Felipe Pigna vuelve a la televisión con “la historia emotiva de los argentinos”

“Archivo General de la Emoción”, por la TV Pública, recorre hechos, modas, canciones y publicidades memorables. “Los recuerdos personales importan más que el contexto”, afirma el historiador

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Nueva temporada de "Archivo General de la Emoción", conducido por Felipe Pigna

“Los recuerdos de tu historia personal”, dice Felipe Pigna en diálogo con Infobae Cultura y corrige con elegancia el término historia chica con el que había sido hecha la pregunta, “son quizás más importantes que lo que pasaba en el contexto. La película con la que te enamoraste, el primer baile al que fuiste, la primera salida, el primer libro. La mayoría de la gente que hoy tiene 70 años probablemente no se acuerde de los ministros de Onganía, pero seguro se acuerda de cuando fue a ver Melody al cine”.

Este sábado a las 20 hs. comienza por la Televisión Pública la tercera temporada de Archivo General de la Emoción, una serie documental de trece capítulos presentada por Pigna y que tiene por objeto mirar aquello que en los grandes libros queda en segundo plano, pero que, sin embargo, tienen la potencia de quedar grabada en la memoria. “Como la música”, sigue Pigna, “los 80 y 90 son impensables sin la música: con el walkman y, después, con el discman, andabas por la ciudad te quedaba grabada una imagen con Pink Floyd o INXS”.

Con esa impronta, AGE habló de hechos trascendentales como el regreso de la democracia, los levantamientos de Semana Santa, la guerra de Malvinas, la llegada del hombre a la Luna. Y otros igual de importantes: el Mundial 90, la primera visita de los Rolling Stones, la telenovela de Rolando Rivas taxista, etc. “El programa recorre los hechos políticos y la música, las películas, las publicidades, los juegos infantiles, todo aquello que nos pasaba en un determinado año y su contexto”.

"Los recuerdos de la historia personal son más importantes", dice Felipe Pigna
"Los recuerdos de la historia personal son más importantes", dice Felipe Pigna

¿Por qué tomaron para el primer capítulo de esta edición el año 1960?

—Es un poco como excusa, para hablar también de la década anterior. En el año 60 empezaba una década alucinante, maravillosa, a la que tantos quisieran volver o tantos quisieran viajar: hablamos de la época de Kennedy, de los Beatles, del Che, la psicodelia, el pop, el Mayo Francés. En la Argentina, fue un año interesante y conflictivo, con el gobierno de Frondizi entrando en crisis, el peronismo proscripto, los primeros ecos de la revolución cubana: la industria automotriz empezaba a dar sus pasos importantes en el cinturón industrial de Córdoba. A nivel musical, el jazz impregnaba a Buenos Aires con personajes como el Gato Barbieri y Lalo Schifrin, gente que después triunfó en el mundo.

La política, para los argentinos, siempre actúa como una suerte de embudo: más tarde o más temprano, siempre terminamos hablando de política. ¿Qué pasa en el programa?

—La ponemos en contexto, pero no es el centro. Es imprescindible para ubicarnos qué estaba pasando, quién gobernaba, cuáles eran los conflictos, pero nos dedicamos más a la historia emotiva, a lo que le pasaba a la gente en su cotidiano. Hacemos una referencia histórica de lo que pasaba en la Argentina y en el mundo, pero también nos damos el gusto de ver publicidades, películas, grupos de música. Tenemos ganas de ver eso y creo que la gente también tiene ganas de eso.

Esta temporada arranca con el año 60 y luego cómo sigue.

—Vamos dando saltos importantes. Pasamos al 81, al 77, al 93, al 96. Vamos salteando, no hay un sentido cronológico. El primer programa nos permitía dar un pantallazo sobre los 50 e introducir los 60, porque en esta temporada tenemos varios programas de los 60. Supongo que, si la Televisión Pública sigue existiendo, estaremos hasta febrero en el aire.

Ernesto "Che" Guevara, ícono de los años 60
Ernesto "Che" Guevara, ícono de los años 60

¿Cómo es el trabajo de la producción en cada capítulo?

