Los 62 años de Andrés, el príncipe que pasó de hijo favorito y “héroe militar” a ser la vergüenza de la corona

Repudiado, descastado, lejos de sus privilegios de clase. El tercer hijo de la reina Isabel, que por su actuación en la guerra de Malvinas fue considerado un héroe para los británicos, hoy avergüenza a la familia real. Después de ser acusado de abuso sexual de una menor fue privado de honores y cargos y vive sus días apartado de todas sus funciones

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El príncipe Andrés y la reina Isabel en una foto de archivo. Hoy el hijo favorito de la reina cumple 62 años mientras los británicos se preguntan cómo hombre que alguna vez fue para ellos un “héroe” en la guerra de 1982 se convirtió en un gigantesco fiasco (EFE)
El príncipe Andrés y la reina Isabel en una foto de archivo. Hoy el hijo favorito de la reina cumple 62 años mientras los británicos se preguntan cómo hombre que alguna vez fue para ellos un “héroe” en la guerra de 1982 se convirtió en un gigantesco fiasco (EFE)

En la miniserie que es furor en Netflix, Inventando a Ana, hay una escena donde la protagonista se cuestiona que mientras ella fue encarcelada, los ricos y poderosos “nunca pagan sus errores”. En la escena siguiente se ve a uno de esos ricos y poderosos, condenado. No termina en una cárcel de alta seguridad ni en una prisión premium, pero cuando intenta usar su cancha habitual, la 1 de tenis destinada a los vip, le asignan la 12 y los que lo consideraban un par, le escapan. Para una persona acostumbrada a vivir los privilegios de clase como derechos, el menosprecio resulta mucho peor que la cárcel. Si el príncipe Andrés vio la serie seguramente se sintió identificado.

Esta semana trascendió que el duque de York llegó a un acuerdo económico con Virginia Giuffre, la estadounidense que lo acusó por abuso sexual cuando ella era una adolescente de 17 años. A diferencia del español Iñaki Urdagarin, otro noble caído en desgracia condenado por corrupción, al príncipe británico este acuerdo y sus privilegios de royal, lo librarán de la cárcel pero no de la humillación de haber sido privado de sus honores militares y apartado de sus funciones oficiales. Hoy el hijo favorito de la reina Isabel cumple 62 años mientras los británicos se preguntan cómo ese hombre que alguna vez fue un “héroe” en la guerra de Malvinas cuatro décadas después se convirtió en un gigantesco fiasco.

El duque de York llegó a un acuerdo económico con Virginia Giuffre, la estadounidense que lo acusó por abuso sexual cuando ella era una adolescente de 17 años y se encontraban en la mansión de Jeffrey Epstein. Según el diario inglés The Telegraph, la cantidad total se acerca de los 16 millones de dólares (EFE)
El duque de York llegó a un acuerdo económico con Virginia Giuffre, la estadounidense que lo acusó por abuso sexual cuando ella era una adolescente de 17 años y se encontraban en la mansión de Jeffrey Epstein. Según el diario inglés The Telegraph, la cantidad total se acerca de los 16 millones de dólares (EFE)

El 19 de febrero de 1960 en el Palacio de Buckingham nacía Andrew Albert Christian Edward, el tercer hijo de la reina Isabel. Aunque sus posibilidades de heredar el trono eran mínimas se convirtió en el favorito de su madre. Con Carlos y Ana, la monarca británica apenas ejerció su rol maternal ocupada con largas y protocolares giras por los países de la Commonwealth, pero con Andrés tuvo revancha.

De pequeño, Andrés ya demostró que podía ser indomable. Según se narra en la biografía Prince Andrew: The End Of The Monarchy And Epstein (Príncipe Andrés: El fin de la monarquía y Epstein) escrita por Nigel Cawthorne, se divertía molestando a su madre y realizando travesuras, algo que hacía las delicias de su padre, el príncipe Felipe: “Se parecía mucho más a él que el tímido y complicado Carlos. De alguna manera, Andrés siempre fue perdonado”, comenta Cawthorne.

El autor rescató el testimonio de uno de sus guardaespaldas, que confesó que “sus modales eran simplemente horribles”. Uno de sus asistentes, incluso, reveló: “Lo he visto tratar a su personal de una manera impactante y espantosa. Ha sido increíblemente grosero con sus guardaespaldas, arrojando cosas al suelo y exigiendo que ‘las recojan’”. Todavía recuerda cuando, durante una visita a California en 1984, se le ocurrió rociar de pintura a los periodistas en una conferencia de prensa, arruinando ropas y cámaras. Posteriormente, el New York Times lo citó diciendo: “Lo disfruté”.

