
Unbelievable. O Inconcebible. La inconcebible historia de una violación, en realidad. Ese es el nombre original del artículo que en el 2015 publicaron los periodistas T. Christian Miller y Ken Armstrong, y que un año más tarde les valió un Premio Pulitzer por "investigar adecuadamente las denuncias de violación y de comprender los efectos traumáticos en sus víctimas".
Este es ahora el nombre de la serie que llegó a Netflix a través de ocho capítulos de 50 minutos cada uno, y que recorre con sutileza las investigaciones de un número de violaciones ocurridas en el oeste de los Estados Unidos dejando en evidencia cómo todo puede hacerse increíblemente bien, o también, increíblemente mal.
Susannah Grant, Ayelet Waldman y Michael Chabon fueron los responsables de convertir la larga crónica en un accesible producto televisivo que ya cautivó a las audiencias del mundo. Porque refiere a los peores miedos de las mujeres -que un hombre irrumpa en el medio de la noche en nuestra habitación, nos ate, nos viole y se vaya sin dejar rastros- y porque nos enfrenta a esa realidad que conocemos desde hace mucho pero que estamos cada vez más cansadas de aceptar: la posibilidad de que no nos crean.

Es verdad, no es de esa forma en la que ocurre la enorme mayoría de los abusos sexuales. Por el contrario, las estadísticas indican que las mujeres corren mayor riesgo dentro de una relación de pareja que caminando por un descampado en el medio de la noche. Aún así nuestras fantasías construidas con miedo tienen el sabor de la proximidad. Y después sí, de nuevo, las estadísticas: aunque los números muestran que casi no existen denuncias falsas de violaciones (el FBI dice que apenas el 5% de las denuncias son desestimadas por carecer de fundamentos) el verdadero problema radica en que ese tipo de delitos rara vez son denunciados.

En el caso de Marie, la chica que es víctima de una violación en Unbelievable, la desconfianza llega aún más lejos y la policía decide presentar cargos en su contra por falso testimonio. "Una chica de 18 años dice que fue violada mientras era amenazada con un cuchillo. Después dice que lo inventó. Ahí es donde empieza nuestra historia", escriben Miller y Armstrong en el artículo publicado de manera conjunta entre ProPublica y The Marshall Proyect.
El mérito del artículo, y después de la serie, es haber sido concebidos bajo la misma idea: las violaciones son diferentes al resto de los delitos. La credibilidad de la víctima suele ser objetada, al igual que la culpabilidad del acusado. Por eso, en esos casos, el mayor problema no son las falsas denuncias sino que, de acuerdo con encuestas realizadas a nivel nacional en EEUU, apenas entre una quinta y una tercera parte de las violaciones son denunciadas, justamente, porque sus víctimas temen no ser tomadas en serio. En ese contexto, entra en el juego una de las patas del Estado: la Policía.

El Departamento de Policía de Lynnwood, donde la verdadera "Marie" radicó su denuncia, tenía 79 oficiales para una ciudad de aproximadamente 34.000 personas. En 2008, su caso fue uno de los apenas 10 casos registrados de violación: ante una situación tan excepcional, la División de Investigaciones Criminales carecía una unidad separada para delitos sexuales. Además, en todo el país las fuerzas de seguridad poseen apenas un 13% de mujeres en sus filas, de acuerdo con la investigación del artículo. Abrumadoramente masculinas, frecuentemente jerárquicas y profundamente militaristas.

Las heroínas del caso, por eso, representan ni más ni menos que una excepción. En la serie Karen Duvall y Grace Rasmussen (protagonizadas por las actrices Merritt Wever y Toni Collette), y en la vida real Stacy Galbraith y Edna Hendershot, las detectives llevan adelante la investigación en cuestión gracias a una serie de habilidades de las que sus compañeros de divisiones carecen, tales como empatía, escucha y sensibilidad.
Dice el artículo que Galbraith tenía una regla simple: escuchar y verificar. "Muchas veces la gente dice: 'Debes creerle a tu víctima, debes creerle a tu víctima'". Y agrega: "Pero no creo que ese sea el punto de vista correcto. Creo que el punto es escuchar a tu víctima. Y luego corroborar o refutar en base a cómo se dan las cosas".

