Encontrar trabajo después de los 50 años se ha convertido en un auténtico desafío. A pesar de la experiencia acumulada, la gran mayoría de personas en esta franja de edad se sienten excluidas del mercado laboral. Según la Fundación Adecco, el 90 % de los mayores de 50 cree que su currículum ni siquiera supera el primer filtro de selección debido a su edad.
Los datos reflejan una realidad preocupante: el 56 % de estos profesionales lleva más de un año buscando empleo, pero el 75 % no ha logrado ni una sola entrevista en los últimos seis meses. La frustración se extiende como una mancha silenciosa en un colectivo que, en lugar de ser valorado por su bagaje profesional, se ve cada vez más marginado.
La edad como obstáculo silencioso
El informe destaca un fenómeno cada vez más evidente: las barreras invisibles que impone la edad. Aunque muchos mayores de 50 se han reciclado profesionalmente —casi siete de cada diez se han formado en competencias digitales recientemente—, los procesos de selección siguen penalizando de forma sistemática a los candidatos sénior.
Esta discriminación silenciosa no solo reduce sus opciones laborales, sino que también afecta directamente a su bienestar emocional. Muchos declaran sentir ansiedad, pérdida de autoestima y desesperanza. El estancamiento en la búsqueda y la falta de oportunidades acaban llevando a muchos a aceptar empleos por debajo de su cualificación o, directamente, a abandonar el intento.
Un testimonio que removió las redes
El caso de Stéphane Bragard, ingeniero comercial francés de 57 años, dio visibilidad a esta situación. A principios de junio de 2025, Bragard publicó en LinkedIn un mensaje que desató una oleada de apoyo y reflexión. “Tengo 57 años y, por tanto, ya no sirvo para nada mientras me pidan trabajar más”, escribió. La publicación, cargada de tristeza y resignación, acumuló en pocas horas más de 1.600 ‘me gusta’, 98 compartidos y 353 comentarios. La mayoría eran de personas que atravesaban situaciones similares.
Bragard se convirtió, sin pretenderlo, en el rostro de una generación profesional que se siente apartada. Su mensaje no solo resonó entre otros usuarios, sino que llegó a oídos del propio Gobierno francés. “La ministra de Trabajo y Empleo, Astrid Panosyan-Bouvet, también me contactó para participar en una mesa redonda sobre el empleo de personas mayores durante su próxima visita a Bretaña”, explicó. Un gesto que, aunque simbólico, pone sobre la mesa la urgencia de abordar el problema.