Poco afecto a los estudios, no siguió una carrera universitaria y en 1978 ingresó en la Marina Real Británica. Cuatro años después participó de la guerra de Malvinas (contra la Argentina en 1982, en el Atlántico Sur) como piloto de helicópteros. Aunque tenía un bajo rango de oficial se encargaba de misiones de transporte y rescate. También hizo misiones antisubmarinas para “distraer” a los misiles argentinos. El duque llegó a ser calificado como “héroe de las Falklands”, tal como los británicos llaman a las Malvinas, por su participación en la guerra.

El príncipe Andrés delante de un helicóptro de la Royal Air Force, en 1981 (Keystone/Getty Images)
El príncipe Andrés delante de un helicóptro de la Royal Air Force, en 1981 (Keystone/Getty Images)

Al terminar el conflicto, Andrés volvió convertido en un héroe para los británicos. Si como monarca Isabel estaba orgullosa de su súbdito, como madre se sintió aliviada con el regreso del hijo. Según asegura el biógrafo Andrew Morton desde ese día: “A donde quiera que va, la reina todavía sigue llevando en su bolso una foto del príncipe Andrés del día que regresó de la guerra”. Aunque como militar se ganó el respeto, algunos de sus compañeros de Royal Naval College en Dartmouth lo recuerdan como una persona arrogante y prepotente. “Andrés era muy simpático pero muy consciente de que pertenecía a la realeza. Era un poco un niño de mamá”, le contó a Cawthorne uno de sus superiores.

Con 22 años, un porte aceptable y su fama de héroe, el tercer hijo de Isabel se convirtió en un “soltero de oro”. Vivió algunos romances pero ninguno fue lo suficientemente serio -aunque muchos aseguran que estaba muy enamorado de la actriz erótica Koo Stark, con quien salió 18 meses luego de regresar de la guerra- hasta que llegó a su vida Sarah Fergunson. La joven era de familia aristocrática, dueña de una belleza distinta (pelirroja, pecosa, sin una delgadez de modelo), desinhibida y con una simpatía desacostumbrada para el rígido protocolo real, tanto que no parecía “la” candidata ideal. Se casaron el 23 de julio de 1986, en la Abadía de Westminster. Dos años después, el 8 de agosto del 1988, nació Beatriz y el 23 de marzo de 1990, llegó Eugenia.

El príncipe Andrés y Sarah Ferguson se casaron el 23 de julio de 1986 en la Abadía de Westminster. Dos años después, el 8 de agosto del 1988, nació Beatriz y el 23 de marzo de 1990, llegó Eugenia (Tim Graham Photo Library via Getty Images)
El príncipe Andrés y Sarah Ferguson se casaron el 23 de julio de 1986 en la Abadía de Westminster. Dos años después, el 8 de agosto del 1988, nació Beatriz y el 23 de marzo de 1990, llegó Eugenia (Tim Graham Photo Library via Getty Images)

Aunque se los veía enamorados, la convivencia -o mejor dicho la no convivencia- era complicada. Entre las misiones en la Marina y los deberes protocolares, la pareja se veía apenas 40 días al año. Los rumores de infidelidad de ambas partes comenzaron y se confirmaron cuando Fergie fue sorprendida de vacaciones con otro hombre en Marrakech. En marzo de 1992 los duques de York anunciaron su separación.

Nuevamente soltero, se notaba que Andrés disfrutaba los beneficios de su posición pero escapaba de sus responsabilidades. Era habitual encontrarlo en los clubes nocturnos de la Costa Azul (siempre acompañado de alguna señorita) pero no tanto en actividades benéficas o protocolares.

Sin compromisos afectivos se le atribuyeron innumerables romances, casi nunca confirmados pero siempre con chicas sexys. Los más conocidos los protagonizó con la modelo de Playboy Angie Heverhart, con la croata Monica Jakisik, ex de George Clooney, con la estilista Caroline Stanbury y la cantante Kylie Minogue. Sus compañeros del ejército y la prensa comenzaron a llamarlo “Andresito, el cachondo”.

