El emocionante encuentro de un sobreviviente del Holocausto de 102 años con su sobrino que nunca supo que existía

Había huido de Polonia y pensó que toda su familia había muerto. Pero tuvo la sorpresa más grande de su vida

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Con 24 años, Eliahu Pietruszka alcanzó a huir de Varsovia en 1939, cuando la tenebrosa garra del nazismo comenzaba cernirse sobre Europa. Eliahu partió hacia la Unión Soviética. En Polonia quedaron sus padres y sus hermanos gemelos, Volf y Zelig, nueve años más jóvenes.

Su familia fue deportada desde el gueto de Varsovia a un campo de concentración para ser asesinados junto a otros miles, pero Volf logró escapar. También encontró una via de escape hacia la Unión Soviética. Alcanzó a contactar por carta a su hermano, pero poco después fue enviado a un gulag en Siberia. Nunca más tuvo noticias de él. Eliahu dio por hecho que Volf había muerto, como el resto de su familia.

"En mi corazón, yo estaba seguro que él no vivía más", cuenta Eliahu. Al poco tiempo se casó en Rusia y emigró en 1949 al naciente Israel para comenzar una nueva vida.

El abrazo de Eliahu Petruszka, de 102 años, con su sobrino Alexandre, de 66, en el momento en que se conocieron, el jueves pasado en un hogar de ancianos de israel(AP)
El abrazo de Eliahu Petruszka, de 102 años, con su sobrino Alexandre, de 66, en el momento en que se conocieron, el jueves pasado en un hogar de ancianos de israel(AP)

Hace dos semanas, su nieto, Shakhar Smorodinsky, recibió un correo electrónico de una prima en Canadá que estaba trabajando en un árbol genealógico. Le decía que había encontrado en la web de Yad Vasehem, el museo del Holocausto en Jerusalén, un testimonio dejado en 2005 por Volf Pietruszka en recuerdo de su hermano Eliahu, del que pensaba que estaba muerto.

Lo cierto es que Volf había sobrevivido a los trabajos forzados en Siberia y se había asentado en Magnitogorsk, una ciudad industrial de los Urales.

Después de la impactante noticia sobre el mensaje que había dejado el hermano de su padre en el museo, Shakhar siguió su rastro y descubrió que Volf había pasado su vida en esa ciudad rusa como trabajador de la construcción y muerto recién en 2011. Pero Alexandre, su único hijo de 66 años, todavía vivía allí. Entonces lo contactó por Skype, y luego de una breve y emotiva charla, lo convenció de viajar a Israel para conocer al tío Eliahu, ese hermano al que su padre tanto había echado de menos durante toda su vida.

(AP)
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Shakhar, profesor de la universidad Ben Gurion en el sur de Israel, invitó a los periodistas de Associated Press para que fuesen testigos del increíble reencuentro del jueves pasado, en el asilo donde vive Eliahu, de 102 años.

El anciano, con los achaques de la edad pero perfectamente lúcido, avanzó por el lobby del hogar con la ayuda de un andador hacia ese extraño al que nunca había visto en su vida y lo abrazó con todas sus fuerzas. Ambos comenzaron a llorar. Lo besó en ambas mejillas y comenzó a describirle toda su emoción en ruso, una lengua en la que no hablaba hacía décadas.

"Eres una copia de tu padre", le dijo a Alexandre, mientras le tocaba la cara. "No he dormido las dos últimas noches, desde que me enteré de tu existencia y de que estabas viniendo".

"Es un milagro. Nunca creí que esto podía pasar", decía el sobrino mientras tomaba la mano del tío que acababa de conocer.

(AP)
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El milagro tiene su explicación en la monumental base de datos del Yad Vashem, que junta información y testimonios sobre los 6 millones de víctimas judías del Holocausto. Recopilar los nombres de todas las víctimas ha sido una de sus principales misiones, para que no sean sólo un número.

En 2004, la base de datos con cerca de 3 millones de nombres fue subida a Internet en diferentes idiomas. Eso facilitó que muchos otros pudieras chequear datos y agregar más nombres de familiares, hasta llegar a los actuales 4,7 millones. Pero tuvo otro aspecto conmovedor: las nuevas generaciones, proclives a usar la tecnología de la web en su beneficio, lograron atar cabos sueltos entre descendientes distribuidos alrededor del mundo. Así lograron encuentros emocionantes. Pero ya cada vez son menos los sobrevivientes del Holocausto que quedan vivos. Por eso, el encuentro de Eliahu y Alexandre puede haber sido uno de los últimos.

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