Dura réplica de un directivo de la Feria del Libro a Guillermo Saccomano: “Antes nadie pidió cobrar por el discurso inaugural: ¿estaban todos equivocados?”

Hugo Levín presidió la Fundación El Libro en 2001 y hoy es Consejero Honorario. Aquí repasa los incidentes de la apertura, cuenta cómo funciona la Feria y dice que abrirla es un privilegio.

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Guillermo Saccomanno en la apertura de la Feria del Libro 2022. (Foto Augusto Fornaciari)

Quien quiera enterarse, que se entere. Quien quiera leerlo, que lo lea. Acerca de la Feria del Libro, su inauguración, La Rural y otras yerbas.

La Fundación El Libro (FEL) es la institución que organiza la Feria internacional del Libro de Buenos Aires (FIL). La conduce un consejo directivo compuesto por 14 personas que representan a las instituciones fundadoras. Estas son: SADE por los autores, FAIGA por el sector gráfico, FALPA por los libreros y 4 cámaras en representación de los editores y distribuidores. CAL, CAP y SEL. La cuarta se fusionó con la CAL por lo cual ésta institución cuenta con 4 representantes en lugar de 2. Su estatuto, que rige desde el año 2003, es absolutamente democrático. Por ejemplo, los cargos directivos no pueden ser ejercidos por más de 4 años (2 períodos). Las decisiones se toman por mayoría luego de arduos debates. Como es natural en dicho consejo directivo existen disensos y opiniones encontradas. En las cámaras representadas, también existen corrientes ideológicas diversas y, por supuesto, intereses muchas veces contrapuestos. Es decir, en la Fundación El Libro se encuentran representadas las corrientes mayoritarias de todas las instituciones con intereses en la industria del libro.

La FEL, institución sin fines de lucro, no cuenta con subsidio estatal alguno. A diferencia de otras ferias de importancia en el mundo, creo que es la única que funciona sólo con lo recaudado por el pago de los stands de los expositores. Con ese dinero, la FEL organiza un evento de la magnitud de la Feria de Buenos Aires, pero además organiza la Feria Infantil, la Feria de Rosario, ferias en colaboración con diversas intendencias, y en los últimos años la FEL organiza en colaboración con el Gobierno de CABA, la FELBA.

El presupuesto anual de la FEL contempla una planta de colaboradores altamente calificados para estas tareas, la mayoría de ellos con muchísimos años de experiencia y antigüedad. Por lo general este presupuesto se cumple y muy rara vez quedan al finalizar un ejercicio utilidades. Hay que pensar que dentro de los objetivos esta también promocionar la actividad librera, vital para el funcionamiento de la industria, lo cual se realiza por medio de los cheques libros, que se entregan a todos los que adquieren entradas y a las bibliotecas populares. También se abonan estadías y pasajes de los autores, profesionales y libreros del exterior e interior invitados.

La cinta. La inauguración de la Feria del Libro 2022. (Foto Luciano Gonzalez)

Algún “investigador” descubrirá que la FEL cuenta con algunos ahorros en sus cuentas, hay que decir que estos ahorros no son provenientes de utilidades ni ganancias en la organización de ninguna feria local. Son dineros ganados por la FEL por eventos realizados hace muchos años, cuidados por las sucesivas administraciones y que sirven de respaldo para todas las actividades y posibles pasivos que se presenten, fondos que están absolutamente declarados y blanqueados.

Si la FIL no existiera, habría que inventarla ya. Es una muestra impresionante de la llamada industria cultural del libro. En esta industria trabajan miles de personas, impresores, encuadernadores, diagramadores, dibujantes, ilustradores, correctores, traductores, editores, libreros y todos sus empleados, forman un colectivo de miles de trabajadores, para dar vida a lo que escriben cientos de investigadores, creadores, intelectuales y escritores en general. Este conjunto de personas necesitan del último eslabón de esta cadena, EL LECTOR y para llegar a él hace falta promocionar y dar a conocer la tarea de todos los anteriores colaboradores. Esto no es chiste, sin lectores no hay industria y sin industria no hay trabajo, ni creación publicada.

El predio de la Rural es hoy por hoy el sitio más adecuado para una muestra de tal magnitud por su ubicación y sus magníficas instalaciones. Es cierto que los nombres de sus pabellones remiten a nombres que no concuerdan con el objeto cultural de la muestra, pero es mucho más importante ver en esos pabellones los nombres de Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Alejandra Pizarnik, Adolfo Bioy Casares, Leopoldo Lugones, Julio Cortázar, Alfonsina Storni, etc, grandes de nuestra cultura literaria y que figuran en forma destacada en toda la promoción y publicidad del evento. Una pequeña placa no puede reemplazar en la consideración el homenaje a muchos de los grandes de la cultura argentina.

Yo fui presidente de la FEL en el año 2001. Hasta esa fecha nunca un escritor había inaugurado la FIL. Ese acto como recordaran muchos, consistía en los discursos de los directivos y los representantes gubernamentales, luego una larga bendición por parte de un sacerdote y también algunas marchas militares.

A partir de ese año y contra todos los protocolos, el último orador es un escritor. El espíritu era que se designara a un escritor argentino destacado y que la FEL con esa designación lo consagrara definitivamente. En estas enumeración me olvidaré de muchos nombres, pero lo haré igual. Tuvieron esa distinción en estos años literatos como Juan José Saer, Héctor Tizón, Abelardo Castillo, Ricardo Piglia, Tomas Eloy Martínez, Vicente Batista, Claudia Piñeiro entre otros, y claro nos faltaron por diversas causas, Ernesto Sabato, Félix Luna y otros difuntos. Autores teatrales como Tito Cossa y Griselda Gambaro, y faltaron notables como Carlos Gorostiza. Humoristas como Quino y Fontanarrosa y con varios más nos quedamos con las ganas.

Otros ausentes notables que debieron haber abierto la feria son entre otros María Elena Walsh, Juan Gelman, Horacio Gonzalez y un montón más. Están en lista de espera para que podamos disfrutar de ellos, entre un montón Liliana Heker, Santiago Kovadloff, Silvia Iparraguirre, Mauricio Kartún, Ricardo Halac, Juan Jose Sebreli, Beatriz Sarlo, entre tantos otros y la FEL está en deuda, sin duda, con la poesía y nuestros magníficos poetas. A ninguno de los que abrieron la feria, se les ofreció jamás remuneración por ese privilegio y tampoco nadie lo solicitó. ¿Habrán estado equivocadas mentes tan sabias e intelectualmente superiores que entendieron que no era un trabajo? Creo que no, nunca se les pidió ni un tema especial ni se les exigió que su discurso durara un tiempo determinado. Entendieron el espíritu de la convocatoria y lo aceptaron agradecidos.

Ojala esta reflexión y la información que vuelco en ella sean de utilidad para quienes se interesen en juzgar, aplaudir o silbar discursos fáciles. Estoy a disposición de quien quiera discutir sobre estos temas, sobre todo, personas involucradas en la industria que va del autor al lector.

Autocrítica: fui el de la idea del video homenaje a los intelectuales fallecidos en estos tres años. Una de las objeciones era que, seguramente, nos íbamos a olvidar de algunos, y claro, es increíble que me olvidara de Marcos Mayer. Trabajé y aprendí mucho con él, tuve una excelente relación personal y profesional y sentí muchísimo su fallecimiento y me olvidé de mencionar su nombre. Ese video se resolvió en 10 días y es la única excusa que tengo. Disculpas infinitas a su familia y a sus amigos.

* En la actualidad, Hugo Levín es Consejero Honorario de la Fundación El Libro.

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