El nuevo éxodo de la ciudad a la montaña: los españoles que dejan la ciudad para instalarse en el campo

El estrés, el ruido y la falta de tiempo empujan a cada vez más personas a replantearse su forma de vivir

Ganado pastando en el campo. (Europa Press)

Durante los años 60 y 70 del siglo pasado, España experimentó el mayor éxodo rural hasta el momento. Grandes urbes como Madrid o Barcelona pasaron de una población de más de dos millones a una de casi cuatro millones.

A pesar del dominio de lo urbano sobre lo rural y de la existencia de regiones “vaciadas” en este país, se puede encontrar hogares que deciden dejar atrás la ciudad para trasladarse al campo. De hecho, según una encuesta de Fotocasa Research realizada en el primer semestre de 2025, el 71% de los demandantes de vivienda entre 18 y 24 años tiene intención o le gustaría mudarse a una zona rural.

De esta manera, podemos conocer casos como la pareja de Marc y Lidia que, tras 20 años en Barcelona, decidieron abandonar la ciudad y dar el salto a la vida de montaña. Otro ejemplo fueron Javier y Carmen que vivían en una urbanización a las afueras de Granada hasta que la pandemia lo puso todo del revés.

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La historia de Marc y Lidia

Tras dos décadas en Barcelona, Marc y Lidia decidieron romper con el ritmo urbano y trasladarse a la Cerdanya en busca de una vida más pausada y conectada con la naturaleza, según el medio catalán RAC1. El estrés, el ruido y la falta de tiempo fueron empujando a la pareja a replantearse su forma de vivir hasta que encontraron la oportunidad de adquirir la masía familiar de un amigo en Montellà.

Allí pusieron en marcha Cal Calsot, una casa rural ecológica concebida no solo como alojamiento, sino como un proyecto vital construido desde cero y alineado con sus valores. Desde su apertura, Cal Calsot se ha consolidado como un espacio donde la sostenibilidad, el silencio y la comunidad son ejes centrales.

El Real de San Vicente, en Toledo (Adobe Stock).

La pareja vive junto a la zona de huéspedes y participa activamente en todas las tareas: elaboran la comida (local y ecológica), cuidan los detalles del alojamiento y colaboran con pequeños productores locales. La casa funciona como un punto de encuentro entre visitantes y territorio, donde la experiencia va más allá del turismo convencional.

La historia de Javier y Carmen

El caso de Javier y Carmen estuvo marcado por la pandemia que supuso un punto de inflexión en sus vidas. Hasta entonces, residían en una urbanización a las afueras de Granada. Según el medio Huffpost, él trabajaba como guía de montaña y ella como maestra, pero la llegada de la crisis sanitaria alteró por completo su estabilidad laboral y personal.

La pérdida de empleo y el nacimiento de sus hijas gemelas llevó a la pareja a replantearse sus prioridades y a buscar un entorno que les permitiera conciliar mejor la vida familiar. “Había que darle un giro a la vida y nos fuimos al campo”, resume Javier

Las Lagunas de Ruidera, en Ciudad Real (Adobe Stock).

El destino elegido fue Letur, un pequeño municipio de la provincia de Albacete, al que llegaron a mediados de verano impulsados por proyectos de repoblación rural. Allí encontraron no solo un alquiler asequible (en torno a 350 euros por una vivienda completa), sino también un entorno tranquilo y cercano. Además, Javier destaca la rápida integración con los vecinos.

La pareja dedica su tiempo al cuidado de sus hijas y a llevar un estilo de vida más sencillo, con la intención de asentarse de forma definitiva en el municipio. Carmen prevé solicitar el traslado a una escuela de la zona cuando retome su actividad profesional, convencidos de que el cambio ha sido acertado.

Las historias de Marc y Lidia o de Javier y Carmen reflejan una tendencia creciente en España: la búsqueda de una vida más accesible, tranquila y sostenible fuera de las grandes ciudades. El encarecimiento de la vivienda, el impacto de la pandemia y la posibilidad de teletrabajar han reabierto el debate sobre dónde se vive mejor.

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