Marcela Cristini, economista de FIEL: “Argentina está retrasada y debe aprovechar el impulso exportador si quiere seguir creciendo”

En una entrevista con Infobae la experta en el análisis del escenario internacional dijo que en materia de precios, y por tanto de demanda, el contexto es ventajoso, pero se lo desaprovecha. Brechas con el vecindario

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"Como ha ocurrido desde los años 70 nos encontramos transitando un episodio de alta inestabilidad macroeconómica de corto plazo con un nuevo intento, también cortoplacista, de llevar a la economía a una situación menos crítica"
"Como ha ocurrido desde los años 70 nos encontramos transitando un episodio de alta inestabilidad macroeconómica de corto plazo con un nuevo intento, también cortoplacista, de llevar a la economía a una situación menos crítica"

La economía argentina es una máquina de desaprovechar oportunidades. La carencia de presidentes con características de estadista, esto es que no sólo sepan ver el futuro, sino principalmente inducir a la sociedad en su conjunto a hacer los esfuerzos en el presente para un mejor porvenir y convencimiento de que el mejor Estado es el que libera las riendas para el crecimiento y desarrollo del sector privado y de la población en su conjunto, ha sido casi una constante en los últimos 70 años, con muy pocas excepciones.

El ciclo presente no es diferente. Una vez más, no sólo la falta de visión, porque pocos o nadie había anticipado la posibilidad de la irrupción de la pandemia de Covid-19, y tampoco aparecía en las alertas de los radares de la geo política-económica mundial la invasión de Rusia a Ucrania, sino principalmente la ausencia de convicción sobre cuáles son las mejores políticas para estabilizar la economía y generar un clima de inversión, con impulso de los mercados internos y externos, llevó a desperdiciar el “viento de cola” que generan los precios de las materias primas que más produce la Argentina para consolidar las exportaciones a grandes países consumidores, expandirse en los que la nueva realidad mundial dejó de cubrir, y convertirse en motor del crecimiento del mercado interno.

No sólo se dejó atrasar el tipo de cambio respecto de la marcha ascendente de la inflación, y también en comparación con los índices de países vecinos y competidores, sino que además se frenaron inversiones en el área energética y se desalentó el avance del agro con aumento de las retenciones y cupos a las ventas al resto del mundo.

Marcela Cristini, economista senior de FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas) y profesora de la Universidad Torcuato Di Tella en Política y Financiamiento de la Vivienda, por su especialidad en el seguimiento de la economía internacional, y en particular del estado del Mercosur.

¿Cómo ve a la economía nacional, en general?

— Como ha ocurrido desde los años 70 nos encontramos transitando un episodio de alta inestabilidad macroeconómica de corto plazo con un nuevo intento, también cortoplacista, de llevar a la economía a una situación menos crítica.

El inesperado escenario internacional le abre a la Argentina una perspectiva inédita de crecer hacia afuera, pero una vez más pareciera que el gobierno de turno no lo aprovecha ¿Por qué cree que ocurre eso?

— En primer lugar, las ideas del desarrollo se fueron moviendo desde estrategias que usaban a las exportaciones como pivote principal del crecimiento hacia estrategias más balanceadas a medida que el crecimiento de los países avanzados fue disminuyendo y sirvió menos como factor impulsor en el mundo. Sin embargo, las economías en desarrollo de ingresos medios altos, que es el “vecindario” donde se mueve la Argentina muestran una participación del comercio en su PBI del orden del 30% frente a un pobre 11% de nuestro país. Eso significa que la Argentina está retrasada y todavía debe recorrer el camino de aprovechar el impulso exportador si quiere seguir creciendo.

“En el ‘vecindario’ donde se mueve la Argentina muestran una participación del comercio en su PBI del orden del 30% frente a un pobre 11% de nuestro país”

En segundo lugar, tanto los precios de los recursos naturales como los precios industriales internacionales son fluctuantes. En el caso de los primeros influyen situaciones climáticas, aumentos de demanda (como el de China) o situaciones tan críticas como la invasión de Rusia a Ucrania, dos países productores agrícolas y de energía muy importantes. En el caso de la industria, los precios se mueven al ritmo de los cambios tecnológicos. Por lo tanto, aprovechar los ciclos de precios altos de los productos en los que somos exportadores netos (el 60% de nuestras exportaciones actuales son de la agroindustria) es fundamental porque la ganancia en crecimiento es inmediata al disponer de mayores ingresos de divisas para invertir. Las inversiones totales anuales en la Argentina rondan el 16% del PBI, por debajo de los países comparables que superan el 23% del producto.