En el libro Sexo, mentiras y dinero sucio de la poderosa élite mundial de Ian Halperin se asegura que el príncipe era un “adicto al sexo” y un “amante atrevido”. ″La mayoría de las mujeres pintaron a Andrés como un perfecto caballero. Una de ellas contó que era un amante muy audaz: no había límites... Una me dijo: ‘Andrés sacudió mi mundo en el dormitorio’, pero se sintió decepcionada porque después de eso no volvió a saber de él”, contó el autor.

Después de abandonar el servicio militar en el 2001, Andrés se convirtió en representante del Reino Unido para el comercio internacional y la inversión. Su tarea era casi soñada: viajar por el mundo vendiendo la marca británica. Pero esto lejos de alejarlo de los escándalos lo llevó a protagonizarlos.

El príncipe Andrés se lanzó en rapel desde un rascacielos británico. En ese momento le preguntaron qué opinaba la reina -es decir su madre- y contestó: “Mamá no está preocupada. Ya conoce mis locuras y está acostumbrada a todo lo que hemos hecho sus hijos durante años” (REUTERS)
El príncipe Andrés se lanzó en rapel desde un rascacielos británico. En ese momento le preguntaron qué opinaba la reina -es decir su madre- y contestó: “Mamá no está preocupada. Ya conoce mis locuras y está acostumbrada a todo lo que hemos hecho sus hijos durante años” (REUTERS)

Pequeña enumeración de sus “servicios” como representante de su reino. Veamos.

Para almorzar con uno dignatario árabe viajó desde Londres a Oxford en helicóptero. El viaje costó 4.300 euros cuando podría haber utilizado el tren para cubrir apenas 70 kilómetros y gastar solo 140.

Gastó otros 45 mil euros para viajar desde Londres a Escocia y llegar a un torneo de golf. Cada vez que se desplazaba aunque las distancias fueran mínimas lo hacía en helicóptero por lo que lo apodaron “Airmiles Andy” (Andy, millas aéreas).

En 2011 llegó oficialmente a Qatar cuatro días después de haber salido del Reino Unido. La demora se debió a que hizo una parada en Azerbaiyán para visitar un spa de lujo donde trabaja una masajista rusa ciega con las mejores manos del mundo.

El príncipe Andrés junto a Peter Nygard, el magnate de la moda acusado de “tráfico sexual, crimen organizado y otros delitos que involucran a docenas de mujeres, entre ellas menores de edad”
El príncipe Andrés junto a Peter Nygard, el magnate de la moda acusado de “tráfico sexual, crimen organizado y otros delitos que involucran a docenas de mujeres, entre ellas menores de edad”

Estuvo en Azerbaiyán ocho veces en seis años, aunque sobre el presidente Ilham Aliyev, pesaban sospechas de fraude electoral y represión a los oponentes.Pasó largas jornadas en el España, en el Real Club Valderrama, conocido por ser unos de los club de golf más exclusivos y caros de Europa.

En un almuerzo en Kirguistán el royal se despachó contra Francia como un país “corrupto”, contra “los idiotas” de la fiscalía antifraude que investigaban por sobornos una operación de venta de armas a Arabia Saudita, contra “los periodistas de mierda” de The Guardian y hasta contra los estadounidenses, “que no saben de geografía, nunca han sabido”.

Durante la primera década del siglo VXXI viajó como enviado a Egipto, Qatar, Bahrein o Kuwait varias veces, todos viajes pagados por el contribuyente británico y sin embargo no logró un solo acuerdo para su país pero múltiples beneficios personales como vacaciones pagas e invitaciones a fiestas exclusivas.

Llegó a Nueva York para expresar su solidaridad luego del ataque contra las Torres Gemelas pero terminó bailando en una fiesta.

Andrés retenía sus títulos honoríficos de pertenencia a ocho regimientos británicos, incluido el de la Guardia de Granaderos, aunque varios militares ya habían pedido que le retiraran sus títulos.  (Getty Images)
Andrés retenía sus títulos honoríficos de pertenencia a ocho regimientos británicos, incluido el de la Guardia de Granaderos, aunque varios militares ya habían pedido que le retiraran sus títulos. (Getty Images)

La corona británica callaba los escándalos de Andrés, pero todo tiene un límite. Se le podía perdonar su predilección por las chicas hot, los gastos extravagantes, ser un pionero del poliamor con su esposa y tener amigos bastante impresentables. Pero si uno de esos amigos es Jeffrey Epstein, condenado por violación y tráfico de menores, la situación ya no es solo un desliz. Pero si además trascienden fotos que demuestran que con ese amigo participabas en fiestas con jóvenes que son niñas, y si además abusaste sexualmente de una de ellas, por más hijo favorito que seas eso ya no son “locuras” sino un delito gravísimo.

