El padre Giovanny Galvis Ramírez des un religioso antioqueño que combina dos responsabilidades que, de hecho, son exigentes-En Bello, Antioquia, logra atender su ministerio religioso como párroco y, cuando debe, realiza operaciones como integrante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del mismo municipio.
Con más de dos décadas de ordenación sacerdotal y desde 2014 como bombero activo, divide su tiempo entre la parroquia, el colegio y las emergencias.
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Un informe del diario antioqueño El Colombiano destacó que sus jornadas empiezan desde las 7:00 de la mañana con la misa en la parroquia San Fernando Rey, ubicada en Medellín, y continúan con visitas como capellán al colegio La Compañía de María.
Antes de las 9:00, se cambia la sotana por el uniforme de bombero para cumplir labores administrativas y responder a incidentes en la estación. Al final del día, si las circunstancias lo permiten, retorna a sus compromisos pastorales con grupos de oración.
La historia conocida por el medio afirmó que el vínculo entre el sacerdote y el servicio de emergencias surgió durante su labor como párroco en El Rosario de Bello.
Con el impulso y la invitación de Nelson Zuluaica, comandante local del cuerpo de bomberos, y con la inspiración de su abuelo, antiguo bombero en Envigado, inició su formación profesional en Colombia y Estados Unidos. Tras completar la capacitación, asumió un puesto activo.
“Capi, no quiero ser honorífico. Yo quiero salir, quiero atender emergencias”, expresó al comandante Zuluaica para solicitar su inclusión definitiva.
Las responsabilidades como párroco y bombero en ocasiones coinciden. En la emergencia del 24 de junio en el barrio Granizal, por ejemplo, el padre Giovanny debió ceder las misas y priorizar su labor en el frente de atención. Además, en situaciones críticas, ha acompañado espiritualmente a personas que enfrentan el final de la vida, brindando incluso auxilio sacramental en escenarios de emergencia.
La labor de Giovanny Galvis Ramírez ha recibido reconocimientos por parte de la alcaldía de Bello y por la propia institución bomberil, quienes valoran su disciplina y su rigor organizativo en la atención ciudadana. Para el sacerdote, su trabajo responde a una sola fórmula: “el éxito de todo es la disciplina”.
Liberan al sacerdote Carlos Saúl Jaimes Guerrero, tras 40 días de secuestro en zona rural de Cundinamarca
Carlos Saúl Jaimes Guerrero, sacerdote agustino de la Provincia de Nuestra Señora de Gracia, recuperó la libertad la mañana del 27 de julio de 2025, luego de pasar cuarenta días privado de ella en el departamento de Cundinamarca.
De acuerdo con la gobernación, el sacerdote fue secuestrado el 17 de junio en una zona rural del municipio de Viotá y encontrado en buen estado de salud en zona rural de El Colegio.
El padre Carlos desapareció después de salir hacia una finca llamada Casacoima, ubicada en las afueras de Viotá. Pocas horas más tarde, las autoridades hallaron su vehículo abandonado, encendido, sobre un sendero cerca de un barranco.
A partir de ese momento, la Alcaldía, la Policía y la Guardia Nacional desplegaron operativos de búsqueda e iniciaron investigaciones, siguiendo como principal hipótesis el secuestro.
No se recibió ninguna atribución de responsabilidad ni solicitud de rescate por parte de los responsables, mientras la familia ofrecía una recompensa a quien aportara información sobre su paradero. La gobernación señaló que, por petición de los allegados al sacerdote, no se revelarán detalles acerca de las circunstancias de la liberación ni sobre los hechos durante su desaparición.
La comunidad agustina manifestó en un comunicado: “con profunda gratitud, queremos compartir con todos ustedes —amigos, fieles, comunidades religiosas y personas de buena voluntad que nos han escuchado— una noticia que nos llena de alegría: nuestro hermano, el padre Carlos Saúl Jaimes, ha sido liberado”. Finalizaron pidiendo discreción y respeto para permitir que el sacerdote se recupere acompañado de su familia y entorno religioso.