—Es muy arduo. Primero fijamos la línea de tiempo de todas las cosas que pasaron en ese año. Luego hay una búsqueda exhaustiva de material, tanto en el archivo del canal como en el Archivo General de la Nación, y en distintas fuentes. Armamos el programa a partir de lo que tenemos. A veces nos pasa que queremos contar alguna cosa, pero no lo podemos ilustrar porque las imágenes no existen o no están a disposición en nuestros archivos.

Haciendo referencia a la historia personal, tengo que decirte que, después de haber visto el documental de Quino en Star+, te envidio mucho que lo hayas acompañado a comprar el Citroën del papá de Mafalda.

—Sí, la verdad que fue... ¡Y no solamente eso! Por lo menos dos años de mi vida estuve con Quino, porque éramos vecinos en el edificio de Medrano 119. Él vivía en el sexto piso y yo en el tercero. Apenas me mudé, me lo crucé en el ascensor y él se asombró de que yo lo conociera, porque no era una cara conocida. La conocida era Mafalda, por supuesto; creo que en ese momento ya estábamos por la Mafalda 6. Yo tenía 9 o 10 años, y le confesé mi absoluta admiración. Él se quedó muy sorprendido, me invitó a merendar a su casa, y el día que fui estaba con Alicia, su querida compañera. Ellos no tenían hijos, y yo iba muy seguido a la casa.

Lo veía dibujar, lo acompañaba a entregar los originales a la editorial Abril, a la revista Siete Días. Fue una maravilla. En un momento dado, él decidió que la familia de Mafalda tenía que tener un auto y me dijo si lo acompañaba a la juguetería, que se llamaba “Cachavacha” y estaba justo en la esquina de Medrano y Bartolomé de Mitre. Allá fuimos a comprar el famoso Citroën. Fue increíble haberlo conocido. Era un tipo maravilloso, humilde, tímido y de una capacidad afectiva muy grande. Tengo recuerdos hermosos del querido Joaquín.

Felipe Pigna estrena una nueva temporada de "Archivo General de la Emoción"
Felipe Pigna estrena una nueva temporada de "Archivo General de la Emoción"

Me gustó que en el documental pusieran “Felipe Piña, vecino de Quino”. No ponían historiador, escritor; ponían vecino.

—Sí, me encantó ese detalle. En ese momento yo era eso, era el vecino de Quino.

Hay en tus trabajos —los libros, la televisión— un objetivo pedagógico. Si pudieras hablar con el Felipe Piña profesor, ¿qué le dirías?

—Hablo todo el tiempo con él. La clave de todo empezó en esos casi treinta años de docencia y con la necesidad de que te entiendan, de ser claro, de que sirva lo que decís. En esos años, que fueron la mayoría en el Pellegrini, hicimos cosas muy hermosas, como una producción de trece documentales de Historia Argentina con los alumnos. Estoy eternamente agradecido, y estoy muy orgulloso del profesor que fui. Un profesor de una escuela pública, dependiente de la universidad. Además, me lo recuerdan todo el tiempo, porque vivo encontrándome con exalumnos. En treinta años he tenido miles de alumnos. Es una etapa hermosa de mi vida.

Desde el lugar de historiador, ¿cómo se interviene en los debates de la Argentina?

—Poniendo las cosas en su lugar. Por lo menos, en lo que tiene que ver con mi especialidad. Cuando se dicen cosas completamente inapropiadas, no puedo quedarme callado. Cuando se pone en duda la figura de San Martín sin ningún tipo de argumentos, cuando se lo acusa de agente inglés, cuando uno ve que hay una injusticia con la memoria histórica, siento que, como ciudadano, tengo la obligación de no callarme. Lo mismo cuando se trata del negacionismo, que en muchos países está penado porque no tiene que ver con la libertad de expresión, sino con un delito, que es apología de crímenes de lesa humanidad. Y yo trato de recurrir a la historia como un elemento positivo. Nunca la uso como herramienta de rencor, me parece que es completamente inapropiado.

[Fotos: Prensa Tv Pública / AFP - Family Handout / AMILY HANDOUT]

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