En los últimos años, los viajes de personas mayores de 70 experimentaron una transformación profunda, marcada por la incorporación de nuevas tecnologías y una redefinición de las prioridades al momento de elegir destinos y experiencias.
Según la directora de la Facultad de Turismo y Hospitalidad de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) sede Rosario, doctora Analía Brarda, este segmento de la población ha evolucionado hacia un perfil de viajero más experimentado, exigente y conectado.
Brarda señaló que los cambios en la forma de viajar se explican, en parte, por el proceso de envejecimiento poblacional. En ese sentido, recordó que, según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2019 la esperanza de vida promedio a nivel mundial alcanzó los 73,3 años.
En América Latina, y particularmente en Argentina, este fenómeno se manifiesta con mayor intensidad, ya que el país se encuentra entre los de mayor envejecimiento poblacional de la región, una tendencia que impacta en los hábitos de consumo, el tiempo disponible y las expectativas vinculadas al viaje.
La especialista explicó que, a diferencia de décadas anteriores, las personas mayores de 70 solían contratar sus viajes principalmente a través de agencias físicas, el contacto personal o la recomendación boca a boca, mientras que en la actualidad internet y las redes sociales se consolidan como canales relevantes.
Brarda subrayó que, con el paso del tiempo, los silver se han familiarizado cada vez más con estas tecnologías y las utilizan con mayor frecuencia, convirtiéndolas en herramientas clave para la toma de decisiones vinculadas al viaje y a la elección del destino.
En la misma línea, Valentina Tomasella, licenciada en Hotelería y Turismo y agente de viajes, señaló que en los últimos años se produjo un cambio significativo en las motivaciones de viaje. Según explicó, el avance de la tecnología, la globalización y una mejor calidad de vida impulsaron a este segmento a elegir destinos más desafiantes y menos convencionales. “Hoy se animan a viajar a lugares que soñaron en su juventud y que por distintas circunstancias no pudieron concretar. Ya no se quedan con las ganas”, afirmó.
Este cambio en los hábitos de consumo se acompaña de una mayor sofisticación en las expectativas: “Estos viajeros han evolucionado y continuarán haciéndolo: cuentan con experiencia previa, han visitado distintos países y conocido diversas culturas, por lo que hoy buscan destinos diferentes o experiencias nuevas que aún no han vivido”, agregó Brarda.
La calidad en la atención, el trato personalizado, los precios accesibles y el entorno seguro se han convertido en factores determinantes para este público.
El segmento silver integrado por personas mayores de 70 años, se caracteriza, según Brarda, por “ser un tipo de viajero dispuesto a pagar por sus experiencias, aunque sin incurrir en excesos, priorizando siempre una adecuada relación entre calidad y precio”.
Entre el ‘all inclusive’ y lo exótico
En cuanto a la frecuencia y el tipo de viajes, la directora de Turismo detalló que “los pasajeros realizan al menos dos viajes al año, uno a un destino exótico o poco común, con una duración de 20 a 30 días, larga distancia generalmente al extranjero y un presupuesto alto; el otro es mayormente a un destino conocido, de una semana como máximo diez días, a un destino nacional o país limítrofe con un presupuesto inferior”.
Tomasella agregó que los destinos de playa continúan siendo una de las opciones más elegidas, especialmente por quienes presentan dificultades de movilidad. En estos casos, los resorts con modalidad todo incluido facilitan el descanso y la comodidad. Además, destacó una tendencia creciente a viajar acompañados por el núcleo familiar ampliado, incluyendo hijos, nietos o sobrinos, lo que refuerza el componente vincular de la experiencia turística en esta etapa de la vida.
Los destinos argentinos
Respecto a los destinos nacionales más elegidos, Brarda mencionó a “San Carlos de Bariloche, Villa La Angostura y San Martín de los Andes, Ushuaia y Península de Tierra del Fuego, Mendoza capital y los valles vitivinícolas, Cataratas del Iguazú, Costa Atlántica”. Para que estos lugares resulten viables, deben ofrecer condiciones de accesibilidad, seguridad y servicios adaptados a las necesidades de los mayores.