Pese a fotos y evidencias, Andrés negaba las acusaciones. Sus respuestas lejos de ayudarlo aumentaban la condena social. Como cuando aseguró que su relación con el delincuente sexual Epstein le había brindado “resultados muy beneficiosos”, porque le permitió conocer gente y prepararse para su futuro papel como enviado comercial.

Ante la magnitud del delito, Isabel mostró que sus deberes como monarca no se negocian. Desde 2019 cuando estalló el escándalo, Andrés abandonó sus funciones públicas, pero este año y en un gesto sin precedentes la Casa Real anunció que “con la aprobación de la reina y su acuerdo, los títulos militares del duque de York y sus patrocinios reales han sido devueltos a la reina”. El hijo favorito de Isabel no podrá tampoco utilizar más el título de “Su Alteza Real”.

Esta semana y a días de cumplir 62 años, se supo que Andrés llegó a un acuerdo financiero extrajudicial con Virginia Roberts Giuffre, la mujer que lo acusa de haber tenido sexo con ella cuando era menor. El pacto puso fin al proceso legal y para el británico significa que no enfrentará un juicio con jurado por abuso sexual en una corte de Nueva York.

El príncipe Andrés en la mansión de Epstein con la joven Virginia Roberts (Eliot Press/The Grosby Group)
El príncipe Andrés en la mansión de Epstein con la joven Virginia Roberts (Eliot Press/The Grosby Group)

En un comunicado el duque lamentó su amistad con Jeffrey Epstein y confirmó que hará una “donación sustancial” a la organización benéfica de Giuffre en apoyo a las víctimas del fallecido financista, quien se suicidó en prisión en agosto de 2019.

“El príncipe Andrés nunca tuvo la intención de difamar a la señora Giuffre, y acepta que ella ha sufrido tanto como víctima de abuso como resultado de ataques públicos injustos”, señala el comunicado del equipo legal del duque. “Se sabe que Jeffrey Epstein traficó a innumerables niñas durante muchos años. El príncipe Andrés lamenta su asociación con Epstein y elogia la valentía de la Sra. Giuffre y otras sobrevivientes al defenderse a sí mismas y a los demás. Se compromete a demostrar su arrepentimiento por su asociación con Epstein apoyando la lucha contra el tráfico sexual y apoyando a sus víctimas”.

El periodista especializado en realeza Omid Scobie aseguró que el acuerdo no cambiará la situación de Andrés en la familia real. “Los honores de los que fue despojado no serán devueltos y todavía tiene prohibido usar HRH. Sin embargo, queda por ver si la institución desempeñará algún papel para ayudarlo a rehabilitar su imagen”.

El acuerdo del príncipe Andrés con Virginia Giuffre en la tapa de The Telegraph
El acuerdo del príncipe Andrés con Virginia Giuffre en la tapa de The Telegraph

Según medios ingleses el acuerdo económico que firmó el príncipe Andrés fue por al menos, £ 7,5 millones, alrededor de USD 10 millones. Pero el diario inglés The Telegraph, señala que la cantidad total se acerca de los 16 millones de dólares (14 millones de euros) y podría ser financiada por la reina Isabel II a través de los fondos de su propiedad privada del Ducado de Lancaster, cuyo valor asciende a más de 31 millones de dólares (unos 27,4 millones de euros). Sin embargo, el secretario privado de comunicaciones de la Reina, Donal McCabe, le manifestó al periódico The Independent que no se ha comentado “nunca” la financiación de los asuntos legales y que “no se hará ahora”.

La prensa británica especula con que Andrés vendería su lujoso chalet suizo. Sin embargo, tendría aún que pagar un importante deuda por esta adquisición, realizada en 2014.

Ser condenado a prisión ya no es una posibilidad para Andrés, sin embargo y por más que haya llegado a un acuerdo económico sabe que vive otra condena: ser un paria. Y para un hombre acostumbrado a los privilegios de clase esa condena puede sentirse peor que la de Al Capone en Alcatraz.

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