Venezuela: el Premio Rómulo Gallegos vuelve en 2020 y anuncian 80 mil euros para el ganador

La edición 2017 fue suspendida por problemas de financiamiento. Ahora el Estado venezolano informó que el prestigioso galardón volverá a ser entregado en 2020. Hay dudas y también polémicas por el monto anunciado, debido a la aguda crisis que se vive en el país

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Rómulo Gallegos y Mario Vargas Llosa en agosto de 1967 Vargas Llosa. Cortesía Sonia Gallegos
Rómulo Gallegos y Mario Vargas Llosa en agosto de 1967 Vargas Llosa. Cortesía Sonia Gallegos

Sonia Gallegos cuenta que fue ella quien preparó los aperitivos para agasajar a Mario Vargas Llosa en la recepción para homenajear al autor, quien en 1967 ganó la primera edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.

Fue en agosto de ese año cuando la novela del escritor peruano La casa verde inauguró un galardón que se convirtió en una referencia de la literatura en español. “Se hizo en nuestra casa, en la quinta Sonia. Mi papá lo invitó. Yo pasaba a cada rato al lado de ellos. De repente, mi papá me preguntó por qué no le ofrecía comida a los demás. Yo contesté que era porque quería verle los ojos al tipo, que los tenía bien bonitos”, rememora la hija del autor de Doña Bárbara, a quien el Estado venezolano decidió homenajear en 1964 con un premio literario que han ganado figuras como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Arturo Uslar Pietri, Fernando del Paso, Javier Marías, Roberto Bolaño, Elena Poniatowska y Ricardo Piglia.

Además del diploma y la medalla, el premio que recibió Vargas Llosa estuvo dotado de 100.000 bolívares, el equivalente a 25.000 dólares, según indica Juan Carlos Zapata en Gabo nació en Caracas, no en Aracataca.

Hasta 1987 el premio fue entregado cada cinco años. Después se convirtió en bienal, pero en 2017 se rompió la tradición y fue pospuesto. “No se ha podido realizar por restricciones presupuestarias del Ministerio de Cultura, pero se va a convocar para que sea entregado en agosto de 2018. Las postulaciones se hacen normalmente a partir de enero”, afirmó al diario El Nacional Roberto Hernández Montoya, presidente de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, ente dependiente del Ministerio de Cultura que se encarga de convocar al certamen.

Pablo Montoya, ganador del Premio Rómulo Gallegos en 2015. Foto de Marlon Meza Teni. Cortesía de Penguin Random House
Pablo Montoya, ganador del Premio Rómulo Gallegos en 2015. Foto de Marlon Meza Teni. Cortesía de Penguin Random House

Una vez anunciada la suspensión, los medios internacionales se hicieron eco de la noticia.

No fue en 2018, como dijo Hernández Montoya, sino que será en 2020, según indicó el 23 de julio de este año, Ernesto Villegas, ministro de Cultura, al anunciar la convocatoria del premio, junto con otros que reconocerán la poesía, el ensayo y a autores inéditos.

Para la próxima edición esperan recibir 400 obras y el galardón será entregado al autor de aquella novela escrita y publicada en idioma castellano durante los años 2015 y 2019. Habrá un diploma y 80.000 euros, o su equivalente en moneda nacional. El plazo de admisión de obras culmina el 27 de febrero de 2020. La misma cantidad de dinero se dará a los ganadores del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora y 40.000 euros para el Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas. La entrega será en agosto y el anuncio está previsto que sea dos o tres meses antes.

Sobre cómo se resolvió el problema y de dónde salieron los fondos para otorgar el dinero, Roberto Hernández Montoya, indica: “Es la magia que está haciendo el gobierno para sobrevivir. El presidente Nicolás Maduro tiene mucho interés en promover la cultura ”, resalta.

Cuando se le pregunta la forma para financiar el premio, en momentos en los que el Poder Ejecutivo denuncia presiones y dificultades económicas por las sanciones, el presidente del Celarg responde: “Igual que tenemos dinero para comprar alimentos, medicinas y todo eso. Haciendo esfuerzos especiales. Dinero puramente venezolano”.

Está garantizada la edición en físico y también digital de la novela seleccionada. “En físico normalmente se editan entre 1.000 y 3.000 ejemplares. Depende del presupuesto otorgado”, advierte Hernández Montoya.

