En la vida urbana de Bogotá, el TransMilenio no es solo la columna vertebral del transporte, es algo así como el circo itinerante de la cotidianidad: aquí caben desde los dramas más increíbles hasta los memes de redes sociales.
Para los que creían haberlo visto todo, aquí están las 7 colombianadas definitivas de TransMilenio 2025, la guía oficial para recordar los momentos más memorables del transporte de los bogotanos.
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El pasajero más consentido del sistema de transporte
Abrimos el año en febrero con una escena que conmovió hasta al más malgeniado de los pasajeros. Por primera vez, el “toy” criollo fue el pasajero más consentido: “arropado entre una cobija y sobre las piernas de su cuidadora”, este peludito fue el protagonista junto a una pareja de adultos mayores que derrochaban amor canino y humano a partes iguales. Ella lo sostenía con mucha delicadeza y él jugaba con su hocico en un auténtico “manual de ternura TransMilenio”.
En marzo, llegó la temporada de lluvias y con ella el espectáculo: El Guajiro 69, “influencer” y, por lo visto, nadador olímpico frustrado, en ropa interior, tras dejarle los pantalones a un amigo, nadó de la estación Policarpa a un andén, haciendo la primera competencia de “nado libre versión TransMilenio”. El video fue tendencia, con un millón de interacciones en menos de 12 horas.
Reconciliación en Transmilenio, hasta cena romántica hubo
Llegó abril y con este, el capítulo romántico de la saga. En un bus durante la hora pico una pareja decidió que la reconciliación sabía a pollo asado.
La escena se viralizó: tras terminar lo que parecía una discusión, una pareja comía pollo asado, mientras se secaban las lágrimas.
En mayo, un joven decidió que el cariño sí viaja en transporte público y “no hay distancia que pueda con el amor”: en medio del bus repleto puso a todos los pasajeros a cantarle el cumpleaños a su novia ausente dado que la joven se encontraba lejos. No obstante, encontró la solidaridad en los pasajeros.
Llegando a octubre, la espiritualidad se tomó el articulado con un exorcismo: Biblia en mano, un pastor dedicó estas joyas a un joven vestido de manera poco tradicional: “Grábame y llévale estas palabras a tu sacerdote, a tu satanás... dígale a satanás que ya no tiene salvación, hijo del diablo”. El joven, sin inmutarse, le regaló la clásica “mano cornuda” de rockero.
Llegando a noviembre, las rutas llevaron a París. Aquí el “chefcito” llegó en versión Bogotá: un joven viajó campante mientras una rata gris se acicalaba sobre su gorra. Como en Ratatouille, pero sin champán ni queso, solo con la música de la película y el asombro imperturbable de usuarios que, honestamente, ya han visto cosas peores. Nadie se asustó.
Y una anécdota que no se puede dejar pasar: en pleno febrero el cambio de nombre de la estación CAN a CAN-British Council fue el caldo de cultivo para las bromas del año.
Rápido surgieron joyas como: “Oye mi perro, me puedes llevar a la estación British Council?”, “Nada como la hora del té y una buena vista en Transmilenio después de salir de la estación de British Council”, “Ahora todos los bogotanos como obra de Dios, empezaran a hablar inglés y con el acento británico”. Hasta tutoriales de inglés exprés: “Cuando lo vayan a atracar: Bloody Hell! Cuando no quiere comprar algo: No Thank you, mate”.
Por eso, entre las quejas y las filas infinitas, no hay lugar que recoja mejor el espíritu bogotano que TransMilenio. Ya que no se puede negar que, a pesar de todo, el sistema es la arteria vital de la ciudad, allí fluyen las historias, los personajes exóticos, las peleas, el amor y por lo general los buses.