"Aprovechar los ciclos de precios altos de los productos en los que somos exportadores netos (el 60% de nuestras exportaciones actuales son de la agroindustria) es fundamental porque la ganancia en crecimiento es inmediata al disponer de mayores ingresos de divisas para invertir"
"Aprovechar los ciclos de precios altos de los productos en los que somos exportadores netos (el 60% de nuestras exportaciones actuales son de la agroindustria) es fundamental porque la ganancia en crecimiento es inmediata al disponer de mayores ingresos de divisas para invertir"

Por último, si bien hay razones claras para crear un clima pro-exportador en la Argentina, la política tiene plazos más cortos y además, actualmente, responde a las urgencias sociales con medidas de controles (de cambios, de precios, mayores impuestos) que no se alinean con las buenas prácticas que vemos en otros países vecinos. Así, aunque las iniciativas de políticas industriales puedan ir en el sentido esperado para reducir costos de exportación, por sí solas no pueden compensar la ausencia de señales claras hacia la convergencia macroeconómica y hacia un proyecto de país exportador como objetivo de mediano plazo.

¿El espacio que desde el primer día no ocupa el país en la provisión de más alimentos y energía, y que lo toman otros, lo podrá recuperar después?

— La Argentina tiene una gran ventaja que es la de contar con un amplio abanico de productos provenientes de los recursos naturales que le permiten sobrellevar mejor los ciclos de precios internacionales y también adaptar su oferta a la demanda mundial. Además, sólo representa 0,3% del comercio internacional, aunque en algunos productos tenga un cierto liderazgo (nuestra participación en las exportaciones mundiales de alimentos es del 2,3%). Por lo tanto, siempre habrá espacio para más producción interna, pero lo que sí podemos perder son oportunidades de escalar en el valor agregado de los productos agroindustriales ya que allí los mercados son más selectivos e importa la calidad y la adecuación de la oferta al gusto del consumidor. Un buen ejemplo ha sido el caso de los vinos y su transformación desde una oferta estándar local a ganar premios internacionales de calidad.

“Podemos perder oportunidades de escalar en el valor agregado de los productos agroindustriales en las exportaciones”

¿Cómo se proyectan los precios internacionales de las materias primas, en particular de los alimentos primarios que exporta el país, y el gas que importa, así como los costos y disponibilidad de fletes?

— Los precios internacionales de los alimentos básicos y del petróleo son semejantes o algo superiores ya a los precios del pico de 2007-2008 (se puede ver en el gráfico) que desencadenaron una serie de protestas particularmente en África y sur y este de Asia. El gas, por su parte, es el producto básico que más subió con respecto a ese episodio anterior debido, entre otros aspectos, a la recuperación de la actividad post-pandemia y al retraso de la oferta en ponerse en marcha, a lo que más recientemente se sumó el conflicto Rusia-Ucrania. Este último factor crea gran incertidumbre sobre cuánto se prolongarán los precios altos, sobre todo en el caso de la energía. Pero en ausencia de nuevas disrupciones y si se lograra alguna solución inmediata al conflicto armado, la normalización de los mercados no se podrá lograr en menos de dos años en el mejor escenario. Lo mismo ocurrirá con los fletes, cuya regularización está en curso. El Indec publica ahora una serie muy interesante sobre la evolución del precio del flete de nuestras importaciones y ese valor casi se duplicó en el último año.

Fuente: FIEL con datos del Banco Mundial
Fuente: FIEL con datos del Banco Mundial

¿El tipo de cambio está en niveles competitivos, o la erosión de la inflación supera el efecto de alguna mejora indirecta por la apreciación de la moneda del mayor socio comercial de la Argentina?

— En una economía con tanta incertidumbre y muy alta inflación es muy difícil que cada empresa exportadora e importadora pueda determinar si el tipo de cambio corriente es el que le asegura un resultado razonable para sus negocios. A este aspecto negativo tenemos que sumar que el mercado cambiario tiene un dólar para transacciones comerciales que es la mitad del dólar para operaciones financieras. La historia nos ha enseñado que en esas situaciones las decisiones están afectadas por expectativas de devaluación y se resta incentivo a las exportaciones.

“El mercado cambiario tiene un dólar para transacciones comerciales que es la mitad del dólar para operaciones financieras”

En la última Revista de Análisis de Coyuntura de FIEL, junto con Guillermo Bermúdez, destacaba: “El comercio mundial agropecuario: altos precios con nuevos riesgos y oportunidades” ¿Aparte de lo mencionado anteriormente qué agregaría, con independencia de la economía nacional?

