
La artista Luciana Lamothe, seleccionada para representar a la Argentina en la 60° Bienal de Venecia desde el 20 de abril con su instalación Ojalá se derrumben las puertas brindó una conferencia en la Casa Nacional del Bicentenario (CNB) para repasar su práctica artística de los últimos 20 años, desde la crisis del 2001, cuando comenzó a realizar acciones vandálicas y registrarlas en fotos o videos -como hacer pis en la calle para su obra Meadas- hasta el presente, en que ha sido seleccionada para el evento artístico más destacado a nivel mundial.
“Nos vamos a Venecia en breve pero como no podemos mostrar nada es difícil hablar de eso. Además, la obra se va a construir íntegramente en Venecia y hasta que no esté construida no habrá imágenes. Pero vamos a repasar la obra de Luciana para ver qué elementos se fueron materializando a lo largo del tiempo”, dijo, a modo de bienvenida, la curadora del envío, Sofía Dourron.
Sólo dieron a conocer renders de la instalación que Lamothe (Mercedes, 1975) presentará en la bienal más antigua del mundo, elegida por un jurado entre los más de 60 proyectos que se aplicaron para representar el envío nacional.
La elegida es una megaestructura sinuosa, ondulante, hecha de madera industrializada, de diez metros de ancho, 20 de largo y 4,5 de altura que ocupará la totalidad del pabellón argentino, un espacio de 500 metros cuadrados, con el título Ojalá se derrumben las puertas, frase tomada de un poema de la titiritera Elba Fábregas (1918-1984).

La obra en la ciudad italiana constará de cuatro módulos ortogonales transitables, construidos a partir de tubos para andamios y sobre cada una de las estructuras se suspenden cintas de madera terciada, cuyas curvaturas están dadas por la tensión que ejerce sobre ellas el peso mismo de los materiales, de los objetos que alojan y del público que la transita.
Su búsqueda -había dicho Lamothe al momento de la presentación del año pasado en Cancillería- es “generar una especie de transmaterialidad, donde los materiales duros también pueden ser blandos o los materiales blandos también pueden ser duros. Depende del uso que se le da. En ese sentido hay una propuesta queer en mi trabajo”, había dicho al explicar de qué manera su obra se ajusta al lema de la bienal “Extranjeros por todas partes”.
El conversatorio que tuvo lugar anoche, entonces, se propuso repasar aquellos elementos que a lo largo del tiempo se han evidenciado en el trabajo de la artista, cuya práctica indaga permanentemente en la manera en que los cuerpos se relacionan con los materiales y con la arquitectura, en la transformación y la alquimia de los elementos a los que solemos asignar normativamente ciertas características.

El año 2001 y sus revueltas, con el ruido de cortinas metálicas golpeando y el humo que llegaba de los neumáticos quemados en las calles, hicieron entender a Lamothe, desde la intimidad de su taller, que su obra tenía que volcarse al espacio público. “Y aparece un modo escatológico de hacerlo”, detalló Dourron justo cuando proyectaron fotografías de la obra Meadas. “Empecé a hacer pis en la calle y hacer registros del dibujo que va haciendo el líquido al desplazarse sobre el asfalto. También realicé acciones nocturnas en las que básicamente generaba vandalismo”, dijo, al tiempo que mostró cómo trasladó las herramientas de su taller a un shopping, a un hotel o un baño público, con la idea de “accionarlas” en otro contexto, actividades que filmaba con una cámara digital. Por ejemplo, desarmaba los botones de descarga del inodoro, los separaba de la pared y los tiraba dentro del váter. Luego se iba del lugar, no sin antes registrar la acción. El ring raje fue otra de sus acciones.
“El binomio construcción-destrucción siempre formó parte de mi trabajo -dijo Lamothe-. Aunque ahora me interesa más la idea de transformación”, confió la artista que representará a la Argentina.
Los fluidos fisiológicos del cuerpo vuelven a aparecer para su obra de 2012, cuando en una galería de París presentó la muestra Spit on the cement floor, en la que invitaba al público a escupir sobre el suelo para así fraguar el cemento. La saliva sería protagonista luego de otros de sus trabajos, como aquel espejo que presentó en arteBA, donde el visitante era invitado a escupir. En 2011, en la galería Ruth Benzacar, Lamothe presentó de sus primeras obras realizadas con tubos de hierro, andamios, estructuras, tablas y nudos, “materiales que va a seguir usando hasta la actualidad”, describió Dourron. Fue el comienzo de indagar en una “relación amor-odio con un espacio que me contiene pero también me violenta”, desgranó la artista sobre este elemento vinculado a la arquitectura.

Poco después vendría en su práctica la idea de transitar sobre esos andamios, sobre esas tablas inestables, sostenidas con las estructuras tubulares, una experiencia “vertiginosa, de inestabilidad, donde se prueba la rigidez de los materiales pero también de cuerpo”, acotó la curadora.
“Pienso que el material puede ser rígido o duro según como lo utilices. Esa ambigüedad siempre me interesó mucho, buscar que los materiales se comporten de otra manera. Una madera también puede ser dócil, frágil, blanda”, desarrolló Lamothe mientras se veían imágenes de la mega instalación “Prueba de tensión” que presentó en 2015 en el museo MAR de Mar del Plata.
Para el año 2018, Lamothe empezaría a ensayar con tubos de hierro y la manera de transformarlos, volverlos “flexibles, orgánicos”, cosa que hizo con “una soldadora muy potente, a máxima potencia. Ya no soldaba sino que destruía”, explicó sobre las producciones que se vieron en galería Benzacar pero también como parte de Art Basel Cities Buenos Aires, y que marcaron su “vuelta al espacio público”.
De algún modo, la invitación a transitar por sus obras empieza a generar la idea de cierto peligro. Con la instalación Amorfa, en Microcentro Cuenta 2023, Lamothe presentó una obra que es escultura, instalación y performance al mismo tiempo; un material en constante cambio: una cinta de madera circular, continua, con performers desplazándose por dentro provocaban una tensión que hacían vibrar al material de una manera muy particular. “Se genera una arquitectura con la madera que se convierte en un material completamente blando, donde es super importante el espacio que va a contener al cuerpo”, reflexionó.
Para Dourron, “lo que Luciana propone son formas de habitar el mundo que contienen tanto a la violencia como al cuidado del cuerpo”, algo que se replicará en el pabellón argentino en Venecia, a realizarse con maderas terciadas que van a adquirir en Europa.
En Ojalá se derrumben las puertas, el cuerpo del visitante deberá desplazarse por un recorrido sinuoso, zigzagueante, una pieza que alberga lo performativo y que pone el foco sobre la madera: “Se plantea un paralelo entre el cuerpo y el material principal que es la madera”, aclaró Lamothe.
Es, en resumen, una propuesta de “cómo podemos relacionarnos con el mundo desde otras categorías que no sean industrial-natural, o humano-no humano. Atravesar esos momentos de contradicción y discrepancia para repensar el modo en el que habitamos el mundo, la forma en la que nos relacionamos con el mundo, derrumbando estos binomios”, concluyó Sofía Dourron, al cierre de la charla.
La Bienal de Venecia se realizará del 20 de abril al 24 de noviembre, con más de 90 pabellones nacionales de países -incluida la Argentina- además de una exposición principal, curada por Adriano Pedrosa. El conversatorio tuvo lugar en la Casa Nacional del Bicentenario (CNB), como parte de la exposición Premio Adquisición 8M, donde Lamothe expone su obra Inasible junto al trabajo de otras creadoras, en la muestra que permanecerá abierta al público hasta el 31 de marzo, en Riobamba 985, con entrada gratuita.
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