Hammarskjöld, el secretario general de la ONU que murió por defender la paz en el Congo

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Jose Oliva

Barcelona, 23 abr (EFE).- El actor sueco Mikael Persbrandt encarna al que fuera secretario general de la ONU entre 1953 y 1961 en la película 'Hammarskjöld. Lucha por la paz', donde se plantea que fue asesinado, estrellando el avión en el que volaba, para resolver un conflicto en la recién creada República Democrática del Congo.

La película, que plantea que la muerte del diplomático se gestó con la connivencia de Bélgica, EE.UU. y Reino Unido, se presentó en el festival BCN Film Fest de Barcelona y cuenta con la dirección del danés Per Fly, director de la reputada serie 'Borgen'.

En una entrevista con EFE, Persbrandt explica que estuvo en el proyecto desde el principio -"fueron casi cuatro años para ver cómo se planteaba el personaje"- y añade que el principal reto fue "hacer un ser humano a partir de un superhéroe, que había hecho tantas cosas buenas por la humanidad".

Avanzado a su tiempo, pero al mismo tiempo desconocido u olvidado para la gente de la calle, el sueco Dag Hammarskjöld es, según el actor, aún "un ejemplo paradigmático de diplomático brillante, que todavía es estudiado por la política".

A pesar de interpretar a un personaje real, Persbrandt cree que siempre queda margen para el actor: "Hay una cierta libertad en una película como esta, porque un actor siempre puede decidir hasta qué punto se acerca al personaje real, cómo camina, cómo se mueve, qué gestos hace, y eso se decide junto con el director y la producción".

Aunque las primeras investigaciones concluyeron que se trató de un accidente de avión, la película plantea que fue un asesinato, ejecutado por mercenarios contratados por los belgas para garantizar que el uranio de las minas de la secesionista Katanga, en el Congo, seguirían alimentando las centrales nucleares de Estados Unidos y no las de la URSS, como apuntaba el también asesinado líder congoleño Patrice Lumumba.

El equipo de producción realizó numerosas investigaciones previas e incluso Naciones Unidas abrió una investigación en 2017, basada también en algunos aspectos que se habían descubierto con la película: "Estamos casi convencidos de que lo que se ve en la película es lo que pasó", apunta en la misma entrevista el productor Patrick Ryborn.

Como Ryborn recuerda, "las Naciones Unidas han intentado sin éxito desclasificar los archivos de Estados Unidos y Reino Unido y por eso mantienen abierta la investigación".

Durante los primeros años del complejo proceso de descolonización de África administrado por la ONU, la retirada de las metrópolis europeas dejó el terreno abierto para el pulso de la Guerra Fría entre el bloque capitalista encabezado por EE.UU. y el comunista de la Unión Soviética.

Con el final del dominio colonial belga, se generaron divisiones y en la sureña provincia de Katanga -rica en cobre, uranio y aluminio- el movimiento separatista de Moise Tshombe era apoyado por intereses mineros extranjeros, pero la ONU sólo reconocía al gobierno de Lumumba, líder nacionalista que fue derrocado y posteriormente ejecutado en enero de 1961.

En ese contexto, Hammarskjold buscaba negociar con Tshombe un alto el fuego, tras los enfrentamientos entre las tropas de paz de la ONU con las milicias de Katanga y mercenarios pagados por la industria minera.

Reconoce Persbrandt que Hammarskjöld era un hombre de acción con determinación, que "se saltó algunas líneas rojas, pero a veces si quieres llegar a algún sitio, hay que tomar el camino más directo y, de hecho, suya fue la creación del ejército de los cascos azules".

Frente al conflicto y la figura pública de Hammarskjöld, la película retrata también su mundo interior y una homosexualidad reprimida en favor de su carrera política.

La consternación que la muerte de Hammarskjöld produjo en Suecia fue similar a la que años después se vivió con el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme, dos muertes que "no se han esclarecido", apunta Persbrandt, con la única diferencia que "al secretario general de la ONU lo querían prácticamente todos, como demuestra que en 1961 recibió el Nobel de la Paz a título póstumo, y a Palme no todos lo querían". EFE

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