Monica Bellucci, una de las figuras más emblemáticas del cine y la moda internacionales, compartió con Elle su visión sobre la feminidad, la influencia de las mujeres en su vida y el impacto que todo ello tiene en sus decisiones profesionales actuales.
Rodeada de arte en los Museos Capitolinos de Roma y en su evocadora vida parisina, la actriz reflexionó sobre el peso de su entorno femenino, el paso del tiempo y la maternidad en su percepción personal y artística.
“Me gustan mucho las mujeres, tengo una hermosa relación con ellas porque, siempre digo, vengo del cine italiano y me inspiré en mujeres con las más diversas personalidades y feminidad. Cuando comencé este trabajo me fascinaron Masina, Magnani, Loren, la feminidad que expresaba mundos completamente diferentes”, explicó.
“Cada mujer para mí tiene algo único, indefinible, y esta diferencia hace su belleza y fuerza. Y tal vez también tengo esta conexión con nuestro género porque, sí, de niña fui criada por mi madre, mis tías y mis abuelas que amaban a las mujeres”, expresó Bellucci en diálogo con Elle.
El arte, el instinto y la nueva generación
Respecto a su aura personal, Bellucci afirmó: “Creo que cuando una cosa es consciente, está llamada a existir. Quizás las situaciones creadas en la mesa puedan resultar… ¿feo? En la mesa puedes crear la técnica, la forma, pero, ¿son realmente interesantes por sí solas? Le das forma a algo cuadrado, pero hay una parte del mundo que es redonda, y esa naturaleza esférica representa la armonía que, en mi opinión, proviene de algo mucho más profundo e impenetrable. Eso no se puede expresar con palabras”.
Sus elecciones profesionales recientes, según explicó, se ven influidas tanto por su instinto como por la nueva generación: “Voy a armarme con lo que sucede y lo que siento. Naturalmente. Gracias a mi Deva de 21 años y a Leonie de 15, respiro el aire de hoy, ellas me despiertan en tantas cosas, me hacen mucho menos perezosa y también me estimulan en el trabajo”, expresó.
“Últimamente, estoy trabajando con muchos directores jóvenes, por ejemplo, los belgas Adil El Arbi y Bilall Fallah, la francesa Léa Mysius. Me encuentro en estos universos que tienen una forma de contar el cine probablemente diferente, porque narran cómo ver las cosas hoy en día. La actuación también cambia: lo que buscan es algo extremadamente realista, directo, donde el arte… eso les molesta. Es interesante verlos en el trabajo”, detalló Bellucci a Elle.
El valor de las relaciones auténticas
El trato con directores y las exigencias emocionales de ciertos papeles marcaron su recorrido cinematográfico. Bellucci destacó: “Cuando haces este trabajo, el capital humano siempre sigue siendo lo más enriquecedor, es mirando a los demás donde realmente aprendes mucho. No me gusta cuando dicen que hay que leer esos manuales sobre comportamientos y actitudes de las personas. Me gusta ver a una persona y escuchar lo que siento instintivamente, pero no lo estudies porque, ¿qué?, cuando estás frente a una persona, no tienes una relación natural y directa, pero hay algo forzado”.
“Mientras esa persona habla o se mueve, tú no te dedicas a escuchar, sino que tratas de estudiar si lo que dice corresponde a lo que es; es algo que me horroriza. Prefiero la relación directa entre dos personas que se miran a los ojos, y que da lugar a algo natural. Quien trata de percibir el alma del otro. Si estudias pierdes la conversación real. Pierdes la vida, ¿verdad?”, agregó.
La maternidad y la sensibilidad femenina
La maternidad ocupa un lugar central en su mirada sobre la vida y sobre ella misma. “Creo que una mujer no se convierte en mujer porque tiene hijos. Estoy convencida. Son una experiencia, algunos lo hacen y otros no, algunos eligen y otros no. Estamos construidas de cierta manera, como un avión está construido para volar, tenemos esta habilidad increíble, que debe estructurarse para generar, ya sea que decidas hacerlo o no, esa es una elección personal. Pero estructuralmente estamos hechas para acomodar a los demás”, contó.
