
El suicidio es uno de los problemas de salud más graves, y a la vez, más desatendidos de España, donde cada día se quitan la vida una media de once personas. La cifra oficial de suicidios en 2022, último año con datos definitivos que recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE), fue de 4.227 casos. Se trata del dato más alto desde que hay registros, y a pesar de ser un problema que crece cada año, no cuenta con la atención pública y estatal que requiere.
Los miles de casos que se producen cada año son solo la punta del iceberg de un tabú al que solo se mira de reojo, a pesar de ser la primera causa de muerte no natural. España no cuenta con un plan nacional de prevención de suicidio, una promesa electoral que nunca llega a término. Tampoco hay planes de acompañamiento para los familiares que tienen que atravesar el duelo tras la pérdida. Son las asociaciones de profesionales y de sobrevivientes y supervivientes las que se mueven para tender la mano a todas las personas que se ven sumergidas en esta situación.
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Una de las asociaciones que ejercen la labor de concienciación, prevención y acompañamiento es Papageno, que este sábado organiza su Tercer Encuentro Nacional de Prevención, Intervención y Posvención de la Conducta Suicida. Daniel J. López, psicólogo sanitario y presidente de la organización, denuncia la falta de un plan que vertebre una estrategia de actuación que revierta las elevadas cifras de muertes por esta causa y de una mayor preocupación por parte de las administraciones.
El único movimiento del Gobierno, hasta ahora, ha sido la inclusión de algunos ítems sobre el suicidio en el Plan de Acción de Salud Mental 2022-2024. “El esfuerzo que se está haciendo, tanto de la Administración central como desde las comunidades autónomas, no se está mostrando útil, entre otras cosas, porque por ejemplo, los planes [autonómicos] no se evalúan anualmente y, por lo tanto, en muchos casos las medidas se quedan en lo meramente estético”, explica. El experto señala que en el plan deberían incluirse tres grandes carencias del sistema: la formación de profesionales, la pedagogía para hacer desaparecer el estigma y una mejora de los recursos sanitarios, “España sigue siendo de los países europeos con menores tasas de psicólogos clínicos y psiquiatras”.
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Cómo actuar cuando vemos señales de ideación suicida
Sin el plan nacional de tratamiento y prevención, con protocolos autonómicos que no son reevaluados y sin un sistema público preparado y acondicionado para atender a las personas que sufren ideaciones suicidas, los familiares y amigos asumen un papel duro pero necesario a la hora de evitar un intento de suicidio.
López explica que hay dos tipos de factores a los que debemos atender a la hora de reconocer la ideación suicida. El primero se manifiesta con señales directas, que suelen ser verbales, con frases como “tengo ganas de morirme”, “cualquier día dejaré de estar vivo”, “soy un estorbo”, “no sirvo para nada”, “nadie me quiere”. También se muestra con despedidas inusuales: “te he querido mucho”, “no te eches la culpa de lo que ocurra en el futuro” o “no te sientas culpable por lo que ocurra”. Todas estas expresiones “son señal de lo que la persona -como dice la teoría de Klonsky y May- está sintiendo que es una carga y que además tiene una pertenencia frustrada a su grupo”, indica el psicólogo.
El otro factor, que es indirecto, tiene que ver el desarrollo de conductas de riesgo, como conducir de forma temeraria o consumir drogas. También se ven cuando las personas se descuidan físicamente y pierden interés por su imagen, o en el caso de los adultos, cuando tratan de tramitar la herencia o deshacerse de pertenencias que antes eran bienes preciados.
Si encontramos a familiares o amigos en esta situación, tenemos que hablarlo directamente con ellos. No es un tema fácil de abordar, todo lo contrario, pero es necesario perderle el miedo, tanto de forma individual como de forma colectiva. Se puede sacar el tema en un momento de calma, donde la persona que está mostrando estas señales se encuentre tranquila y preguntarle si ha pensado en hacerse daño. “Hay una cosa muy importante que es la validación emocional, y es que este tipo de conductas no deben juzgarse ni minimizarse”, comenta, y recuerda que en ningún caso hay que ignorar las señales.
Una vez se ha abordado el tema, el siguiente paso es acudir a consulta con el médico de familia para que el paciente sea derivado al departamento de salud mental. En caso de que la conducta suicida sea inminente, se debe recurrir a las urgencias hospitalarias.
Y si esos pensamientos rondan en mi cabeza
“Cuando hay ideación suicida, lo que tenemos que intentar es contar con aquellas personas de nuestro alrededor que suponen nuestro apoyo social, hablar con nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros profesores o compañeros de trabajo. Si vemos que el problema toma cierta envergadura, hay que contar con un profesional de salud mental”, comenta el psicólogo.
En caso de no estar preparado para dar el paso para hablar con alguien del entorno directo, se puede acudir la línea de atención a la conducta suicida, que es el 024 o a las asociaciones como Papageno. “En cualquier servicio, lo primero que van a encontrar es a una persona que les escuche. Es importante saber que hay una persona dispuesta a ayudarte, que además está al otro lado y te puedes apoyar en ella. Y luego, puede encontrar recursos de atención especializada”. Aunque López admite que “por desgracia, son insuficientes”. Es en este punto en el que intervienen muchas asociaciones, existen grupos de ayuda que organizan para brindar un lugar seguro de apoyo y de encuentro.
La caída en la campana de Gauss
“Hemos vivido unos años, justamente los posteriores a la pandemia, donde la salud mental y el suicidio han tenido un papel claramente preponderante dentro del discurso, incluso político. Pero nos tememos que si no hacemos nada ahora, el tema pierda fuelle y que volvamos a dejar de hablar del tema”, comenta el psicólogo, que añade que este tema, como en el resto de ámbitos sanitarios, funcionan como una campana de Gauss: al principio se interesan pocas personas, luego tiene una difusión más amplia que vuelve a caer, “nosotros estamos ahora mismo en la curva de bajada”.
El objetivo de Papageno con este tercer encuentro nacional, el de todas las asociaciones al respecto y el de los supervivientes -así es como se denomina las personas que han perdido a un familiar por suicidio- es que el tema no se quede fuera de la agenda de los políticos, es que se rompa el tabú y se lleven a cabo medidas políticas efectivas que protejan, cuiden y acompañen.
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