Cuál es el estado emocional de los niños y adolescentes a más de un mes de cuarentena obligatoria

El aislamiento social preventivo y obligatorio impactó en toda la población, sin importar el rango etario, entre ellos los más jóvenes. Recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría sobre lo que deben tener en cuenta los adultos responsables

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Hubo un quiebre de lo cotidiano, lo conocido, los hábitos más básicos, el entramado social se desarticuló (Shutterstock)
Hubo un quiebre de lo cotidiano, lo conocido, los hábitos más básicos, el entramado social se desarticuló (Shutterstock)

A más de un mes del inicio del aislamiento social preventivo y obligatorio, en una porción muy grande de los hogares se encuentran viviendo niños o adolescentes que al igual que los adultos están viviendo una situación sin precedente alguno.

“Esta cuarentena nos agarra a todos teniendo que improvisar en relación al trabajo, a las rutinas en casa, a las actividades para realizar dentro de una nueva cotidianeidad. No estábamos preparados para esto y los chicos tampoco. Sabemos que la necesidad de movimiento es fisiológica y que es una de las características principales de la infancia. Por mal que nos pese, esta cuarentena pone en stand by a la niñez. La mayoría pasa más tiempo con las pantallas que lo habitual sin tener la posibilidad de descargar el exceso de estímulos que están recibiendo, lo que puede , además, tener efectos en sus estados de ánimo y volverlos más ansiosos e irascibles”. La licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) destacó en una nota con Infobae que los niños están “tan desconcertados como los adultos con esta convivencia 24x7, con que nadie salga, con que todos se laven tanto las manos, se limpie tanto la casa, con hacer tarea desde casa todos los días sin que nadie les haya explicado de lo que están hablando, sin compartirlo con sus amigos”.

En este contexto, la Sociedad Argentina de Pedíatria (SAP) reveló que están observando diferentes manifestaciones en este grupo etario:

Con un aumento significativa de la angustia en niños y adultos, la situación actual confronta a una gran incertidumbre y no hay respuestas. “¿Cuándo termina esto? ¿Cuándo puedo ver a los abuelos? ¿Cuándo voy a la plaza? ¿Cómo me curo si me contagio? ¿Te vas a contagiar? ¿Cuándo vuelvo al colegio?”.

Es muy difícil generar situaciones de aprendizaje, porque falta un encuadre que sostenga la actividad, padres y madres que, además de hacer su trabajo, deben asumir el rol de docentes (Shutterstock)
Es muy difícil generar situaciones de aprendizaje, porque falta un encuadre que sostenga la actividad, padres y madres que, además de hacer su trabajo, deben asumir el rol de docentes (Shutterstock)

Esta de más decir que hubo un quiebre de lo cotidiano, lo conocido, los hábitos más básicos, el entramado social se desarticuló. Todos estos cambios desestructuran y pueden producir distintas inhibiciones: en la acción, en lo emocional, en el estudio, entre otras:

-La pulsión de muerte ronda permanentemente por las noticias y los comentarios constantes, se re-significan pérdidas anteriores y se temen pérdidas futuras. Aparecen miedos nuevos o que ya se habían superado, pesadillas y trastornos del sueño como una manera de depositar y tramitar allí la angustia que se vive.

-Los más pequeños se sienten más seguros por tener cerca a su familia pero los adolescentes padecen el encierro, no tienen posibilidad de experimentar la tan ansiada independencia y no pueden recurrir a sus grupos de pertenencia, lo que genera malestar, ansiedad y confrontaciones.

-El tema de la escolaridad virtual es muy complejo y genera toda una gama de situaciones y conflictos. No hubo posibilidad de generar vínculos con los docentes por el escaso tiempo que los chicas concurrieron al colegio.

No asustarse ante los enojos, las emociones que desbordan o las crisis de angustia, tratar de escuchar, contener y permitir que los sentimientos sean expresados (Shutterstock)
No asustarse ante los enojos, las emociones que desbordan o las crisis de angustia, tratar de escuchar, contener y permitir que los sentimientos sean expresados (Shutterstock)

De este modo, es muy difícil generar situaciones de aprendizaje, porque falta un encuadre que sostenga la actividad, padres y madres que, además de hacer su trabajo, deben asumir el rol de docentes, hay que turnarse para usar la computadora, los hermanos menores corretean alrededor. En definitiva, las distracciones están presentes permanentemente.

Y es así que el rol social de la escuela queda suspendido en un intento de sustituir las relaciones y vínculos afectivos a través de la virtualidad:

-La falta de actividad física y libertad de movimientos se expresan con fastidio y malhumor.

-Un sector a tener especialmente en cuenta lo conforman los hijos de médicos, ellos sufren particularmente por el alto riesgo al que se exponen todos los días sus madres y padres.

En este contexto, la SAP enumeró cuestiones elementales que sería conveniente que los adultos responsables de los niños y adolescentes tuvieran en cuenta:

-No negar la situación, no intentar hacer de cuenta que no pasa nada. La vida cambió, el mundo no es el mismo y cuando se regrese de a poco a lo cotidiano no nos encontraremos con lo ya conocido porque habrá otros parámetros para moverse y relacionarse. Hay que poder ir hablando sobre esto sin dramatizarlo pero dándole la seriedad que merece.

-No asustarse ante los enojos, las emociones que desbordan o las crisis de angustia, tratar de escuchar, contener y permitir que los sentimientos sean expresados. Si es necesario recurrir a los profesionales que siguen estando disponibles a través de los distintos medios que brinda la tecnología.

Los niños y adolescentes agradecerán que, quienes son responsables por su bienestar, hagan lo necesario para que transiten y salgan de esta crisis con el menor daño posible pero respetándolos, escuchándolos y acompañándolos (Shutterstock)
Los niños y adolescentes agradecerán que, quienes son responsables por su bienestar, hagan lo necesario para que transiten y salgan de esta crisis con el menor daño posible pero respetándolos, escuchándolos y acompañándolos (Shutterstock)

-Hacerse a la idea de que estamos viviendo un momento de gran incertidumbre y aceptar que no tenemos todas las respuestas.

-Bajar el nivel de exigencia propio y con los demás, no pretender llenar constantemente el tiempo con actividades. El concepto de que hay que “aprovechar” para hacer esto o aquello que está circulando no es conveniente cuando se convierte en una obligación de ser productivo. Permitirse y permitir estar aburrida/o o desganada/o o “perdiendo el tiempo sin hacer nada”.

-Aceptar que el año escolar será muy particular, se darán los contenidos que se puedan y se aprenderá lo que sea posible.

-No pretender pasar por esta situación sin que se produzcan pérdidas a nivel emocional, social, monetarias, educativas, entre otras, es inevitable.

Es así que los niños y adolescentes agradecerán que, quienes son responsables por su bienestar, hagan lo necesario para que transiten y salgan de esta crisis con el menor daño posible pero respetándolos, escuchándolos y acompañándolos.

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