El precio del euro en Colombia cerró la jornada del 18 de diciembre de 2025 en un promedio de $4.543,87, lo que representó una caída de 1,32 frente al día anterior, equivalente a una variación diaria de -0,03%. Durante la sesión, la divisa europea alcanzó un máximo de $4.565,2 y un mínimo de $4.524,55, reflejando una volatilidad moderada en el cruce EUR/COP.
Si bien no se registraron máximos históricos, el alza en su valor responde a una combinación de factores internacionales, como las expectativas sobre la política monetaria en Estados Unidos y la inestabilidad en los mercados globales, junto con elementos locales que influyen en la oferta y demanda de divisas. En las casas de cambio, el euro se cotizó en un rango de $4.360 para la compra y $4.530 para la venta.
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En los últimos siete días, el euro registra un incremento 1,51%, por ello en términos interanuales todavía mantiene un ascenso del 7,5%.
Respecto a jornadas anteriores, acumuló dos sesiones consecutivas en ascenso. La cifra de la volatilidad fue inferior a la acumulada en el último año, mostrándose como un valor con menos cambios de lo normal en este momento.
Narrativa de mercado
La dinámica de los mercados financieros devolvió al euro un papel central como ancla de estabilidad relativa, en un contexto donde la política monetaria europea ofrece mayor previsibilidad frente a la fragmentación del debate en Estados Unidos. Con una inflación que se ha moderado hasta 2,1% y un crecimiento del PIB de 0,3%, la eurozona transita un cierre de año marcado por la cautela, pero sin señales de deterioro abrupto.
El Banco Central Europeo, al mantener por cuarta reunión consecutiva la tasa de facilidad de depósito en 2,0%, refuerza la percepción de que el ciclo restrictivo quedó atrás, aunque sin abrir todavía la puerta a una relajación agresiva. Este equilibrio permitió al euro sostenerse frente a un dólar condicionado por la incertidumbre institucional y la falta de datos consistentes.
El desempeño sectorial también aporta matices relevantes. La construcción europea mostró un avance interanual de 0,5%, con Alemania contribuyendo de manera positiva, lo que sugiere que algunos segmentos comienzan a estabilizarse tras un periodo prolongado de ajuste.
Sin embargo, los mercados no descartan por completo un giro más restrictivo en el mediano plazo, las probabilidades implícitas de subidas de tasas hacia 2026 rondan el 30%, reflejando la preocupación por eventuales repuntes inflacionarios si los costes vuelven a presionar. Este telón de fondo explica la resiliencia del euro, que se beneficia de una narrativa menos volátil que la de otras monedas principales.
En contraste, Estados Unidos sigue siendo una fuente de ruido más que de dirección clara. La expectativa por el dato de inflación de noviembre se ve empañada por la ausencia de cifras mensuales oficiales desde septiembre, producto del cierre gubernamental. Esta discontinuidad estadística limita la lectura fina de la tendencia inflacionaria y profundiza las divisiones dentro de la Reserva Federal. Mientras algunos miembros abren la puerta a recortes por señales de desaceleración laboral, otros descartan cualquier ajuste antes de 2026. Este desacople contribuyó a que el dólar pierda tracción frente al euro, reduciendo presiones externas sobre monedas emergentes.
Ese entorno es particularmente relevante para el peso colombiano. La menor fortaleza del dólar global, combinada con una referencia europea más estable, crea un marco externo menos adverso para el peso colombiano. A nivel interno, Colombia muestra señales mixtas, pero con algunos elementos de apoyo. La consolidación fiscal, reflejada en un déficit del 6,2% del PIB y una deuda neta del 57,3%, se ve favorecida por operaciones de manejo de deuda que mejoraron el perfil de vencimientos. No obstante, la rebaja de calificación por parte de Fitch recuerda que persisten rigideces estructurales en el gasto público que limitan el margen de maniobra.
Desde la óptica de la demanda interna, el repunte de la confianza del consumidor hasta 17,0% y la revisión a la baja de la inflación esperada para 2025 apuntan a un escenario más constructivo para el peso. Aun así, el ajuste al alza en la proyección de inflación para 2026 sugiere que la convergencia hacia la meta será más lenta de lo previsto, lo que mantiene un sesgo de cautela en los mercados locales.