Cómo “BitBoy” perdió su matrimonio, sus seguidores y su Lamborghini

Ben Armstrong fue en su día el YouTuber de criptomonedas más popular del mundo. Ahora su imperio se ha derrumbado

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Ben Armstrong, a la derecha, en el auto de 350.000 dólares con su entonces socio comercial, T.J. Shedd. (HIT Network vía The New York Times)
Ben Armstrong, a la derecha, en el auto de 350.000 dólares con su entonces socio comercial, T.J. Shedd. (HIT Network vía The New York Times)

Con sus curvas delicadas y su sistema de sonido que brilla en la oscuridad, el Lamborghini Huracán Performante color plateado era una fantasía adolescente hecha realidad: 350.000 dólares de metales aerodinámicos y tapicería liviana, compactados en una carrocería tensa y poderosa. Ben Armstrong lo amaba con todo el corazón.

Cuando empezó a buscar un Lamborghini que comprar, a Armstrong, un evangelizador de las criptomonedas con más de un millón de suscriptores en YouTube, le preocupaba que la búsqueda durara meses. “Creo que tengo que ir a Italia para conseguir el Lambo que quiero”, le dijo a un socio empresario por mensaje de texto. “No quiero conformarme”. Pero la fortuna le sonrió. En el otoño de 2021, un concesionario en Charlotte, Carolina del Norte, envió el Huracán al estudio de producción de Armstrong, ubicado en un suburbio de Atlanta.

Mientras descargaban el Lamborghini de una camioneta de entrega, Armstrong, mejor conocido por el seudónimo BitBoy, soltó una carcajada de alegría. “Quizá hasta se me salió una lágrima”, relató en aquel momento.

Dos años después, Armstrong, de 41 años, ha perdido su empresa de producción audiovisual y gran parte de su riqueza. Sus amigos le dieron la espalda y su esposa le pidió el divorcio. En los últimos cinco meses, Armstrong ha afirmado en incontables publicaciones y videos en redes sociales que fue víctima de una “conspiración criminal” liderada por “terroristas” que se apoderaron de su canal de YouTube. “BitBoy murió”, declaró hace poco.

Los problemas comenzaron en agosto, cuando Armstrong fue expulsado sin ceremonias de su empresa, HIT Network, por parte de un grupo de amigos y socios suyos. Desde entonces, el cisma ha crecido hasta formar un escándalo de gran escala: en los tribunales y en las redes sociales, los varios antagonistas han intercambiado acusaciones de extorsión, robo, acoso sexual y violencia en el lugar de trabajo. Una relación extramatrimonial detonó recriminaciones particularmente intensas. Y le quitaron el Lamborghini.

Un discurso de ventas bien pulido

Como cualquier vendedor carismático, Armstrong tiene un discurso de ventas cuidadosamente perfeccionado: le gusta decir que él solía ser un tipo común y corriente hasta que las criptomonedas le cambiaron la vida. Tras someterse a un tratamiento por su adicción a las metanfetaminas a principios de los años 2000, asistió a una universidad cristiana y terminó casándose con su asesora de ingresos. Durante algunos años, exploró varios ámbitos de negocios antes de decidirse por el volátil mercado de las criptomonedas.

Un Lamborghini Huracán Performante se le entrega a Ben Armstrong, el influente de las criptomonedas conocido como BitBoy. (HIT Network vía The New York Times)
Un Lamborghini Huracán Performante se le entrega a Ben Armstrong, el influente de las criptomonedas conocido como BitBoy. (HIT Network vía The New York Times)

Empezó a hacer videos en 2017, en su mayoría monólogos de baja calidad tecnológica sobre las noticias de la criptoindustria, pero su canal no se hizo popular sino hasta tres años después, cuando un auge de los precios atrajo a millones de operadores aficionados que buscaban orientación.

