiana Álvarez Schürmann es de esos libros que se leen de a poco, tomando aire entre verso y verso, porque en cada uno cabe un cosmos. Podría decirse de El borde del agua que es un poema largo, una historia en verso, pero también que puede leerse como un guión cinematográfico, como bien dicen sus editores. Durini planta a sus personajes en una escena completa con solo dos o tres palabras. Hay sonidos, texturas, colores, hay un murmullo de fondo, el fulgor del agua, el chasquido de los pasos en un puente, la bruma y el perfume de las despedidas. Hay una niña y una madre, hay un barco y un mar, hay un ahora y un para siempre. Están los que parten y los que ven a otros partir, hay una frontera, un borde, que es el agua. La belleza de la síntesis y la economía de lenguaje que consigue Durini es acompañada con elegancia y expresividad en las ilustraciones de Álvarez Schürman. Una delicia que publicó editorial Maravilla (stand 10).

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Porque es una niña que mira a su abuelo mirar, es una invitación a la lectura compartida, porque es un libro de Liliana Bodoc a la que se extraña siempre, pero menos cuando se la lee. Porque de extrañar también se trata un poco el poema es que invitamos a leerlo. Pez menta (Stand 122), que es un sello mendocino, publicó en 2021 Formas de ver, un poema de Bodoc que había permanecido inédito, y lo acompañó con las ilustraciones de Nadia Romero Marchesi, que le aportan capas y capas de emociones, detalles y huellas, con una paleta bien nostálgica.

Y porque la poesía suena y es más poesía si se lee en voz alta, vamos por último con una novedad de Mágicas naranjas (stand 329) de la mano de la poeta Vanna Andreini, para revolver los juncos y sacudirse el pelo con Perro y garza. Un atado de poemas, detalles de una mirada que se detiene en la exploración de un mundo chiquito con resonancias antiguas: la tierra, el agua, dos especies, un diálogo posible. Las ilustraciones, como piezas preciosas de un antiguo almanaque de pared, son de María Elina Méndez.

Todo eso (y tanto más) puede conseguirse en la Feria de Editores. ¿Por qué dejar pasar la oportunidad?

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