Sobre la continuidad

Ante el anuncio de reactivar el galardón, Carlos Sandoval, crítico literario y profesor de la Universidad Central de Venezuela, afirma que no basta con volver a convocar para garantizar que tendrá el prestigio de antes. “Hay que esperar cómo será la recepción. La estructura cultural de Venezuela está muy disminuida. En este sector estamos sobreviviendo de migajas que nos caen de entes privados que nos permiten hacer cosas. No sé si la situación de suma carestía, y en este punto hablo como profesor de una universidad en la que ganamos casi que 10 dólares mensuales, es propicia para organizar un premio de esta magnitud, cuando buena parte del sector cultural de Venezuela está languideciendo”.

Ricardo Piglia durante la entrega del Premio Rómulo Gallegos en 2011.
Ricardo Piglia durante la entrega del Premio Rómulo Gallegos en 2011.

Cuando se entera de que el Estado dará 80.000 euros, reacciona: “¡Imagínate tú! ¿Cuántos meses tendría yo que trabajar sin gastar un céntimo para acumular esa cantidad? Es un poco contradictorio. Pareciera que existe una escisión entre la visión del Estado en el ámbito cultural y lo que vivimos a diario. No solo lo que trabajamos en esta área sino todos los demás. Por ejemplo, tengo tres días sin agua en mi casa. Lo del premio puede ser un gesto loable, pero habrá que ver cuántos editores, conociendo la situación de crisis del país, tendrán el corazón para enviar novelas a un premio que dará 80.000 euros mientras la gente acá no consigue medicinas”.

Afinidad ideológica

Otro cuestionamiento que se ha hecho en los últimos años, desde que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela, es que el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos ha premiado a autores que han sido afines a la revolución bolivariana.

En 2005, el editor y crítico Gustavo Guerrero publicó en El País de España el artículo “Réquiem por un galardón”, en el que cuestionó la elección del jurado para esa edición, que estuvo conformado por Jorge Enrique Adoum (Ecuador), Antón Arrufat (Cuba), Nelson Osorio (Chile), Cósimo Mandrillo y Alberto Rodríguez Carucci (Venezuela). Eligieron El vano ayer del español Isaac Rosa como obra ganadora.

“Por primera vez desde su creación, los cinco jurados del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos constituían así un solo bloque político y representaban la garantía de una adhesión sin reservas a la ideología revolucionaria. Con ellos, castrismo y chavismo colocaban una bandera en el corazón mismo de una institución que había gozado hasta entonces de un margen de libertad envidiable y cuyo prestigio procedía justamente de la irrestricta autonomía de sus decisiones”, escribió Guerrero, quien consideró que el gobierno venezolano respondía de esa forma a lo ocurrido con Fernando Vallejo en 2003, cuando fue laureada El desbarrancadero. “Que el colombiano haya tenido el atrevimiento de pronunciar un discurso en Caracas en el que ridiculizaba por igual a Cristo y a Castro, que haya declarado que Bolívar y la Independencia habían sido un mal para nuestros pueblos, y que acabara entregando los 100.000 dólares del premio a la Sociedad Protectora de Animales, era mucho más de lo que podían soportar nuestro presidente y su aliado cubano”, agregó Guerrero, quien cuestionó a Rosa por no escatimar esfuerzos en hacer públicas sus simpatías por el régimen castrista.

En 2009 el reconocimiento fue para El país de la canela, del colombiano William Ospina, quien ha llegado a decir que Chávez es el “hombre más grande y el político más visionario que ha tenido América Latina en las últimas décadas”.

Ante estos cuestionamientos al premio en los últimos 20 años, el profesor Carlos Sandoval es precavido. “Uno escucha que premian algunas obras por ideologización. Por ejemplo, cuando ganó el puertorriqueño Eduardo Lalo, se habló de que su novela tenía un filón izquierdoso. Ocurrió lo mismo cuando lo obtuvo Elena Poniatowska. Pero ambos son buenos escritores con una obra sólida. Desde mi perspectiva, se ha mantenido cierto nivel. Recordemos que los miembros del jurado son internacionales, y si bien pueden tener una posición cercana a la izquierda o de simpatía por la llamada revolución bolivariana, también son críticos y expertos que se formaron al calor de una carrera literaria que deben cuidar. El prestigio que cargaba desde hace tiempo impidió que se ideologizara mucho más”, asevera Sandoval.

