Con clases presenciales y temperaturas bajo cero, ¿cómo se vive en base Esperanza?

Alejados de la pandemia, los antárticos viven una realidad muy distinta de la del resto de los argentinos. La escuela Nº 38, la única del país a la que pueden concurrir los estudiantes, continúa dando clases de manera ininterrumpida.

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En Base Esperanza, actualmente, viven 63 personas. Foto: Gentileza Base Esperanza.
En Base Esperanza, actualmente, viven 63 personas. Foto: Gentileza Base Esperanza.

“Estos días se viven con total normalidad, considerando que estamos naturalmente aislados”, comienza explicando el jefe de la base antártica Esperanza, teniente coronel del Ejército Norman Walter Nahueltripay. En la base, hoy viven 63 personas y, en caso de ser necesario, cuentan con dos médicos militares.

El oficial de la Fuerza explica que, a principios de febrero y ante la posible llegada de casos importados, el ministro de Defensa Agustín Rossi, como medida preventiva, había ordenado la aplicación de un protocolo para recibir a los turistas. Los visitantes debían presentar una declaración jurada de sanidad (Anexo 8 del Reglamento Internacional de Sanidad), en la que el médico y el capitán del barco avalaban el buen estado de salud de la tripulación y de los turistas.

La Escuela Provincial N° 38 “Dr. Raúl Ricardo Alfonsín”, ubicada en la Antártida y que depende de Tierra del Fuego, da clases con total normalidad. Foto: Gentileza Base Esperanza.
La Escuela Provincial N° 38 “Dr. Raúl Ricardo Alfonsín”, ubicada en la Antártida y que depende de Tierra del Fuego, da clases con total normalidad. Foto: Gentileza Base Esperanza.

La base Esperanza, la única en la que pueden vivir familias, tiene una rutina diaria que es respetada por todos. Hoy, a pesar de las bajas temperaturas y a diferencia de las del resto del país, la Escuela Provincial Nº 38 “Dr. Raúl Ricardo Alfonsín” (que depende de Tierra del Fuego) da clases con total normalidad. “Los niños van a la escuela de lunes a viernes, y los fines de semana tienen una vida más hogareña. Los padres aprovechamos al máximo el tiempo compartido con ellos haciendo las tareas, jugando, leyendo un libro o llamando a nuestros seres queridos. Muchas veces, el clima permite realizar caminatas al aire libre”, explica Nahueltripay, quien se encuentra allá junto a su familia.

Nahueltripay, jefe de la Base, junto a su familia. Foto: Gentileza Base Esperanza.
Nahueltripay, jefe de la Base, junto a su familia. Foto: Gentileza Base Esperanza.

Lejos de todo

El jefe de la base, como muchos de los integrantes del Ejército Argentino, está acostumbrado a permanecer alejado de sus familiares; sin embargo, y a raíz del COVID-19, los tiene muy en cuenta. “A lo largo de mi carrera militar, siempre estuve separado de mis padres y hermanos. Incluso, de niño, concurrí a una escuela rural para hacer mi primaria. En ella, me quedaba internado de lunes a viernes. Por supuesto, no me deja de preocupar, como hijo y como hermano, la situación que están viviendo con el tema de la cuarentena”, describe.

´No me deja de preocupar, como hijo y como hermano, la situación que están viviendo con el tema de la cuarentena´, confiesa Nahueltripay, jefe de la Base Esperanza.

“En lo personal, y como antártico, es un sueño cumplido y una gran bendición el poder estar con mi familia compartiendo esta experiencia de vida. En lo profesional, es un gran desafío conducir a hombres y mujeres que dan lo máximo de sí en sus actividades para representar de la mejor manera posible a cada uno de los argentinos ante la comunidad internacional en estas lejanas latitudes de la Patria”, confiesa.

Privilegiados

Los olores, el timbre, el polvo de las tizas, los recreos con amigos, el izamiento de la bandera, estas sensaciones y estos momentos hoy solo pueden ser vividos por ellos: los alumnos y docentes de la escuela de la base.

