La mejor novela de Malasia es la política real

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El primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, habla durante una entrevista con Reuters en Putrajaya, Malasia, el 10 de diciembre de 2019. REUTERS/Lim Huey Teng/Foto de archivo
El primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, habla durante una entrevista con Reuters en Putrajaya, Malasia, el 10 de diciembre de 2019. REUTERS/Lim Huey Teng/Foto de archivo

La literatura de Malasia no es de las más conocidas del mundo, sin embargo posee una gran tradición y tiene autores de gran calidad. Entre los escritores más conocidos podemos mencionar a Tan Twan Eng, quien en 2013 fue reconocido como mejor autor masculino de Asia, superando al Nobel de Literatura, el turco Orhan Pamuk. Entre otros famosos escritores se encuentran Abdullah Hussain y Malim Ghozali, quien fue nominado al premio Internacional de literatura de la ciudad de Dublín –Irlanda- en el año 2016, junto a Paulo Coelho y Haruki Murakami. Se debe mencionar también a Tash Aw quien, si bien nació en Taiwán, pasó las dos primeras décadas de su vida en Malasia y sobre ello escribió profusamente. Sobre todo, en La fábrica de sedas, uno de los libros de la literatura malasia convertido en best seller global siendo, incluso, traducida al español.

La literatura malasia tiene una gran competidora: la realidad, sobre todo, la que se vive en la cúpula del poder político. Los protagonistas principales son Mahathir Mohamad como el padre, Najib Razak, el sucesor y Anwar Ibrahim, el hijo pródigo. La novela incluye una importante serie de actores de reparto, entre los que se encuentran los familiares de los tres protagonistas. El escenario donde se desarrolla el drama es el partido político más tradicional del país, Barisan Nacional (en idioma malasio, Frente nacional) y tiene como objeto del deseo, el gobierno de Malasia.

La lucha por el poder sin opción: la gloria o la cárcel.

La historia comienza con Mahathir quien fuera primer ministro, nada más ni nada menos que, entre 1981 y 2003. Paralelamente, Anwar era una figura en ascenso y lideraba la organización juvenil más importante del país. Eso implicaba que en un futuro no muy lejano se proyectaría a las primeras líneas de la política nacional. Consciente de esto, Mahatir optó por una estrategia sin amagues: su cooptación. Anwar se convirtió en el hombre de confianza del Primer Ministro, a tal punto que la prensa del momento se refería a ellos como “padre-hijo”.

Al amparo del “padre”, Anwar fue acumulando cada vez más poder. Ocupó sucesivamente varios ministerios hasta llegar al lugar más importante, el número dos del gobierno (en inglés, también idioma oficial malasio, se lo denomina Deputy Prime Minister). Sin embargo, sería en 1991 que ocuparía el cargo que mayor impacto tendría en su carrera: Ministro de Finanzas.

Las reformas y propuestas económicas de Mahatir y Anwar tuvieron resultados inmediatos y Malasia vivió un período de intensa prosperidad económica. Inclusive, en 1997, lograron sacar al país de la crisis financiera antes que otras naciones de la región. Pero la historia no tendría un final feliz. Las tensiones entre “padre e hijo” se acumulaban y estallaron en 1997, cuando Anwar ocupó temporalmente el cargo de Mahatir a causa de una licencia.

En ese tiempo tomó algunas medidas consideradas radicales para la política del país y sin el consenso de su mentor. Es más fácil enorgullecerse de los hijos mientras siguen las ideas paternas que cuando las desobedecen. Mientras en 1998 Ibrahim era elegido como el hombre más importante de Asia por la prensa, fue echado del gobierno. Pero la venganza no terminó ahí.

También fue acusado pública y judicialmente por corrupción y sodomía, este último, un grave delito en Malasia, un país de mayoría musulmana. En 1999 fue sentenciado a seis y nueve años respectivamente de prisión y a cumplirse en forma consecutiva. Mahatir liquidó la carrera política de Ibrahim quien dejó de ser el hijo predilecto para convertirse en un preso político.

Sin embargo su encarcelamiento tuvo un alto costo para el oficialismo: el surgimiento del movimiento pro democracia más importante de la historia del país. Y su líder fue una mujer: Wan Azizah, oftalmóloga, madre de cinco hijos y… esposa de Ibrahim. Wan Azizah cumplió el rol de líder siendo candidata en las elecciones que su marido no podía presentarse, ocupando una banca el mismo año de la detención de Anwar.

Un segundo hijo y una nueva traición.

