Durante la pandemia de Covid-19, ciudades de Estados Unidos como Baltimore, Seattle y Nueva York, experimentaron un auge del graffiti, que derivó en la actualidad, en una lucha constante por remover estas marcas que se extendieron por barrios enteros y distritos comerciales. Decenas de ciudadanos se han unido en diferentes programas de eliminación de graffiti que se dedican a borrar estos, que son considerados por muchos como “actos vandálicos”.
En Estados Unidos, la ley con respecto a los graffitis varía según el estado y la jurisdicción local. La práctica del graffiti sin permiso es ilegal en todos los estados, dado que se considera vandalismo, una forma de daño a la propiedad. Las sanciones también varían dependiendo de la ubicación y pueden incluir multas, servicio comunitario, y en casos graves, tiempo en prisión.
En Baltimore, esta práctica se ha convertido en una preocupación adicional para los propietarios de negocios y tierras urbanas, como es el caso de Brad Waldrop, corredor de bienes raíces comerciales en St. Louis, quien aseguró que la proliferación del graffiti es la peor en más de dos décadas, impactando negativamente en el valor de las propiedades.
Ante este panorama, los alcaldes están implementando programas intensificados para la eliminación de graffitis, como una medida para revitalizar los centros comerciales que han sido afectados por la pandemia. En Baltimore, el alcalde Brandon Scott ha incluido este tipo de iniciativas en su plan de revitalización del centro de la ciudad, como una campaña intensiva de 90 días en la primavera pasada, en la que equipos dieron prioridad a la limpieza de estas marcas, según reportó The Wall Street Journal (WSJ).
Otras ciudades como Dayton, Ohio, reportaron la eliminación de cerca de 16,000 graffitis el año pasado, lo que representa un salto del 80% comparado con el año 2019. Hasta la fecha del último informe, se contabilizan casi 12,000 eliminaciones en lo que va de año. Brian Dahm, gerente de mantenimiento de calles de Dayton, enfatizó la importancia de erradicar rápidamente los graffitis para evitar que se convierta “en una bola de nieve descontrolada que dé la impresión de una ciudad descuidada, vacía y antiestética”, dijo al WSJ.
En Seattle, las solicitudes de eliminación de graffitis aumentaron un 40% en 2021, y un número aún mayor en 2022, alcanzando alrededor de 22,000. Por su parte, en la ciudad de Nueva York, el Departamento de Sanidad ha logrado avanzar significativamente en la eliminación de graffitis desde que asumió la responsabilidad del programa en abril, con más de 6,400 propiedades limpiadas hasta la fecha este año, en comparación con aproximadamente 3,800 el año anterior.
Los esfuerzos por mantener los centros urbanos limpios y atractivos incluyen no solo la limpieza, sino también medidas creativas para disuadir a los grafiteros. En Dayton, el grupo empresarial Asociación del centro de Dayton ha implementado un programa que cubre cajas de servicios públicos con arte, pagando a los ganadores 500 dólares por pieza, como parte de una estrategia preventiva.
Una válvula de escape
La pandemia, según expertos, alteró profundamente la forma en que las personas interactúan con su entorno, y el arte en espacios públicos ha reflejado este cambio. A medida que Estados Unidos avanza hacia la normalidad y las calles de las ciudades vuelven a llenarse, la pregunta sobre el futuro de estos graffitis perdura.
El graffiti sirvió como un medio para que artistas y ciudadanos expresaran sus emociones y reflexiones durante el confinamiento y las restricciones impuestas para combatir el coronavirus. Temas como la soledad, el miedo, la esperanza y la resiliencia quedaron plasmados en paredes de metrópolis como Nueva York, Los Ángeles y Chicago. Algunos murales han rendido homenaje a los trabajadores esenciales, mientras que otros se convirtieron en un espacio crítico hacia la gestión gubernamental de la crisis sanitaria.
A pesar de que el arte callejero suele estar asociado a la ilegalidad, la pandemia suscitó un debate sobre el papel del arte urbano en los tiempos de crisis. Las manifestaciones artísticas en las calles suelen servir no sólo como válvula de escape para las emociones reprimidas, sino también como una poderosa forma de comunicación social. Las piezas son variadas, incluyendo desde pequeños dibujos hasta grandes murales que buscan inspirar o generar reflexión en una sociedad tensa y a menudo polarizada.