Mariano Cohn y Gastón Duprat, directores de Homo Argentum, la película que ha conseguido dos millones de espectadores en Argentina y que cuenta entre sus admiradores con el presidente Javier Milei, aseguran que “hubo opiniones de todo tipo y color” y reconocen que saben “meter los dedos en el enchufe”. La película, que fue estrenada en España esta semana de Navidad, es una colección de dieciséis retratos satíricos, protagonizados por el actor Guillermo Francella. Para el presidente argentino, el argumento del filme “deja en evidencia muchos de los aspectos de la oscura e hipócrita agenda de los progres caviar (woke)”.
“Milei fue un espectador más. No es algo nuevo en nuestras películas, en El hombre al lado (2010), el gobierno de ese momento (presidido por Cristina Fernández de Kirchner) también opinó”, asegura Duprat en una entrevista junto a Cohn, su compañero creativo desde los años 90 en películas como Competencia oficial y El ciudadano ilustre.
No obstante, admiten que ninguno de sus anteriores proyectos tuvo “la dimensión astronómica de Homo Argentum”, tras su estreno argentino en agosto pasado, que trajo controversia, mucha aceptación y, sobre todo, mucho debate. Fueron “semanas y semanas en la televisión, todos los canales a la vez, los diarios, la gente opinando en la calle”, como si fuera “un debate sobre el país” y su “filiación política”, cuando solo es “una obra artística”, dicen los directores. Para Cohn, además, “de alguna manera, también demostró la distancia inversamente proporcional que hay entre la crítica y el público que va y paga una entrada para ver una película”, ya que la recepción en algunos medios especializados estuvo lejos del entusiasmo de los datos de taquilla.
Las opiniones divergentes que ha despertado Homo Argentum han sido motivo de satisfacción para sus creadores. En diálogo con El País, Gastón Duprat subrayó el valor de la controversia en torno a la obra, asegurando que “a favor o en contra, me da mucho placer escuchar los rebotes del film, es un valor la controversia y el pataleo ya que la unanimidad de opiniones respecto a una obra artística me parece triste, eso se lo dejamos a esas películas monumento que algunos llaman necesarias, el reino de la solemnidad: un horror”.
Lejos de pasar inadvertida, Homo Argentum despertó rechazos. “Hubo un coro de voces chauvinistas que arengaron en contra de la película para defender al ser nacional supuestamente mancillado por nosotros”, expuso Duprat al diario español. Según su testimonio, las críticas provinieron de políticos, actores, periodistas, artistas, gremios y hasta instituciones católicas, con algunos críticos llegando al punto de “suplicar a sus lectores que no fueran al cine”. No obstante, Duprat remarcó que la recepción no fue unánime, ya que “a mucha otra gente le fascinó la película: críticos, periodistas, colegas cineastas y actores que la pusieron en lo más alto”.
Por su parte, Mariano Cohn destacó el respaldo del público, asociando la polémica a un éxito en taquilla: “si a ese debate le sumas el público rebosando las salas, con un dos millones de espectadores hasta el momento, la felicidad es completa”, afirmó. Cohn defendió la decisión de priorizar el estreno masivo por sobre la presencia en festivales internacionales, explicando que “el peor destino de una película es ir a dormir a una sala de cine arte o a un museo, es como el lugar donde van a morir las ballenas”, y que en esta ocasión privilegiaron la asistencia popular, incluso rechazando invitaciones a festivales europeos de alto perfil.
El filme también generó incomodidad en ciertos sectores ideológicos. Duprat indicó que “molestó mucho al progresismo porque el cura villero es un estandarte, para ellos es el bien en persona: hoy, en Argentina, los progresistas vienen con crucifijo”, agregando que su intención fue ironizar sobre la figura y el discurso del sacerdote en barrios populares, el cual, según aclaró, se inspira en expresiones reales atribuidas al papa Francisco sobre las “virtudes” de la pobreza.
Cohn, a su vez, celebró un descontento en especial: “hubo quejas airadas de autoridades de la Iglesia en Argentina, lo que me enorgullece”, afirmó a El País. En su análisis, criticó una tendencia del cine nacional a “hacer un culto al pobrismo, filmando la miseria para luego mostrarla en festivales europeos”, una práctica que, según su visión, la película buscó cuestionar y satirizar.
El filme nació de una idea del propio Francella, quien, en pleno rodaje de la serie El Encargado (también creada por Cohn y Duprat en 2022), propuso a los directores ver Los monstruos (1963), una comedia neorrealista italiana dirigida por Dino Risi que les encantó.
“Escribimos cuarenta historias, elegimos dieciséis, y se las dimos a leer al actor, que dijo: ‘Me encantaron, ¿cuál es la que tengo que protagonizar yo?’, y yo digo: ‘No, no, todas’, porque son hombres de esa edad”, relata Duprat.
Entre otros, el actor de El secreto de sus ojos y la serie El encargado, se mete en el papel de un hipócrita director de cine que, “por supuesto, ofendió a” sus colegas, subrayan, pero que “es estrictamente tomado de la realidad”. “La historia también muestra a los directores o actores que aprovechan cualquier premio que ganan para subir al escenario y hacer su homilía a favor de causas nobles, sin entender nada de lo que están diciendo”, aseguran.
La película también trata el tema de la emigración, tanto la que llegó a Argentina desde España e Italia como, sobre todo, la que hace el camino inverso en la actualidad, que, según los directores, no está siendo tratada de manera equitativa. “Es objetivo, a Argentina llegaron 3,5 millones de españoles, 4 millones de italianos. No sé si los jóvenes españoles saben que los recibían en un hotel lujosísimo, el Hotel de Inmigrantes, que estaba en el puerto de Buenos Aires, donde un funcionario les preguntaba qué sabían hacer y les buscaba un trabajo”, relata Cohn.
De todos modos, en una de las historia más incisivas al respecto, los directores prefieren poner el foco en Italia, porque “preferimos que nos sigan queriendo acá, que venimos más seguido”, ironizan, aunque el relato real en el que se basa le ocurrió a un amigo suyo en España, y que tuvo que “salir corriendo”.
Fuente: EFE
Fotos: Pampa Films; Europa Press y archivo.