La historia detrás de la liberación del socio de Tigre acusado de agredir a Fernando Brandán, futbolista de Chacarita: la llamativa resolución

El caso Fernando Brandán sigue generando todo tipo de opiniones. Pero hay una que prevalece sobre todas: la de la Justicia. Quien está llevando adelante el proceso por la agresión al jugador de Chacarita que provocó la suspensión del partido frente a Tigre por Copa Argentina es el fiscal Mariano Zitto, quien en una resolución extraña descargó las responsabilidades de la liberación del hincha detenido en el futbolista y la institución que lo tiene contratado, cuando en realidad por el monto de la pena en expectativa jamás podría haberlo retenido en una cárcel hasta el momento del juicio. Pero hay además otro tema: la calificación legal del hecho, lesiones leves en espectáculo deportivo, podría haber sido aún mayor que la que eligió para tipificar lo ocurrido en la cancha de Arsenal. La primera tiene un máximo de un año y tres meses de prisión. La del artículo siete de la ley 24.192 condena a quien impide con un hecho de violencia la realización de un espectáculo deportivo a tres años de cárcel. Si bien también sería condicional, la diferencia es sustancial.

En el revés de la trama parece haber una necesidad de exculparse por liberar al socio de Tigre, Axel Genes (medida que, se insiste, era lo que correspondía legalmente) o directamente de dudar de la situación vivida por Brandán, que se vio por televisión y cuyos efectos fueron relatados en los medios por la doctora de Chacarita y las autoridades de ese club, y por el propio parte médico del hospital Manuel Belgrano de San Martín, donde fue atendido y quedaron asentadas las curaciones realizadas. Si bien el fondo del asunto es llegar a la verdad de los hechos, la resolución parece alimentar las versiones de que el futbolista fingió una situación para sacar provecho de un hasta ese momento mal resultado deportivo (Tigre vencía uno a cero a Chacarita) minimizando la inaceptable situación de violencia, algo que también se vio reflejado en protagonistas y hasta profesionales del ámbito periodístico.

La resolución también trae un párrafo extraño cuando insta al titular del Aprevide, Guillermo Cimadevilla, a disponer de medidas para que los clubes no entorpezcan la labor de la Justicia. Algunos leen este párrafo en clave de interna tribunalicia, ya que Cimadevilla antes de ingresar como responsable de seguridad deportiva de la Provincia de Buenos Aires era superior del fiscal Zitto, ya que era el adjunto de la fiscalía general de Avellaneda y además tenía a su cargo la violencia en el fútbol. Todo tiene un trasfondo particular, mientras lo que está sucediendo en la Argentina es una brutal violencia en los estadios que se cobró en un mes dos vidas, heridos de bala y arma blanca, dos partidos suspendidos y una sensación de que cualquier cosa puede suceder.

En el caso específico del partido del miércoles, la acusación de falta de colaboración sobre Brandán y Chacarita es porque no hicieron en su momento la declaración como víctimas. Las lesiones leves son un delito de instancia privada, por el cual quien debe instar la acción penal es el agredido. Pero al ser en un espectáculo público se puede actuar de oficio, como por ejemplo sucedió esta semana con la interna de la barra de River, donde el lesionado jamás denunció y aún así la fiscal Celsa Ramírez abrió la investigación. Aquí además hay una arista interesante. ¿Cómo se descubrió que fue Genez quién arrojó la botella? Porque en la zona había un hombre del Aprevide que vio toda la acción y mandó a detenerlo. Es más que obvio que Brandán no podría identificar desde el campo de juego a su agresor, con lo cual la palabra del funcionario es la que cobra valor probatorio. Así que el testimonio del futbolista para culpabilizar al socio de Tigre es más que relativo.

Pero, como si fuera poco, el propio Brandán avisó que iría cuando se sintiera en condiciones junto a su abogado. El plazo para hacerlo es obviamente mayor a las 24 horas que mediaron entre el hecho y la resolución del fiscal. Pero el funcionario judicial parece no creerle. De hecho, escribe textualmente: “Pude observar que el jugador se retiró por sus propios medios, con hielo en la zona que habría sido afectada en el micro de los jugadores, más no en una ambulancia”. Y agrega que mandó a su secretaria en reiteradas oportunidades a la mesa de entrada del edificio del Ministerio Público Fiscal para ver si Brandán aparecía. Quizá una notificación oficial para el día de la fecha o un llamado telefónico al jugador, al club y a su apoderado legal podría haber obrado de forma más efectiva.

Para entender mejor toda la situación se puede ir al antecedente más famoso de agresión a jugadores con suspensión de partido, que fue el Superclásico de Copa Libertadores 2015 entre Boca y River en La Bombonera. Sí, el día del gas pimienta. Ahí tampoco las víctimas declararon de inmediato ni el club organizador en este caso prestó la colaboración requerida, pero la fiscal Susana Callejas, gracias a las imágenes de televisión pudo imputar a cuatro personas, entre ellos Adrián el Panadero Napolitano, y les endilgó lesiones leves en concurso real con el delito de la suspensión del partido. ¿Resultado? Hubo penas de hasta dos años y ocho meses de prisión, que fue la que recibió el hincha Diego Biglia, y suspensión por tres años para ir a espectáculos deportivos como recayó al Panadero.

Es cierto, a veces los protagonistas del fútbol tiran la piedra y esconden la mano. Este cronista lo ha visto en múltiples oportunidades, lo que no significa que la Justicia, si quiere, tenga armas suficientes para actuar y sancionar a aquellos que con su accionar violento manchan a diario las canchas argentinas.