Fue como a Inés Zorreguieta (33) le hubiera gustado: cantando en familia. Máxima (47) arrancó con Is this love, de Bob Marley, para después sumarse a Martín –su hermano menor– con Knockin' on heaven's door, de Bob Dylan. Así, la música combatió el desconsuelo en el último adiós a la hermana menor de la reina de Holanda.
Fue en el cementerio Parque Memorial de Pilar, después de que la psicóloga se quitara la vida en su departamento de Caballito, a sólo diez meses de la muerte de su padre, Jorge Zorreguieta. "Máxima está conmocionada y muy triste", aseguró el portavoz de la casa real holandesa después de que trascendiera la noticia. Y cuando Máxima, junto al rey Guillermo Alejandro (51) y sus tres hijas –Amalia (14), Alexia (12) y Ariane (11)– viajaban a la Argentina para despedir a Inés y afrontar el dolor en familia.
TRAGEDIA SIN NOMBRE
El drama se desató el miércoles 6 a la tardecita. María del Carmen Cerruti de Zorreguieta (76), que siempre había estado muy atenta a la salud de su hija –tenía antecedentes depresivos y en 2012 había sido internada en la clínica Avril–, empezó a preocuparse porque no respondía los llamados ni había concurrido a trabajar a la sede Las Cañitas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Por eso decidió ir hasta el departamento de Río de Janeiro al 200, acompañada por una amiga de su hija, que tenía las llaves. Llegó a las 21.50 de la noche y se encontró con lo peor: Inés se había suicidado en su cuarto.
Después de llamar al 911, los primeros agentes de la Comisaría 11ª llegaron junto con el SAME para dar aviso a la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Nº19, a cargo de la fiscal Cinthia Oberlander. En estado de shock, María del Carmen tuvo que ser atendida. Tanto ella como la amiga de Inés, el encargado del edificio y unas primas que llegaron más tarde, prestaron declaración esa misma noche.
"Hasta el momento no hay indicios objetivos de criminalidad", informó oficialmente la Fiscalía al día siguiente, cuando el cuerpo ya estaba en la Morgue Judicial para realizar la autopsia de rigor, cuyos resultados definitivos estarán en dos o tres meses.
LA MÚSICA, EL SUR Y LA VOCACIÓN SOCIAL
Inés Zorreguieta era la menor de siete hermanos: María (60), Ángeles (58) y Dolores (52) –del primer matrimonio de Jorge Zorreguieta–; Máxima, Martín (45) y Juan (35) –del segundo enlace de su papá con María del Carmen Cerruti–.
Trece años más chica que Máxima, se educó en el Colegio Palermo Chico y tenía sólo 17 cuando su hermana se casó con el entonces príncipe heredero al trono holandés. "Amaba la música. Desde muy chica había demostrado sus dotes. Tocaba el piano y la guitarra a la perfección. Componía sus propias canciones y tenía un gusto muy ecléctico, de Jarabe de Palo a Ella Fitzgerald", confían sus amigos, consternados por su partida y después de definirla como "una apasionada". Agregan que la Patagonia era su lugar en el mundo, donde "esquiaba muy bien y pescaba con mosca como nadie, haciendo gala de su paciencia".
Estudió Psicología en la UB (Universidad de Belgrano), donde se recibió con 9,5 de promedio, después de presentar su tesis Las diferencias de género y su relación con el suicidio. Actualmente cursaba una especialización en Sistemas. Descubrió su pasión por el trabajo social cuando vivió en Panamá, donde trabajó en la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la ONU. Había vuelto a la Argentina cuando su papá empezaba a estar mal de salud.
En 2016, Inés entró al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, después de ser nombrada Directora de Despacho y Mesa de Entradas de la Dirección General de Administración de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales de la Presidencia de la Nación. Sin embargo, cuestionada por el nombramiento, dejó el cargo después de que la casa real holandesa tuviera que aclarar que su puesto nada tenía que ver con la relación entre Máxima y Mauricio Macri.
De todas maneras, este febrero Inés tuvo una nueva oportunidad de volcar su pasión social e ingresó a la pujante Secretaría de Integración Socio Urbana del Ministerio, que funciona en Huergo 131, Capital Federal.
Bajo el mando de Sofía Torroba, directora nacional de Desarrollo Humano y una de las funcionarias cercanas a Carolina Stanley, integraba un equipo abocado a la inclusión social de barrios humildes en quince provincias del país. Sus compañeros aseguran que Ine –así la llamaban– era "muy comprometida, frontal para transmitir sus ideas, muy sagaz al proponer soluciones y querida. Llegaba primera, se iba última. E incluso trabajaba los fines de semana, aunque no le correspondiera". Y apuntan que jamás la escucharon hacer referencia a su hermana.
UN ADIÓS IMPENSADO
Para despedirla, Máxima aterrizó en Buenos Aires a las 6.30 de la mañana del viernes 8, en un vuelo de línea de KLM, acompañada por el rey y sus hijas. Poco después de la una del mediodía, llegó con su familia al Parque Memorial para el entierro que –según habían anticipado desde la casa real– sería "para un círculo cerrado, por tratarse de una cuestión privada".
Lo hicieron en comitiva, junto con la madre y los hermanos de la reina. Y después sí, unos doscientos familiares y amigos llegaron hasta el cementerio para participar de la ceremonia, que empezó a las tres de la tarde y duró cuarenta minutos.
Entonces, además de cantar en público, Máxima y Martín tomaron la palabra para recordar a su hermana y emocionar a quienes los acompañaban. Entre abrazos y palabras de consuelo, Inés fue enterrada junto a su padre y ante una foto sostenida por un atril, que la retrataba sonriente en el día del bautismo de su ahijada Ariane.
La jornada terminó después de las seis de la tarde, cuando los Orange-Nassau y los Zorreguieta dejaron el cementerio en familia, igual que como habían llegado.
El fin de semana, la reina se quedó en la Argentina con sus hijas, después de cancelar su agenda hasta el 21 de junio. Mientras, su marido volvió a Europa para cumplir con el viaje de Estado pautado a Letonia, Estonia y Lituania.
"La muerte de Inés ha sido un golpe muy duro para todos nosotros. Aún estamos profundamente conmocionados", aseguró Guillermo Alejandro este lunes desde la puerta de su hotel en Riga y en nombre de su familia.
"Fue una mujer única, especial, muy querida por nosotros. Sentimos una enorme tristeza. Con la familia de la reina estamos unidos en el dolor", apuntó el rey y agregó: "Quiero agradecerles, en nombre de mi esposa, por los mensajes recibidos. Además, aprovecho para comentarles que durante esta visita de Estado la reina estará más que nunca en mis pensamientos". Porque ni Máxima ni nadie podían prever que semejante tragedia la devolvería a la Argentina, para estar allí donde el deber –y el corazón– la llaman.
Por Ana van Gelderen
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