— En esa nota repasábamos la situación de los mercados internacionales agropecuarios, que siguió agravándose y decíamos que la Argentina y Brasil enfrentan una oportunidad para coordinar esfuerzos y consolidar su rol de abastecedores internacionales de alimentos confiables y comprometidos con la seguridad alimentaria. Por un lado, se encuentra su actividad económica de los dos países como abastecedores con posibilidades de crecimiento de la oferta que debe fortalecerse. Por otro, ambos países coordinados podrían participar activamente en las iniciativas del G20 sobre seguridad alimentaria, promover con acciones propias el segundo objetivo del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para poner fin al hambre en el mundo y contribuir con conocimientos agro-tecnológicos, que es una actividad destacada de los institutos de investigación especializados en ambos países, entre otros caminos posibles. Esas acciones nos darían un lugar visible con múltiples interlocutores en un mundo cada vez más regionalizado.

"En la última década se convirtió en un abastecedor principal de esos productos al Mercosur, cambiando significativamente la naturaleza del comercio intra-regional en América Latina"
"En la última década se convirtió en un abastecedor principal de esos productos al Mercosur, cambiando significativamente la naturaleza del comercio intra-regional en América Latina"

¿Estimó cómo está el nivel de productividad de los factores en la Argentina y su comparación con su mayor socio comercial, Brasil?

— La Argentina y Brasil han evolucionado en forma muy diferente. Brasil pasó de ser un país exportador industrial de ingresos medios a una economía fuertemente agroexportadora y diversificada. Su ventaja ha sido su macroeconomía más ordenada y su atractivo como mercado de 200 millones de habitantes que permitió la llegada continua de importantes flujos de inversión extranjera directa. Pero, aun así, el crecimiento económico del Brasil no ha sido satisfactorio. Ambos países se autoimpusieron limitaciones al desarrollo al mantener sus economías con un bajo nivel de inserción internacional dentro del Mercosur.

“Un ejercicio sencillo pone en evidencia los problemas de competitividad de Brasil y la Argentina”

También, ambos países enfrentaron la competencia internacional de China en productos industriales, al punto que en la última década se convirtió en un abastecedor principal de esos productos al Mercosur, cambiando significativamente la naturaleza del comercio intra-regional en América Latina. Un ejercicio sencillo pone en evidencia los problemas de competitividad de Brasil y la Argentina. Tomando el indicador de exportaciones por habitante, es decir, cuántos dólares por habitante puede generar cada economía y acotando la comparación a economías de tamaño intermedio y de nivel de ingresos en un entorno de ambos países, como se muestra en el gráfico, la Argentina y Brasil se encuentran abajo en la lista con USD 1.386 y USD 1.090, respectivamente.

Fuente: FIEL con datos de Unctad y Banco Mundial
Fuente: FIEL con datos de Unctad y Banco Mundial

País de contrastes con el resto del vecindario

Dada su experiencia en el análisis de las relaciones internacionales vinculadas con el comercio de bienes y servicios ¿Qué factores hoy afectan más a la productividad y competitividad?: el sesgo antiexportador -pese a que por los precios internacionales se proyecta un nivel récord de divisas por ventas al resto del mundo-, o el deterioro de la capacitación de la oferta laboral y la emigración de talentos?

La Argentina es un país de contrastes, como ya comentamos. Tiene abundantes recursos y sigue formando excelentes profesionales cuyas aspiraciones los llevan a hacer experiencias internacionales. En otros países en desarrollo, esos talentos regresan y suman al capital humano. Sabemos que hay una asociación entre la inversión en I+D y el flujo de talentos. Hoy el mundo, además, demanda talentos para los nuevos mercados de servicios tecnológicos, lo que ha aumentado la competencia por ese recurso. La comparación internacional ayuda, nuevamente, a entender el problema. La Argentina invierte al año sólo el 0,5% de su PBI en I+D al año frente al 1,4% de Brasil y más del 3% en los países más avanzados. Pero, a la vez, seguimos teniendo una tasa de escolarización terciaria que es un tercio superior a la de países de ingresos comparables. En esas condiciones no es raro que los recursos formados encuentren oportunidades más variadas y mejores en el resto del mundo.

