Aníbal Pachano: "Gracias a mi enfermedad aprendí a quererme más y a ser mejor persona"

De vacaciones “por primera vez en diez años”, el artista y coreógrafo hizo un viaje relámpago a Villa Carlos Paz, donde recibió una distinción a los Grandes del Teatro. A un año y dos meses de que le diagnosticaran un cáncer de pulmón con metástasis en el cerebro, cuenta cómo transita la recuperación, su acercamiento a la fe y su nueva percepción de la vida.

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Aníbal, en la pileta del hotel Eleton. “Por mi salud, tenía que parar”.
Aníbal, en la pileta del hotel Eleton. “Por mi salud, tenía que parar”.

"Estoy de vacaciones", cuenta Aníbal Pachano (63). Hace una pausa, y vuelve sobre su afirmación, como si no terminara de creérsela. "Es raro. Después de diez años de no parar un segundo quise hacerlo, por mi salud", explica desde el lobby del Eleton Resort & Spa, donde está alojado.

Con su metro sesenta y su clásico bigotito, Pachano camina por los pasillos del hotel. Los huéspedes lo miran: algunos se acercan, le piden una foto. Otros lo saludan y se alegran de verlo "tan bien". El sonríe y agradece: hace un año y dos meses le diagnosticaron un cáncer de pulmón con metástasis en el cerebro. Una semana después entraba de urgencia al quirófano. "El pronóstico era tremendo, pero yo le puse humor. 'De ésta voy a salir', me dije. Y así fue. Me gusta dejar el mensaje de que se puede", explica.

–¿Cómo se le pone humor a una situación así?

–No tomándolo dramáticamente. Como cuando me dijeron que tenía HIV: siempre busco una flor, una luz o un color. En este caso pedí saber la verdad: no quería que nadie me mintiera. "¿Hay problemas? Bueno, ¿cuáles son y qué tenemos que resolver?", les dije a los médicos. Nunca pensé que me podía morir. Mientras estuve internado me ponía mariposas en la cabeza y pegaba stickers en el respaldo de la cama (risas). Es la forma que encontré para transitar ese momento.

–¿Y ahora en qué etapa estás?

–Estoy muy bien. Me hago chequeos cada 21 días y sigo con tratamiento oncológico. Cuando estoy "enchufado", como digo yo, trato de desenchufar la mente y ponerla en otro lugar. Por suerte corro con la ventaja de que no tengo colaterales. Hay personas que se descomponen o pierden el pelo. Gracias a Dios, no es mi caso.

–Dijiste "gracias a Dios". ¿Después de todo esto te acercaste a la fe?

–Yo no soy muy religioso, pero me aferré a la Virgen del Cerrito, de Salta. En 2014 subí por primera vez al cerro y experimenté mucha emoción. En octubre del año pasado, unos días antes de la operación, Ana viajó a Salta y habló con María Livia (N. de la R.: una mujer que ejerce de mediadora entre la Virgen del Cerrito y los fieles). Ella le dijo que iba a estar todo bien. Cuando me lo contó sentí mucha paz, como el día en que fui con Sofía a ver al papa Francisco.

–¿Qué papel cumplieron Ana y Sofía durante este proceso?

–Estuvieron al pie del cañón, conteniéndome en todo momento. Junto a mis hermanas fueron mis grandes pilares. Sofía, siendo única hija, se bancó millones de situaciones y se hizo cargo de un montón de cosas.

El 7 de enero, Pachano recibió una distinción como Grande del Teatro, premio que destaca a los artistas con importante trayectoria en la escena nacional.
El 7 de enero, Pachano recibió una distinción como Grande del Teatro, premio que destaca a los artistas con importante trayectoria en la escena nacional.

EL RENACIDO. Después de la operación, explica Pachano, está más atento a su cuerpo. Habla de un cambio de hábitos y una dieta balanceada. Se esfuerza por llevar un estilo de vida saludable.

"Antes, si desayunaba, bien… y si no, también. Me acostaba tarde y dormía poco. Me descuidé mucho, sobre todo el físico. Ahora estoy ocupándome de mí. Programé mi cabeza para estar mejor, para que todo esto sea un gran aprendizaje", afirma.

Su recuperación va de adentro hacia afuera. Parte de su mejoría –cuenta– se la debe a sus médicos y a su analista. "En la terapia encontré un espacio para hablar de mí y llorar. Lloré mucho", admite.

–Recién hablabas de un gran aprendizaje. ¿Qué enseñanza te dejó todo esto?

–Aprendí a quererme más y a ser mejor persona. Entendí que esto que me pasó en el pulmón tiene que ver con el pecho y con las emociones. Tenía un dolor alojado en mi alma que, de a poco, empecé a sanar. Arrastraba de la infancia cuestiones no resueltas, mucha ira y enojo. Todo eso sumado a un estilo de vida vertiginoso. No me daba el espacio para descansar o decir: "Tengo ganas de no hacer nada". Al final, el cuerpo me dijo "basta, hasta acá llegamos".

–¿Me equivoco si afirmo que frecuentemente te escondías detrás de un personaje?

–Muchas veces utilicé mi personaje para enfrentarme a determinadas adversidades o situaciones complicadas y tapaba todo. Hoy logré transformar el enojo en algo creativo. Ese fue mi aprendizaje más grande.

–El año pasado te hicieron un homenaje muy emotivo en ShowMatch y Marcelo Tinelli dijo que le gustaría tenerte para este 2019. ¿Vas a volver?

–Estamos en tratativas para ver dónde me inserto. Me encantaría ir al jurado, porque es el lugar donde más cómodo me siento. Quiero generar un personaje divertido, colorido, algo más vinculado con el Aníbal de ahora. 

Por Flor Illbele.
Fotos: Fabián Uset y Mario Sar.

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