Durante la pandemia, Armstrong se hizo de un estudio profesional y contrató a una plantilla pequeña de empleados para producir videos de calidad y edición profesional. En el apogeo del mercado, afirmó que llegó a tener unos 40 millones de dólares en criptomonedas. Pero la línea entre sus finanzas personales y las cuentas corporativas era difusa: la mayoría de esos activos técnicamente le pertenecían a BJ Investment Holdings, una empresa de la cual él era propietario junto con T.J. Shedd, un colega también partidario de las criptomonedas que gestionaba las operaciones de la productora.

Si las criptomonedas son el salvaje oeste de las finanzas, entonces los influentes de esta industria habitan la franja más salvaje de esa frontera. Los youtuberos más populares --que cambian bruscamente de dirección entre soliloquios honestos sobre los recortes a las tasas de interés de la Reserva Federal y promociones apasionadas de monedas que llevan nombres de animales de caricatura-- cuentan con públicos enormes y tienen influencia sobre el tipo de operadores intradía obsesionados con el internet que impulsaron el llamado frenesí de memes de acciones en 2021.

La primavera pasada, mientras el mercado de las criptomonedas batallaba para recuperarse, Armstrong empezó a promover una nueva criptodivisa, BEN Coin, que desarrolló con Cassandra Wolfe, contratista de HIT Network conocida en redes sociales como Duchess of DeFi (la duquesa de las finanzas descentralizadas). Wolfe, de 34 años, ayudó a asegurar el patrocinio lucrativo de Stake, pero el personal de Armstrong pensaba que BEN Coin era una mala idea. Les preocupaba que fuera una manera cínica de ganar dinero y no querían que él promoviera ese proyecto en el canal de BitBoy en YouTube.

Al mismo tiempo, Shedd comenzó a escuchar otras historias preocupantes sobre su socio comercial. En una demanda entablada en septiembre, acusó a Armstrong de “dirigir y desviar ilegalmente” hasta 50.000 dólares al mes para Wolfe, con quien sostenía una relación extramarital. Armstrong también le había robado a la firma decenas de miles de dólares en criptomonedas, según expresaba la demanda. Shedd activó una cláusula en el convenio operativo de la empresa tenedora que le permitió comprar la participación mayoritaria de Armstrong.

Luego vino el golpe final. En septiembre, un inversionista en criptomonedas llamado Carlos Diaz, que se movía en los mismos círculos sociales que los ejecutivos de HIT Network, le pidió a Armstrong que le cediera el título de propiedad del Lamborghini. Diaz alguna vez fue un gran fanático de BitBoy. “Había una conexión espiritual”, aseguró en una entrevista. “De verdad sentía que Dios me hablaba a través de él”.

La manera exacta en que Diaz terminó pidiéndole a su guía espiritual que le diera un auto deportivo de 350.000 dólares sigue siendo objeto de un debate legal considerable. Diaz comentó que había perdido dinero en una inversión grande en BEN Coin y quería vender el auto para recuperar los fondos. Armstrong insiste en que Diaz se presentó como un agente de HIT Network que quería ayudar a la empresa a recaudar fondos. En cualquier caso, Armstrong dijo que se sentía físicamente amenazado y quería llegar a alguna especie de acuerdo.

Los dos años en los que BitBoy fue propietario de un Lamborghini terminaron en el estacionamiento de un Walmart. Donde se encontró con Diaz para completar el papeleo.

“El duque y la duquesa”

En el mundo volátil de las criptomonedas, las acciones de un creador de YouTube pueden subir y bajar con la misma imprevisibilidad que una moneda meme inspirada en una caricatura. Para diciembre, Armstrong ya planeaba su regreso. Con Wolfe a su lado, voló a Las Vegas para anunciar su participación en el “club de la pelea de los influentes”: un evento de boxeo para amantes de las criptomonedas que ocurrirá este mes en la Ciudad de México.

Una tarde, Armstrong estaba socializando con Wolfe y unos cuantos otros criptoinfluentes en el patio de Gold Spike, un bar del centro donde él promocionaba el evento. Más que nada, quería hablar del Lambo que había perdido.

“Está en una sala de exposición en Fort Lauderdale”, les explicó a sus amigos, entre quienes estaba un youtubero conocido como Crypto Keeper. “Tengo fotos”.

