Qatar se nutre de Río y Tokio: Mundiales de Fútbol y Juegos Olímpicos, una relación necesaria

La cita olímpica, no tan relevante para algunos clubes y federaciones, sigue demostrando ser una oportunidad que impulsa y jerarquiza a muchos jugadores, además de un evento al cual la actual FIFA se refirió como modelo a seguir.

Compartir
Compartir articulo
El mayor ganador de la historia y la figura de los últimos Juegos: Dani Alves y Richarlison celebran el bicampeonato olímpico ganado en Tokio.

Montar un relevamiento con el fin de descubrir qué deportes encuentran en los Juegos Olímpicos su cumbre quizás sea un ejercicio que solo sirva para realzar la inmensidad de los cinco anillos. Pese a que el fútbol sea una excepción al no experimentar en cada Juego las emociones más intensas -a diferencia de tantísimas disciplinas-, los lazos que atan a la pelota mundialista con la olímpica son estrechos.

En fútbol masculino, la selección más veces campeona del mundo es también la máxima ganadora de medallas olímpicas. Esa selección es Brasil, con cinco y siete, respectivamente. Con miras al inminente Mundial, el entrenador Tite dispuso que a Qatar viajen 26 jugadores de los cuales 12 son medallistas olímpicos. Cinco de ellos se adueñaron de la dorada en Tokio en 2021. Jugadores como Antony y Gabriel Martinelli, dos figuras del equipo campeón, nunca habían sido llamados a la selección mayor antes de los Juegos. Bruno Guimarães, una de las revelaciones que apenas sumaba un puñado de convocatorias, también fortaleció su imagen en Tokio. La figura allí, Richarlison, la terminó de consolidar. Los cuatro sacaron boleto hacia su primer Mundial. El quinto fue Dani Alves, a quien el título olímpico lo catapultó como el jugador más ganador de la historia. Cabe debatirse si la consideración que supieron ganarse los jóvenes hubiera sido la misma de no haber superado con creces la primera prueba intercontinental, que se dio precisamente en un Juego Olímpico.

En Asia, asimismo, Ángel Di María le presentó al mundo su inextinguible especialidad, definir de emboquillada en finales. “Picarla” dirían en Argentina, su tierra, en la que muchos de sus clubes vienen evidenciando una preocupante apatía por el escudo olímpico al negarse a ceder a sus jugadores. Di María concretó su gesta en el Nido de Pájaros de Beijing, en 2008. 13 años más tarde, el equipo japonés, también en un Juego Olímpico –el suyo- le avisó a todo un país que podía competir contra los seleccionados más poderosos. De aquel plantel nipón que disputó los seis partidos en Tokio 2020, una docena de jugadores aterrizará en Qatar. Acá, una lógica similar a la de los brasileños dorados: además de los méritos en sus clubes, ¿cuánto influyó en la ponderación que hayan demostrado estar a la altura una instancia tan pesada como la de rendir delante de toda su gente?

Considerando solo las últimas dos finales olímpicas, hay 20 jugadores seleccionados para el próximo Mundial. Dos equipos de jugadores de campo completos. Los involucrados en aquellas finales fueron tres campeones del mundo y olímpicos en los que reina la feroz competencia interna y la renovación permanente: Brasil, Alemania y España.

Si de finales se trata, el olimpismo llevó a Javier Mascherano a ostentar un récord del cual sólo él en Argentina puede jactarse: dos medallas doradas. Aquello que se le negó en cuatro Mundiales, lo consiguió en dos Juegos consecutivos. Puskas contó alguna vez que “fue durante los Juegos Olímpicos cuando nuestro fútbol comenzó a fluir con verdadera fuerza. Era un prototipo de fútbol total”. Para que hubiera una Hungría revolucionaria y finalista en 1954, antes debió existir una campeona olímpica en 1952. Fue una final olímpica la que también terminó de elevar los apellidos Kanu y Okocha, por ejemplo, que luego de su hito dorado en Atlanta 1996 saltaron hacia la élite de Europa.

Los «Super Eagles» de Nigeria celebran su título olímpico en 1996, tras derrotar a Brasil en las semifinales y a Argentina en la final.

Desde los albores del siglo pasado a esta parte, uno de los lazos más sólidos se evidencia en el escudo de la camiseta de Uruguay, donde conviven desde la década de 1990 dos estrellas olímpicas y dos mundialistas. Los certámenes olímpicos conquistados por los charrúas, en 1924 y 1928, fueron organizados directamente por FIFA y, fruto de la inexistencia de las Copas del Mundo, se les concedió a ambos jerarquía mundialista. En los festejos del campeonato de 1924 florecieron los términos gol olímpico y vuelta olímpica, acuñados luego por toda la órbita futbolística.

Por su parte, al defender la tesis sobre los beneficios de la organización de una Copa del Mundo cada dos años (resistida por el COI), uno de los fundamentos deportivos esbozados por Gianni Infantino, presidente de la FIFA, trajo a colación al movimiento olímpico: “Los Juegos Olímpicos se llevan a cabo cada dos años, no cada cuatro como pensamos. Se hacen cada dos años con la participación de más de 200 países en el mundo, de modo que son verdaderos Juegos globales”. Infantino bien sabe que encabeza la entidad de un deporte que no distingue entre invierno y verano.

La pose del bicampeón con sus medallas. Javier Mascherano, el único atleta argentino en ganar dos medallas olímpicas doradas.

En la calurosa Qatar, el Mundial va a experimentar por primera vez una sensación bien conocida por los Juegos: una competencia inmersa en plena temporada de clubes. Claro, por él todo certamen ajeno se detiene por un rato, algo que con la cita olímpica no sucede. Además, las próximas ediciones de cada uno practicarán una suerte de enroque. Del modo que Qatar 2022 tendrá espíritu olímpico en el sentido de que se celebrará en una sola ciudad, París 2024 será “mundialista” ya que el certamen futbolístico, una vez más, se llevará a cabo en varias subsedes. Siete en total: París, Marsella, Lyon, Burdeos, Saint-Étienne, Nantes y Niza. Como dato adicional, por primera vez el fútbol femenino concluirá después que el masculino.

El curso olímpico revela que los Juegos han sido una gran vidriera, un trampolín y una referencia para los Mundiales de fútbol. Y lo seguirán siendo.