Con respecto a ese debate, Roberto Hernández Montoya señala que el galardón siempre ha estado politizado. Recuerda el discurso que dio Vargas Llosa en 1967, cuando todavía apoyaba a la revolución cubana.

Rómulo Gallegos en su biblioteca. Cortesía Sonia Gallegos
Rómulo Gallegos en su biblioteca. Cortesía Sonia Gallegos

Este es un premio que siempre se lo ha ganado la izquierda. Otra cosa es que después se cambien a la derecha. Lo que pasa también es que la mayor parte de los escritores buenos son de izquierda. Pero cuidado, eso no quiere decir que en la derecha no haya buenos autores. De hecho, Fernando Vallejo es un tipo de derecha y se ganó el premio. Lo que pasa es que es iconoclasta”, indica el presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.

Pablo Montoya, ganador del hasta ahora último premio Rómulo Gallegos, piensa que el reconocimiento todavía es un termómetro del mundo literario en lengua española con obras de todo tipo, desde novelas americanistas hasta novelas intimistas, desde novelas de formación hasta novelas policíacas. “Por un momento, con la llegada del chavismo, algunos dijeron que el premio se había politizado, pero creo que el Rómulo Gallegos, por el tipo de autores y obras que ha premiado, siempre ha tenido una u otra connotación política. Ahora bien, pienso que si hay un premio serio, independiente, ajeno a los tejemanejes del mundo editorial, o a las manipulaciones de los mundillos literarios, es el Premio Rómulo Gallegos. Y creo que hasta 2015 es un premio que mantuvo una altura similar”, resalta el autor de Tríptico de la infamia, la novela victoriosa hace cuatro años.

El novelista colombiano afirma que haber sido galardonado partió en dos la historia de la recepción de sus libros. “No modificó en nada mi poética literaria. Al contrario, la consolidó. Quiero decir que antes de ganarlo, mis libros deambulaban en una línea de sombra. Y yo vivía como en una especie de ocultamiento”, detalla Montoya, a quien Penguin Random House le publicó en 2014 Tríptico de la infamia, y luego del premio, según cuenta, el sello decidió editar más obras de él.

Sin embargo, el autor también fue noticia por el retraso que hubo en 2015 para el pago de los 100.000 dólares que incluía el reconocimiento. “Cuando estuve en Caracas, los amigos de la Fundación Celarg me dijeron que iba a tardarse un poco el pago. Me hablaron de una espera de dos o tres meses. Al cabo de medio año hubo un cambio en el ministerio de Cultura, y Freddy Ñáñez, al enterarse de esta demora, me contactó. Me ofreció excusas en nombre propio, del presidente Nicolás Maduro y del pueblo venezolano y se procedió a pagarme el premio. En algún momento, hubo algo de bulla porque un periodista venezolano pegó el grito en el cielo por esa situación. Recuerdo que le dije, en el encuentro casual que tuvimos en Barranquilla, que el pago de un premio literario, así fuera el más prestigioso, no era más importante que una crisis política y económica de un país, y que, en definitiva, mi paciencia podía esperar”.

También desde Colombia, Pedro Viveros, columnista de El Espectador, espera que el Rómulo Gallegos mantenga la independencia y no se convierta en un espacio para identidades políticas para un gobierno. “Al que más le conviene que el premio se mantenga así, es al propio gobierno que rige el galardón. Apuesto a que el premio siempre busque a la literatura, que defienda la rebeldía del arte y no tesis políticas del gobierno de turno”.

Entre los ganadores recientes, considera que Ricardo Piglia tendrá la trascendencia y el culto de otros como Roberto Bolaño. “Permanecerá en la historia de la literatura latinoamericana”, concluye.

También hay detractores. J. J. Armas Marcelo, director de la Cátedra Vargas Llosa, considera que desde que el certamen se realiza cada dos años, ninguna obra vale la pena. Incluso, asegura que Bolaño está sobrevalorado. “Las novelas que se han reconocido desde que el premio se edita cada dos años son normales, y en los últimos tiempos se han politizado”, declaró a El Nacional en 2018 el directivo de la organización que creó el Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, que se entrega desde 2014.