Tomasella afirmó que la Argentina cuenta con una oferta ampliamente preparada para recibir a personas mayores de 70. Según explicó, la viabilidad no está dada por el destino en sí, sino por la adecuación de las actividades a la aptitud física y a las necesidades de cada viajero. En ese marco, destacó que los parques nacionales presentan infraestructura y servicios adaptados para personas de todas las edades.
El armado del viaje
La adaptación de los itinerarios es otro aspecto clave. Brarda explicó que “en la práctica, los itinerarios de turismo senior se adaptan priorizando la calidad de la experiencia por sobre la cantidad de actividades, sin que ello implique perder riqueza ni contenido”. La programación se vuelve más flexible, con menos actividades por día y mayor tiempo libre, “evitando recorridos apresurados”.
En cuanto a la organización del viaje, Tomasella explicó que los viajes dependen de los gustos y necesidades de cada persona. Algunos viajeros optan por sumarse a grupos con recorridos preestablecidos para simplificar la planificación y descansar de la toma de decisiones, aunque estos programas suelen mantener ritmos intensos.
Frente a ello, señaló que existen operadores especializados que trabajan con tiempos más flexibles, una alternativa que implica mayores costos pero permite viajar sin apuros y con mayor disfrute.
El transporte accesible y el tipo de alojamiento inciden directamente en la sensación de seguridad. Según la especialista, “el turismo silver es un turismo que viaja por más tiempo, lo que genera menos traslados de larga distancia, lo hace en épocas de poca o menor concurrencia”. Además, los viajes grupales con asistencia especializada han mostrado un crecimiento sostenido.
En relación con los traslados y el alojamiento, Tomasella indicó que los viajes en avión son los más elegidos por este segmento, debido a las condiciones de accesibilidad que presentan los aeropuertos. “Cuentan con asistencia en silla de ruedas y prioridades de embarque para personas con dificultades de movilidad”, explicó. En cuanto al hospedaje, agregó que la elección se ajusta a los gustos de cada viajero, pero con un criterio claro: “buscamos evitar subidas empinadas o ubicaciones inaccesibles que puedan complicar el viaje”.
En cuanto a la protección durante el viaje, la directora remarcó que “en este rango etario, el seguro médico y la asistencia al viajero cumplen un rol fundamental y estratégico, ya que brindan seguridad, tranquilidad y respaldo tanto al viajero como a su entorno”.
Detalles para que no falle el viaje
Brarda también identificó los errores más frecuentes al planificar un viaje después de los 70 años: “No considerar las condiciones climáticas del destino, que pueden influir significativamente en el bienestar y la salud. Falta de flexibilidad, al no prever alternativas o tiempos libres para adaptarse a imprevistos o a cambios en el estado físico, entre otros. Descuidar la planificación de descansos, lo que puede generar cansancio excesivo y disminuir el disfrute del viaje”.
Tomasella mencionó la falta de consideración de las necesidades particulares de cada persona y la elección de programas excesivamente ajetreados, que no contemplan tiempos de descanso ni permiten disfrutar plenamente de los destinos.
Desde su experiencia profesional, la licenciada subrayó el impacto positivo que tiene viajar en esta etapa de la vida sobre el bienestar emocional y la calidad de vida. “Es de las mejores cosas que les puede pasar. Incluso una escapada de fin de semana puede ser fundamental para transitar esta etapa de manera más amena y disfrutable”, afirmó.
Para Brada, “viajar cambia la vida”. El impacto emocional de viajar en esta etapa de la vida es, para Brarda, sumamente positivo: “En el plano emocional, el viaje refuerza la autoestima y la sensación de autonomía, ya que permite seguir tomando decisiones, descubrir nuevos lugares y cumplir deseos postergados. También estimula la curiosidad, la memoria y el aprendizaje continuo, factores clave para el bienestar cognitivo.
Además, favorece la socialización, ya sea viajando en grupo, en pareja o incluso en solitario, lo que contribuye a reducir los sentimientos de soledad y a fortalecer los vínculos, concluyó la directora de la UAI.