Alma Laprida está creando un sonido futurista con herramientas medievales

La artista argentina radicada en Washington experimenta sonoridades con la trompeta marina, un instrumento antigüo de cuerdas. “No quiero dominarlo, quiero dialogar con él”, dice

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Alma Laprida en el Molten Plains Festival en Texas (Foto: Concepción Huerta / The Washington Post)
Alma Laprida en el Molten Plains Festival en Texas (Foto: Concepción Huerta / The Washington Post)

En 2021, cuando Alma Laprida se preparaba para trasladarse de Buenos Aires a Bethesda, Maryland, hacer las maletas no fue fácil. Regaló algunos muebles, pidió a sus amigos que se quedaran con sus libros y vendió una colección de sintetizadores que había estado utilizando como improvisadora y compositora en la escena del arte sonoro de Buenos Aires. Entonces, Laprida encontró un equipo que llevaba años intacto en su armario. Era su trompeta marina hecha a medida: un instrumento medieval de cuerda que, cuando se arquea, genera un suspiro.

Laprida, que ahora tiene 37 años, recuerda que aprendió a tocarla cuando tenía 19 y que “resonaba totalmente en mi cuerpo”, hasta el punto de que, cuando no estaba tocando el instrumento en un conjunto de música medieval, lo hacía en casa como ejercicio de meditación. En varias noches que pasó en el mundo de las artes escénicas de Buenos Aires, Laprida se encontró llevando su trompeta marina a todas partes, desde museos a discotecas, tocándola de vez en cuando. “Hubo una actuación en la que toqué vestida de monja, pero [el hábito] era todo blanco y llevaba maquillaje de Kiss”, cuenta. “No hay fotos. Lo siento mucho”.

Todas esas aventuras eran importantes para ella, así que cuando su marido aceptó un nuevo trabajo en Washington D.C., se llevó su trompeta marina, una decisión que desde entonces se ha convertido en fundamental para su música. “Mi contexto ha cambiado radicalmente, y eso hace que te plantees muchas preguntas sobre vos misma”, dice. “En Buenos Aires, sabía quién era como artista. Cuando llegué aquí, ya no sabía quién era. Así que era [bueno tener] algo que fuera mío”.

Alma Laprida nació en 1985, en San Miguel, provincia de Buenos Aires (Foto: Samuel Sahlieh / The Washington Post)
Alma Laprida nació en 1985, en San Miguel, provincia de Buenos Aires (Foto: Samuel Sahlieh / The Washington Post)

Afortunadamente, Laprida no tardó en encontrar el local que acoge habitualmente a los músicos y el público más aventurero de la zona, y desde entonces actúa allí con cierta regularidad, interpretando piezas compuestas e improvisadas con su trompeta marina, a menudo pasando su sonido de dos cuerdas por amplificadores y pedales de efectos, aprendiendo lo que puede hacer en tiempo real. “No quiero dominar el instrumento”, dice. “Quiero dialogar con él. Por eso toco de forma muy minimalista. Intento tocar lo menos posible y dejar que el instrumento haga lo suyo... A veces, intento no controlar en absoluto lo que hago. Simplemente suelto un poco el brazo y aparecen estos armónicos”.

Resulta que aprender este instrumento experimentando con él es algo necesario. No hay muchas estrellas de la trompeta marina a las que idolatrar. Pero Laprida dice que esa dinámica también habla del atractivo del instrumento. Es capaz de crear un sonido milenario sin apenas bagaje pedagógico. “Así que Jimi Hendrix es una influencia”, dice. “No me estoy comparando con él. Pero él inventó una forma de tocar. Y siempre hay nuevas formas de hacer las cosas, creo. Eso me gusta. También me gusta recuperar historias que parecen perdidas en el tiempo”.

Fuente: The Washington Post

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