El ex Primer Ministro de Malasia Najib Razak presta un juramento islámico para negar las acusaciones de haber ordenado el asesinato del mongol Altantuya Shaariibuu, en una mezquita de Kuala Lumpur, Malasia, el 20 de diciembre de 2019. REUTERS/Lim Huey Teng
El ex Primer Ministro de Malasia Najib Razak presta un juramento islámico para negar las acusaciones de haber ordenado el asesinato del mongol Altantuya Shaariibuu, en una mezquita de Kuala Lumpur, Malasia, el 20 de diciembre de 2019. REUTERS/Lim Huey Teng

Después de una transición con un primer ministro que no pudo consolidarse, Mahatir eligió a Najib Razak quien ocuparía el cargo entre 2009 y 2018. Mahatir se retiraba ya anciano de la política activa pero con el prestigio de ser uno de los padres fundadores de la Malasia moderna. Najib, en tanto, mantuvo la política hacia Anwar, quien a pesar de salir preventivamente por una temporada, fue nuevamente puesto entre rejas por la presión inocultable del Primer Ministro.

Najib se perfilaba como como un líder más liberal, pero optó por acentuar políticas conservadoras, incluyendo una mayor desigualdad étnica, represión contra la oposición y manipulaciones electorales. Pero lo peor fue la magnitud de la corrupción, al punto que erosionó el prestigio del país en los rankings de negocios globales. La oposición a Najib fue creciendo entre propios y extraños y la sociedad comenzó a manifestar cada vez más activamente su descontento. Incluso, uniendo a los distintos grupos étnicos que conforman la sociedad malasia: chinos, malayos e indios.

En el año 2018 Mahatir con 92 años decidió volver al ruedo para enfrentar a su ex protegido. Para eso necesitaba ayuda, pero esa ayuda aún estaba en la cárcel y no se veían ni hablaban desde 1999.

La reconciliación y final… ¿feliz?

El presidente del Partido de Justicia Popular, Anwar Ibrahim, pronuncia el discurso de apertura durante su asamblea general en Melaka, Malasia, el 7 de diciembre de 2019. REUTERS/Lim Huey Teng
El presidente del Partido de Justicia Popular, Anwar Ibrahim, pronuncia el discurso de apertura durante su asamblea general en Melaka, Malasia, el 7 de diciembre de 2019. REUTERS/Lim Huey Teng

Mahatir no dudó y le propuso un pacto a Anwar, quien tampoco dudó y lo aceptó. La literatura de ficción y la política tienen mucho en común, en ambas todo es posible. A cambio de apoyarlo en las elecciones de 2018, el viejo líder lo liberaría de la cárcel tramitando un perdón real (Malasia es una monarquía). Además, le prometía ocupar el puesto de primer ministro luego de dos años en que Mahatir pusiera la casa en orden. Después de esos dos años, volvería a su retiro. La alianza fue exitosa y después de ganar las elecciones Mahatir volvió al cargo de primer ministro. A la vez cumplió su primera promesa y Anwar abandonó la cárcel.

Mientras tanto Najib, caído en desgracia, pasó a ocupar el lugar de Anwar en la cárcel donde enfrenta cargos por lavado de dinero y abuso de poder por el escándalo conocido como 1MBD (1Malaysia Development Berhad), por el que se desviaron fondos por 4500 millones de dólares. En un allanamiento transmitido por TV, se hallaron más de 70 maletas con dinero en varias monedas, joyas y otros objetos de valor como 300 cajas con bolsos Hermes o Louis Vuitton.

¿Final?

A los dos años de asumir, Mahatir cambió nuevamente de opinión. La prensa ha filtrado que no se retirará en los dos años prometidos. Además, planea elegir un nuevo sucesor para volver a apartar a Anwar, quien ya sabe que deberá derrotar a su aliado-enemigo si quiere llegar al cargo más importante del país. Mientras tanto, el partido de Najib se recompone y ya triunfó en unas elecciones parciales, simbolizando un creciente descontento social con el gobierno. El parricidio, la sucesión, la traición, y el tercero en discordia, elementos clásicos de un éxito literario.

La vuelta al poder de Mahatir Mohamed demuestra su enorme capacidad de liderazgo, reconoce el ascendente que aún tiene sobre una sociedad que confía en él a pesar de sus 95 años y reafirma que es una de las figuras más relevantes de Asia en las últimas décadas. Al terminar este mandato como primer ministro, su legado dejará un panorama con luces y sombras, como sucede con los grandes líderes que se retiran victoriosos. La pregunta que no tiene respuesta es cuándo ocurrirá eso.

Las mejores novelas, son las que nos mantienen atrapados sin poder adivinar cómo será el final, hasta que ocurra.