En medio de una frontera cada vez más tensa, Washington encendió las alarmas por la persistencia de los combates y el aumento de las bajas en distintos puntos limítrofes entre Camboya y Tailandia. La administración estadounidense manifestó su “profunda preocupación” y pidió que ambas partes detengan de inmediato las hostilidades.
Según comunicaron fuentes oficiales, Estados Unidos instó enfáticamente a que se priorice la protección de los civiles, quienes en los últimos días quedaron atrapados en el fuego cruzado mientras los enfrentamientos se intensificaban.
Organismos humanitarios locales denunciaron desplazamientos internos y crecientes dificultades para acceder a zonas rurales en las que persisten los ataques.
La Casa Blanca también reclamó que Phnom Penh y Bangkok retomen las medidas de distensión previstas en los Acuerdos de Paz de Kuala Lumpur, firmados el pasado 26 de octubre. Aquella jornada reunió a los primeros ministros de ambos países y contó con la presencia del presidente estadounidense, Donald Trump, y del jefe de gobierno de Malasia, Anwar Ibrahim, como garantes del proceso.
El acuerdo buscaba reducir la tensión acumulada por disputas territoriales y patrullajes militares en áreas sensibles de la frontera, una zona históricamente marcada por incidentes periódicos pero que este año escaló con una velocidad inesperada.
Ambos lados prometen seguir luchando
En un indicio de que ninguna de las partes estaba dispuesta a retroceder, el primer ministro tailandés, Anutin Charnvirakul, dijo el martes que Camboya aún no había contactado a Tailandia sobre posibles negociaciones y que los combates continuarían.
“Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer”, dijo. “El gobierno apoyará todo tipo de operaciones militares según lo planeado anteriormente”. Había dicho el lunes que la acción militar era necesaria para salvaguardar la soberanía de la nación y garantizar la seguridad pública.
En un comunicado publicado en Facebook y Telegram, Hun Sen afirmó que su país se había abstenido de responder el lunes, pero durante la noche comenzó a disparar contra las fuerzas tailandesas. Escribió que una estrategia de concentrarse en donde Tailandia estaba avanzando permitiría a Camboya “debilitar y destruir las fuerzas enemigas a través de contraataques”.
El ejército de Tailandia dijo que las fuerzas camboyanas habían disparado artillería contra una aldea en la provincia de Sa Kaeo el martes por la mañana temprano, aunque el ataque no causó víctimas. Tailandia dice que las fuerzas camboyanas también dispararon contra sus tropas el domingo y el lunes, y ambos bandos se acusan mutuamente de hacer los primeros disparos.
“Camboya quiere la paz, pero Camboya se ve obligada a luchar para defender su territorio”, afirmó Hun Sen. El líder político fue primer ministro de Camboya durante mucho tiempo hasta 2023, cuando le sucedió su hijo, Hun Manet, pero todavía está ampliamente considerado como el líder de facto del país.
El Ejército de Camboya anunció el martes que siete civiles habían muerto y 20 resultaron herido en los nuevos combates. Por su parte, un portavoz del Ejército tailandés anunció el martes que tres soldados han muerto en los últimos choques.
Tailandia realizó el lunes ataques aéreos a lo largo de la frontera, que dijo eran una acción defensiva dirigida a instalaciones militares. Surasant dijo que esas operaciones continuarían “hasta que cesen los ataques”.