Se cumple un año de la brutal masacre de Hamas en Israel, que dejó 1.189 israelíes muertos y 251 secuestrados, y la situación geopolítica en la región es la siguiente: este acto terrorista masivo desencadenó una reacción lógica por parte de Israel en Gaza y desnudó un antisemitismo inmenso en Estados Unidos y Europa.
Además de lo anteriormente mencionado, se produjo un ataque con misiles por parte de Irán, a través de los grupos terroristas que este país utiliza contra Israel: Hezbolá y los Hutíes. Obviamente, Israel atacó las bases y los líderes de estos grupos en Líbano, Yemen e Irán lo que desencadenó una retaliación directa de Irán. Estamos a la espera de la respuesta de Israel.
¿Y como se comportan las potencias mundiales? Estados Unidos apoya a Israel, pero Netanyahu, la verdad, hace caso omiso a las recomendaciones que su socio norteamericano le hace. Europa apoya, con algunas restricciones, a Israel, mientras que China, Rusia y Corea del Norte apoyan a los palestinos, a través de la condena de Israel. Los países del medio oriente apoyan la causa palestina, pero ven con buenos ojos los ataques a Hezbolá, a los Hutíes y a Irán, pues se han convertido en una gran amenaza para todos los países de la región.
¿Y ahora qué? Lo más grave, pero quizás lo más relevante, es la explosión de antisemitismo en Europa y en Estados Unidos. Se destapó el papel de la academia y de la migración en esa nueva narrativa que, sin duda, se convierte en una amenaza a la democracia, y que tendrá que ser contrarrestado con distintas acciones. Lo segundo es la debilidad de Irán, que antes era el nuevo poder del Medio Oriente y ahora podemos verlo en su verdadera realidad, que es distinta a la percepción de poder que se tenía de ellos. Claro, no hay que olvidar que están a punto de ser potencia nuclear, lo que cambiaría para siempre el balance de poder en esa región.
Lo tercero es que se dividió al pueblo israelí. Muchos ven con horror lo que sucede en Gaza y en Líbano, como una parte importante de Occidente, que solo ve ese elemento de la ecuación, y se olvidan que lo que hoy viven tiene una similitud impresionante a lo que vivieron los judíos en la segunda guerra mundial. Es más, dependiendo de lo que suceda hoy el futuro de Israel será seguro o no.
¿Y donde está el símil de la Segunda Guerra Mundial? En 1940, con Gran Bretaña en guerra y Europa invadida por los nazis, 281 miembros del parlamento británico contra 200 votaron por hacer la paz con Hitler y no combatirlo. ¿Se imaginan lo que habría sido del mundo si ese país sigue con Chamberlain de primer ministro y no Churchill? ¿Acaso hoy Israel, con Hamas, Hezbola, Irán e incluso sus socios que marchan en Europa y Estados a Unidos pidiendo “del río al mar” -es decir la desaparición de Israel-, está en menos peligro que Polonia o Francia en 1939?
¿Se imaginan lo que es para un país recibir 10 mil misiles, que es lo que Hezbolá ha disparado contra Israel este último año? ¿O los 2 mil que disparó Irán hace unas semanas? No nos digamos mentiras, la amenaza contra Israel es existencial y hacerla realidad era lo que Hamas pretendió con su ataque bárbaro de hace un año. Que Hezbolá, Irán, Siria, todo el mundo árabe, se volcara a favor de ellos en contra de Israel y en una guerra lograran lo que los apaciguadores cómplices piden en las calles de Londres, París, Washington, New York o en los campuses de Harvard, Columbia etc… “del río al mar”.
Claro, quienes hoy se horrorizan con lo que Israel hace para defenderse, se olvidan de los Acuerdos de Oslo de 1993 o el de Camp David del año 2000, para solo mencionar algunos de esos momentos cuando los palestinos tenían su Estado, pero esas organizaciones radicales lo rechazaron y generaron la ingobernabilidad dentro de los territorios palestinos. También olvidan que en el 2005 Israel entregó Gaza a los palestinos y que desde allí fue desde donde Hamas lanzó ese ataque terrorista.
La verdad, Hamas, Hezbolá, Irán y muchos de los apaciguadores en occidente no es que solo quieran un estado palestino, quieren que Israel desaparezca. Es más, leí por ahí de una supuesta líder de las movilizaciones contra Israel que decía que una sola nación donde judíos y palestinos existieran era posible. Ya lo es, se llama Israel, donde el 21% de sus ciudadanos son árabes de origen palestino. No, eso no les funciona, solo les sirve la desaparición de Israel y la creación de una nueva nación, supuestamente multicultural y multireligiosa. No es ingenuidad lo que tienen, al contrario, esa es la nueva narrativa que van a tratar de imponer para que, si se da, y, cuidado, la estupidez de Occidente es tal que no se debe descartar, al final Israel y el pueblo judío desaparezcan. Tal y como lo quería Hitler.
El juicio al primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu sobre su responsabilidad por la masacre de israelís que desencadenó todo este nuevo escenario militar y geopolítico ya lo dará la historia. Estoy seguro de que no le va a ir bien. Sin embargo, ahora que todas las cartas están sobre la mesa, lo que sí quedó claro es que la supervivencia de la nación de Israel está en juego y ahí Occidente y los que creemos en la democracia y la libertad no podemos titubear, ni mucho menos fallar. El futuro de Taiwan y de Ucrania dependen de lo que allí pase, pero es otro tema. Mientras tanto, ¡Vamos Israel!