“Cuando veo a mis hijas caminando frente a mí, sigo pensando: ‘¿Pero las hice? ¿Salieron de mí?’. Siempre es impactante darse cuenta de que la naturaleza nos dio esta capacidad. En nosotras vive esta capacidad física de dar y comunicarse con el otro. Este poder a veces nos hace tan sensibles que podemos volvernos frágiles, pero tan frágiles que nos volvemos fuertes. Y esta profunda sensibilidad permanece: incluso si no tienes hijos, porque puedes reinvertirlo en mil cosas, es una forma de ubicarte en el mundo que es solo femenina”, detalló.
El matiz esencial entre el amor materno y otras formas de afecto también aflora en sus palabras: “Tenemos que transmitir diferentes emociones, pensar en cómo una mujer lleva a un niño en brazos. Dicen que, hormonalmente, eso estimula sensaciones en el pequeño que solo una mujer libera. Y cuando un hombre lleva a un niño en brazos, estimula otras cosas. También es hermoso, pero diferente. Por eso necesita de todo. Todo”.
Tiempo, calma y autoconocimiento
Bellucci resaltó para Elle la importancia de la calma y de tomarse el tiempo: “Soy perezosa… Necesito tiempo, necesito calma, lo hice tarde, tomo mi ritmo. Incluso cuando estoy muy expuesta, demasiado, es agotador para mí. Así que cuando hice teatro, durante tres años, fue maravilloso, pero también absorbía mucha energía. Cuando estás tan expuesta… era mucho para mí. Nunca me acostumbré a eso, el miedo que sentí el primer día fue el mismo que tres años después, cuando subí al escenario con el último espectáculo”.
Al evocar sus inicios en la moda, Bellucci revive imágenes de descubrimiento y diferencia: “Fue una experiencia muy linda, llegué a París a una sesión de fotos sin saber si me aceptarían o no. El periódico me había llamado por en una foto de prueba, nunca me habían visto físicamente, en persona. Así que entré al set, no sabía si gustaría o no, Oliviero [Toscani, reconocido fotógrafo italiano] llegó y exclamó ‘¡me gusta!’, y no sé cuántas portadas hice con él".
“Yo era muy diferente a las modelos de aquellos años: todas eran rubias y muy altas, y yo estaba tan morena. Con Oliviero hablamos mucho, fue una etapa de mi vida. Es increíble cómo la vida se construye, un ladrillo tras otro”, agregó.
Esta manera de entender la vida como una suma de aprendizajes se refleja en su percepción de la moda y del paso del tiempo: “Creo que retomar las cosas del pasado y reescribirlas significa contar, aun así, un período histórico. Es un momento especial: respeto mucho la moda, porque para mí es exactamente contar las épocas a través del vestuario, permitiendo así conocer la historia y la civilización… Y como ves, la moda de hoy llega a los museos. Cultivar el pasado es importante porque construyes cosas nuevas a partir de él. Y luego, aquí viene, alguien crea aquello que aún no se había hecho antes”.
Singularidad y reflexión final
Respecto a la autoconciencia y la relación entre mujeres, la actriz subrayó: “Siempre digo que, después de todo, todos somos únicos y debemos respetar esta singularidad, nuestras diferencias. Si tomas el talento, la inteligencia e incluso la belleza de los demás como una fuente de inspiración que te hace crecer también a ti, y no como una competencia, disfrutas a su vez de esa evolución”.
Consultada sobre los pensamientos que la acompañan al finalizar el día, respondió: “¡Mis chicas! Especialmente si estoy viajando; me pregunto: ‘¿estarán bien?, ¿estarán por aquí?, ¿está todo bien?’. Después de eso puedo dormir tranquila”.
La carrera de Monica Bellucci se construye paso a paso, con serenidad y constancia, afianzando con cada decisión su forma de habitar y comprender el mundo.