Hoy, el sonido del timbre, el polvo de las tizas y los recreos con amigos solo pueden ser vividos por los alumnos y docentes de la escuela de la Base. Foto: Gentileza Base Esperanza.
Hoy, el sonido del timbre, el polvo de las tizas y los recreos con amigos solo pueden ser vividos por los alumnos y docentes de la escuela de la Base. Foto: Gentileza Base Esperanza.

A las ocho de la mañana, mientras muchos alumnos argentinos se levantan para ingresar con un link a las clases del día, allí los estudiantes comienzan a llegar con sus mochilas y abrigos a cuestas. Con temperaturas bajo cero, el frío no representa un obstáculo, menos para Mariana Celeste Ibarra, la directora de la escuela, quien junto a su marido e hijos eligió ir, por segunda vez, al continente blanco: “Vinimos en 2018. El año pasado, mis hijos me impulsaron a venir de nuevo para poder repetir la experiencia”.

“Vivo en la casa número 9. Una construcción de material que cuenta con tres dormitorios, living comedor, cocina y baño”, cuenta la docente fueguina, quien, probablemente, al comenzar su rutina diaria, abre las ventanas y, mientras observa el paisaje blanco, se prepara para salir al trabajo, lugar donde permanece hasta las 12 del mediodía. “A la una, retiramos la comida y cada uno almuerza en su casa. A las dos y media de la tarde, volvemos a la escuela para el dictado de los talleres”, añade.

La escuela cuenta con tres aulas, una sala de informática, una cocina, un salón de usos múltiples y una antesala, que es donde los chicos dejan sus camperas y botas antes de ingresar. Foto: Gentileza Base Esperanza.
La escuela cuenta con tres aulas, una sala de informática, una cocina, un salón de usos múltiples y una antesala, que es donde los chicos dejan sus camperas y botas antes de ingresar. Foto: Gentileza Base Esperanza.

Los alumnos asisten a estos talleres, donde realizan actividades como plástica, tecnología, educación física y música. “La escuela tiene tres aulas, una sala de informática, una cocina, un salón de usos múltiples y una antesala, que es donde los chicos dejan sus camperas y botas antes de ingresar a la escuela”, describe.

“La rutina de la escuela comienza a las ocho, cuando tocamos la campana. Luego los chicos izan la bandera con la canción Aurora y compartimos las novedades. Seguidamente, cada nivel va a su aula. A las nueve, ellos desayunan. El personal de la cocina siempre les alcanza algunas masas ricas y caseras para que coman”, relata, al tiempo que detalla que la escuela antártica tiene una modalidad de plurigrado. “Quiere decir que, dentro de un aula, están todos los años. Este año, 2020, tenemos de primero a sexto grado”, agrega.

“Para nosotros hacer soberanía, a través de la educación, es muy importante”, dice con orgullo la directora de la Escuela N° 38. Foto: Gentileza Base Esperanza.
“Para nosotros hacer soberanía, a través de la educación, es muy importante”, dice con orgullo la directora de la Escuela N° 38. Foto: Gentileza Base Esperanza.

El diseño curricular que trabajan es el de la provincia de Tierra del Fuego. A su vez, en relación con los contenidos, estos se van complejizando de acuerdo al año de cada alumno.

Ibarra también menciona que, si bien los alumnos participan activamente y manifiestan estar contentos con las actividades, ella y su marido (Víctor, profesor del establecimiento) desarrollan diferentes propuestas para ir variando las rutinas. Por ejemplo, menciona, organizaron un viernes de cine, oportunidad en la que, junto a las auxiliares de base, hicieron pochoclo para acompañar la peli.

“En este momento, es la única escuela que da clases de manera presencial. Para nosotros, hacer soberanía a través de la educación es muy importante. Estamos muy contentos de poder estar acá y cuidar este pedacito de tierra de nuestra querida Antártida”, finaliza Mariana.

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