Cuando la conversación viró hacia temas menos interesantes, Armstrong se acercó a Wolfe y acarició su cabello. Crypto Keeper se inclinó y susurró al oído de Armstrong.

“El duque y la duquesa”, murmuró. Armstrong sonrió. “El duque y la duquesa”, repitió.

Luego de que su amorío salió a la luz, Armstrong publicó un video en el que él y su esposa, con quien tiene tres hijos pequeños, prometían sobrellevar la crisis y mantener unida a su familia. Por un tiempo, Armstrong pensó que ambas mujeres lo apoyarían: en una de las primeras audiencias de su demanda contra HIT Network, se sentó en la sala del tribunal con Wolfe de un lado y su esposa, Bethany, del otro.

Después, en octubre, su esposa pidió el divorcio.

En Las Vegas en diciembre, Armstrong y Wolfe se hicieron tatuajes iguales del logotipo de BEN Coin, una serie de flechas entrecruzadas que ilustran el eslogan de la criptodivisa. “Be Everywhere Now” (estar en todas partes ahora). Wolfe declaró que BEN Coin era una empresa seria, una manera de motivar a la gente a incursionar en la criptoindustria. Junto con Armstrong, está trabajando en un acuerdo para ofrecer la moneda en cajeros automáticos especializados cubiertos de fotos de BitBoy, con los dientes apretados y el puño alzado como desafío.

“Se robó mi Lamborghini”

Una semana después, el duque y la duquesa regresaron al tribunal. Armstrong había comenzado el día con una serie de publicaciones en las que acusaba a otro influente prominente de unirse a una “banda de pedófilos” en Tailandia. “Ben está de un humor esta mañana;”, mencionó Wolfe antes de detenerse en un Starbucks cerca del tribunal en Marietta, Georgia.

Armstrong ha demandado a media docena de sus antiguos colegas. Pero la batalla más personal es la que involucra a su Lamborghini. En los expedientes judiciales presentados en Georgia, Armstrong arguyó que fue intimidado y extorsionado para traspasarle la titularidad del auto a Diaz.

En septiembre, Armstrong había conducido hasta la casa de Diaz en las afueras de Atlanta, con una pistola. Se paró en la calle y empezó una transmisión en vivo en la que despotricó sobre el vehículo que había perdido.

“Este hombre me está extorsionando”, le dijo Armstrong a la policía luego de que llegaron a intervenir. “Se robó mi Lamborghini”.

Ahora, se preparaba para argumentar eso mismo en un tribunal del condado de Cobb.

Luego de unas dos horas, la jueza Jana Edmondson-Cooper falló a favor de Diaz. Un caso de extorsión implica la apropiación indebida de la propiedad de una persona, y la jueza concluyó que Armstrong no había aportado pruebas de que el vehículo “no fuera de la compañía”.

Resulta que el Lamborghini de los sueños de BitBoy en realidad jamás le perteneció. Armstrong azotó su mano contra el escritorio. “La jueza está coludida”, exclamó de camino al ascensor. Dos miembros de su equipo jurídico intercambiaron miradas; su cliente tenía antecedentes de hacer publicaciones inmoderadas en redes sociales. “Toma su teléfono”, le ordenó uno de ellos a Wolfe.

BitBoy quedó herido. No iba a recuperar su auto. Las capturas de pantalla del video en el que lo arrestaron se estaban convirtiendo en memes interminables. Y el nuevo canal languidecía con 90.000 suscriptores, una diminuta fracción de los 1,5 millones que seguían a BitBoy en su mejor momento.

“Yo nunca gano”, dijo Armstrong enfurecido al salir del tribunal.

Pero, al poco tiempo, su vieja bravuconería estaba de vuelta. Unos días después, BitBoy ya estaba en busca de la próxima gran oportunidad, los precios volverían a subir.

“Soy una persona muy compleja e incomprendida”, afirmó. “Seré rico de nuevo. Todos los saben de una forma u otra. Solo es cuestión de cómo y cuándo”.

c.2024 The New York Times Company