El avance de los vehículos eléctricos (EVs) está transformando el panorama del transporte a nivel global, con un número creciente de consumidores que optan por esta alternativa más ecológica frente a los tradicionales autos de combustión. Uno de los aspectos que más preocupa a los potenciales compradores, especialmente aquellos interesados en adquirir modelos de segunda mano, es la durabilidad de las baterías. Durante años, se ha creído tienen una vida útil limitada, similar al de los teléfonos móviles, que pierden capacidad rápidamente después de unos pocos años de uso.
Peso a eso, uno de los estudios más reveladores al respecto proviene del SLAC-Stanford Battery Center, cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista Nature Energy. Los investigadores descubrieron que las baterías de los vehículos eléctricos pueden durar hasta un 38% más de lo que se había pronosticado en estudios anteriores. Este descubrimiento se basa en un enfoque experimental más cercano a las condiciones reales de uso, en lugar de los tradicionales protocolos de laboratorio, que a menudo no representan cómo los conductores utilizan realmente sus vehículos.
Mientras que en los estudios convencionales las baterías se sometían a ciclos de descarga constantes, lo que no refleja las variaciones de carga y descarga que ocurren en la vida cotidiana de los usuarios, los científicos de Stanford adoptaron un enfoque más dinámico, utilizando perfiles de conducción que incluían aceleraciones y frenadas frecuentes, paradas intermedias y descansos de horas entre un uso y otro. Al hacer esto, los investigadores encontraron que las baterías se comportaban de manera más eficiente y duraban más tiempo.
Este hallazgo también desafía la creencia generalizada de que la aceleración rápida y las frenadas bruscas desgastan más rápidamente las baterías de los vehículos eléctricos. De hecho, el estudio mostró que estas maniobras, podrían ralentizar el proceso de degradación. Según la profesora asociada de Stanford y autora principal del estudio, Simona Onori, los efectos de una conducción más “agresiva” no resultan tan perjudiciales como se pensaba. Al contrario, las condiciones de conducción reales parecen ayudar a las baterías a mantenerse en mejor estado por más tiempo.
Otro aspecto relevante del debate sobre la longevidad de las baterías de los vehículos eléctricos es la percepción pública de las baterías de segunda mano. Durante mucho tiempo, los consumidores han considerado son una mala inversión debido al temor de que las baterías no aguanten mucho tiempo, lo que lleva a que los precios sean relativamente bajos.
Un estudio realizado por la empresa Geotab, especializada en telemetría de vehículos, reveló que las baterías de los EVs experimentan una degradación mucho más lenta de lo esperado. De hecho, según el análisis de los datos de más de 5,000 autos, la capacidad de las baterías disminuye solo un 1.8% anual, lo que sugiere que después de 10 años, podrían mantener hasta el 82% de su capacidad original. Esto es significativamente más de lo que las garantías de las baterías prometen, que suelen cubrir un 70% de capacidad después de ocho años.
Este fenómeno también se observa en vehículos específicos como los BMW i3 y los Tesla Model S. Un análisis de vehículos de la marca BMW mostró que, después de 10 años de uso, todavía mantienen más del 80% de su capacidad original, lo que supera las expectativas iniciales de durabilidad.
Además de estos estudios de campo, los avances en la gestión de baterías también juegan un papel importante en la extensión de su vida útil. El uso de tecnologías avanzadas de software, como las desarrolladas por Elysia, la división de inteligencia de baterías de Fortescue, está ayudando a optimizar el rendimiento de las baterías en situaciones de uso intensivo, como las que se presentan en las flotas comerciales o en el automovilismo de alta competencia.
Elysia está trabajando para adaptar estas soluciones a un público más amplio, con el objetivo de proporcionar a los consumidores más transparencia y control sobre el estado de sus baterías, especialmente cuando se trata de vehículos de segunda mano. Este tipo de tecnología, aunque inicialmente desarrollada para aplicaciones industriales, podría ser clave para mejorar la vida útil de las baterías a medida que el mercado de vehículos eléctricos continúa expandiéndose.
Sin embargo, incluso si la degradación llega a ser mayor en los últimos años, los estudios actuales indican que las baterías de los vehículos eléctricos pueden superar los 20 años de vida útil, lo que las haría más duraderas que muchos vehículos de combustión interna, cuyos motores suelen requerir reemplazos o reparaciones importantes mucho antes de ese tiempo.