Quién es la experta en pandemias que puede tener su revancha con Joe Biden y ser la nueva cara de Estados Unidos ante el mundo

Susan Rice, ex embajadora en la ONU y asesora de Seguridad Nacional, estuvo muy cerca de ser Secretaria de Estado con Barack Obama. Podría cumplir ese sueño con el próximo presidente demócrata

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Susan Rice es la favorita para convertirse en la nueva Secretaria de estado norteamericana.
Susan Rice es la favorita para convertirse en la nueva Secretaria de estado norteamericana.

El único cargo electo que tuvo Susan Rice en su vida fue la de presidenta del club de estudiantes de la prestigiosa National Cathedral School de la avenida Woodley, en Washington DC. A pesar de esto, es una de las personas más experimentadas del servicio público estadounidense y con una lección aprendida manejando exitosamente la anterior epidemia del Ébola. También una de las grandes conocedoras del ajedrez político internacional. Con esos antecedentes, el presidente electo Joe Biden la tiene en primer lugar de la lista de los funcionarios que lo acompañarán en su administración. Rice, que ya había sido una seria contendiente para acompañarlo en la fórmula como candidata a vicepresidenta, ahora está muy cerca de convertirse en la Secretaria de Estado.

Ya estuvo candidateada para ese cargo durante el gobierno de Barack Obama. En ese momento era la asesora de Seguridad Nacional (2013-2017) y “número puesto” para reemplazar a la entonces canciller, Hillary Clinton. Antes había sido la embajadora ante las Naciones Unidas (2009-2013). Pero el asalto al consulado estadounidense en Bengasi, Libia, del 11 de septiembre de 2012 terminó con sus aspiraciones. Ese conflicto se originó en una protesta contra “La Inocencia de los Musulmanes”, una película considerada anti-islámica, producida en Estados Unidos, que ridiculizaba al profeta Mahoma. Los agentes de seguridad del consulado creyeron que se trataba de un ataque y dispararon contra los manifestantes. Fue cuando llegó un comando de milicianos extremistas islámicos que atacaron el complejo y le prendieron fuego. En los combates murieron cuatro estadounidenses, entre ellos el embajador Christopher Stevens. Los republicanos en el Congreso aprovecharon la oportunidad y culparon a Obama, Hillary y Rice de negligencia. Salieron indemnes, pero Susan Rice perdió la oportunidad que ahora está tan cerca de alcanzar con otro presidente demócrata.

Uno de los milicianos extremistas islámicos durante el ataque al consulado estadounidense de Bengasi.
Uno de los milicianos extremistas islámicos durante el ataque al consulado estadounidense de Bengasi.

“Ya me lo había advertido mi madre”, confesó en su libro Tough Love que salió en octubre del año pasado cuando se la mencionaba como candidata en las internas del partido. La madre de Rice, una politóloga de gran experiencia, le había dicho a Susan que no fuera a los tradicionales programas políticos de los domingos por la mañana para defender la posición de Hillary Clinton en el caso de Bengasi. Las preguntas de los periodistas la dejaron mal parada y la oposición centró en ella el problema. Perdió su oportunidad de suceder a Hillary. “La combinación - ser una mujer negra segura de sí misma que no busca el permiso o la afirmación de los demás - que ahora sospecho explica por qué intimido inadvertidamente a algunas personas, especialmente a ciertos hombres,” escribió en el libro, “y quizás también por qué he inspirado durante mucho tiempo a detractores que simplemente no pueden tratar conmigo.”

Inmediatamente después de la tragedia, Rice se convirtió en la cara de la administración para la defensa de la posición oficial sobre lo ocurrido en Bengasi, aunque otros funcionarios estaban más directamente involucrados en la supervisión en Libia. “O bien se trata de una incompetente o bien es poco fiable”, dijo de ella el poderosos senador Lindsey Graham (R-S.C.). “Pasé a ser una abonada a los ataques en Fox News (la cadena pro Trump)”, relató. Esto trajo consecuencias en su familia. Su hija Maris, que entonces tenía 9 años, sufrió ataques de ansiedad al ver a su madre atacada en televisión. Y la madre de Rice, que se recuperaba en ese momento de una cirugía de cáncer y de una apoplejía, “estaba perdiendo la cabeza”, dijo Rice. “Estaba furiosa y obsesionada”. “Todo esto me enseñó mucho. Creo que ya estoy preparada para no cometer estos errores”, explicó hace unas semanas al Washington Post desde su casa del elegante barrio de Palisades, donde tiene un estudio decorado con piezas de arte africano y un retrato de Miles Davis.

Lo del Ébola, fue una casualidad. Era un tema que estaba fuera de su agenda en la ONU hasta que el gobierno de Obama decidió cerrar las fronteras a todos los provenientes de los países africanos afectados por este virus sanguinario. Rice se opuso a la medida por una cuestión diplomática pero también humanitaria y logró que la Administración envíe fondos para contener la pandemia en los países de origen y de esa manera también se consiguió detenerla dentro de Estados Unidos. Hoy se la considera una experta en el manejo político de las pandemias.

La doctora Rice en una reunión en la Casa Blanca como asesora de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama.
La doctora Rice en una reunión en la Casa Blanca como asesora de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama.

Susan Elizabeth Rice, nació en noviembre de 1964. Estudió Ciencias Políticas en Stanford e hizo el doctorado en Oxford, donde fue becaria Rhodes destacada por su excelencia. Fue parte del personal del Consejo de Seguridad del entonces presidente,Bill Clinton, desde el 93 al 97 y luego, con 32 años, llegó a Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Africanos, entre 1997 y 2001. Allí realizó un inédito trabajo de acercamiento a África y fue clave en las transiciones democráticas en Sudáfrica y Nigeria, así como en la lucha contra el VIH/SIDA. Cuando llegó a las Naciones Unidas mantuvo una agenda muy progresista apoyando los acuerdos por el cambio climático, los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBT. Presionó para que se impusieran duras sanciones contra Irán y Corea del Norte, y abogó por la intervención de Estados Unidos y la OTAN en Libia en 2011. Después de la controversia de Bengasi, se refugió en la academia.

Pero apenas asumió, Donald Trump la acusó de haber cometido un crimen en Bengasi. Y lo hizo a su estilo, por Twitter y sin pruebas. Pero eso desató una campaña feroz de los trumpistas en su contra. “Creo que el asunto de Susan Rice es muy grave y hay que condenarla”, volvió a escribir Trump. Ella le respondió también fiel a su estilo, cuando fue invitada a The Late Show de Stephen Colbert, uno de los tradicionales programas televisivos de la noche. Allí acusó a Trump de haber “traicionado a los aliados kurdos” por abandonarlos a su suerte en Siria e Irak. “Creo que hay un plan sistemático para desmontar todo lo que logró la Administración Obama en política exterior. Trump actúa como un novio despechado. Y el mundo tiene razones para desconfiar de nosotros como aliados por nuestros cambios tan bruscos ¿Por qué nos verían como un socio fiable?”, dijo ante la audiencia del estudio que la aplaudía.

En los últimos años, Rice dice que aprovechó para dedicarse “casi por completo” a su familia. Su marido y novio de la universidad, Ian Cameron, un ex productor ejecutivo de de ABC News, la compensó cumpliendo con un viejo sueño suyo. Consiguió que Aretha Franklin cantara en la fiesta de cumpleaños número 50 de Rice. La experta en relaciones internacionales adora bailar. Y para no oxidarse, dio clases de Política Internacional en la American University. Desde el campus de esa universidad ahora podría recorrer una corta distancia hasta el edificio de estilo “Mad Men” del Departamento de Estado.

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