“La Argentina invierte al año sólo el 0,5% de su PBI en I+D al año frente al 1,4% de Brasil y más del 3% en los países más avanzados”

Comentamos ya que las inversiones de todo tipo son muy bajas en la Argentina, lo que lleva a una baja productividad. La pregunta es porqué invertimos tan poco y creo que la respuesta se encuentra en los persistentes errores de nuestra política económica local que incluyen el sesgo anti-exportador histórico. Además, como en el resto de los indicadores económicos, ese sesgo muestra fluctuaciones cíclicas muy significativas que sintetizan los intentos sucesivos de cambio de rumbo con cada cambio de gobierno. Una ilustración de esos cambios la muestra un índice que mide el incentivo para vender al mercado interno (tipo de cambio más aranceles) con respecto al incentivo para exportar (tipo de cambio menos impuestos a las exportaciones). Ese incentivo es generalmente bajo pero positivo (existe sesgo anti-exportador) en casi todos los países en desarrollo. En el caso de la Argentina ese sesgo ha sido generalmente alto y fluctuante en el tiempo. En los 70 y 80 vender al mercado interno reportaba un 25-30% más de ingresos que exportar. En las épocas de convertibilidad ese sesgo bajó a menos del 10%. Pero a fines de la década del 2010 volvió a subir a más del 20% y sólo ha habido correcciones pasajeras desde entonces. En esas condiciones son pocas los incentivos para que un inversor argentino organice un proyecto exportador, cuyos costos y riesgos, además, son más altos. Este es otro factor que recorta nuestra productividad.

"Tomando el indicador de exportaciones por habitante, es decir, cuántos dólares por habitante puede generar cada economía y acotando la comparación a economías de tamaño intermedio y de nivel de ingresos en un entorno de ambos países, la Argentina y Brasil se encuentran abajo en la lista con USD 1.386 y USD 1.090, respectivamente"
"Tomando el indicador de exportaciones por habitante, es decir, cuántos dólares por habitante puede generar cada economía y acotando la comparación a economías de tamaño intermedio y de nivel de ingresos en un entorno de ambos países, la Argentina y Brasil se encuentran abajo en la lista con USD 1.386 y USD 1.090, respectivamente"

El Gobierno insiste con regular la salida de divisas a través del pago de importaciones, pero las compras al resto del mundo no sólo crecen en valor, sino también en cantidades ¿Cómo se explica?

— Entre 2005 y 2011 las importaciones crecieron a tasas anuales muy elevadas que rondaban el 30% anual. Sin embargo, en ese período, la Argentina llevó adelante una política de “administración” de las compras externas, para asegurar saldos comerciales positivos, ayudada por los buenos precios externos. Ese objetivo, ligado a la necesidad de financiamiento del Estado, recortó el ingreso al país de bienes de capital para inversiones. Además, por entonces, los controles debían generar espacio para la importación de petróleo, gas y combustibles, debido a la caída de las inversiones locales y, en consecuencia, de la producción. Ese escenario parece repetirse ahora.

“Para poder crecer la Argentina requiere importaciones de bienes de capital y sus accesorios y de insumos para las manufacturas y la agroindustria”

El rebote fuerte del 49,2% en el valor importado del 2021 con respecto al 2020 parecería natural luego de la contracción de la pandemia de Covid-19 que se sumó a la recesión de 2019. Para poder crecer la Argentina requiere importaciones de bienes de capital y sus accesorios y de insumos para las manufacturas y la agroindustria y todavía estamos en una etapa de normalización de esos flujos. Además, como en el pasado reciente, las compras externas de combustibles y energía tendrán mayor participación en la importación. El problema de los controles es que se asignan las divisas sin que se pueda asegurar la eficiencia y siguiendo la inercia productiva, hay menos lugar para innovaciones. La expectativa de devaluación y de mayores controles también llevan a anticipar demandas.

¿Una reflexión final?

Nuestro descrédito como país en la macroeconomía contrasta fuertemente con las oportunidades objetivas que presenta la Argentina en términos de sus recursos físicos y humanos. Ese descrédito también hace que cada vez se requieran soluciones más consensuadas internamente y que tengan garantes internacionales para retomar el sendero de crecimiento y la normalidad en las relaciones económicas con el mundo. A la vez, la declinación económica de largo plazo que ha suscitado la secuencia de crisis mal resueltas lleva a escenarios sociales cada vez más complejos. Es un círculo descendente de condiciones de vida que se viene prolongando. Tenemos una nueva ventana de oportunidad y me parece urgente que nos organicemos para aprovecharla.

Fotos: Sebastián Pani

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