Lo que sí es seguro es que tenían muy claro todo lo que no debían hacer. Por ejemplo, no dieron por sentado que las víctimas iban a estar histéricas y no calmadas, ni que iba a ser sencillo encontrar señales de lesiones físicas, ni tampoco asumieron que las víctimas iban a tener absolutamente claros todos los detalles de lo ocurrido. Sabían que sus preguntas no debían sonar a interrogatorios y mucho menos amenazar con hacer una prueba de polígrafo (detector de mentiras). En suma, no las revictimizaron ni reprodujeron lo que en Estados Unidos -pero seguramente también en muchos otros países- ya son vicios institucionalizados.
Violaciones en la era del #MeToo
Es imposible ver Unbelievable y no pensarla como un producto del movimiento que sacudió a Hollywood conocido como #MeToo, en el que decenas de mujeres de la industria se atrevieron por primera vez a denunciar a hombres poderosos: predadores, abusadores y violadores. Esa ola que terminó eclipsando nada menos que al todopoderoso productor Harvey Weinstein -actualmente en busca de acuerdos multimillonarios para esquivar la prisión-, llegó también al mundo de la política con las denuncias contra el hombre elegido por el presidente Donald Trump para la Corte Suprema de Justicia, el juez Brett Kavanaugh.

El libro The Education of Brett Kavanaugh (La educación de Brett Kavanough), publicado esta semana, y citado por un artículo de The Atlantic, asegura que el FBI nunca investigó otra denuncia de presunta conducta sexual inapropiada contra el entonces candidato al máximo órgano de Justicia, pese a que la denunciante se presentó personalmente en sus oficinas para dar testimonio. Antes que ella, Christine Blasey Ford había leído una larga declaración ante el Senado de los Estados Unidos en la que relataba cómo el magistrado la había encerrado, arrojado sobre una cama, manoseado, intentado sacarle la ropa y finalmente tapado la boca cuando ella quiso pedir ayuda. Llegó a decir que mientras se esforzaba por respirar pensó que sería asesinada por Kavanaugh accidentalmente. Pese a que al menos otras dos mujeres habían denunciado al juez antes que ella, su testimonio no fue suficiente.
Unbelievable demuestra que esto no siempre debe ser así y deja entrar un poco de luz por una rendija de un sistema judicial que ha demostrado estar quebrado y caer siempre del lado opuesto a las víctimas. Se puede tratar a las personas que denuncian crímenes tremendos con sensibilidad y con justicia, sin socavar los derechos de las personas a quienes acusan. Es posible, también, investigar los casos de violación de manera que sea más probable que las víctimas obtengan justicia. O, al menos, eso queremos pensar.
MÁS SOBRE ESTE TEMA:
Últimas Noticias
Corte de agua viernes 23 de mayo: estos distritos no tendrán el recurso, ¿desde y hasta qué hora?
Sedapal recomendó a los vecinos que serán afectados recolectar el agua necesaria en contenedores limpios, a fin de cubrir con las necesidades básicas

Descubren la causa genética responsable de millones de abortos espontáneos en todo el mundo
Algunas parejas tienen un mayor riesgo de aborto espontáneo debido a problemas de compatibilidad genética

Beca Benito Juárez y Beca Rita Cetina: confirma pago retroactivo de hasta 5 mil 700 pesos
Los depósitos pueden variar dependiendo de factores como la fecha en que se recibió la tarjeta del Banco del Bienestar y la cantidad de hijos registrados

Una española que vive en Estados Unidos cuenta lo que hacía en España y allí no hace: “Aquí es tan caro que no te llega con el sueldo”
El factores económico, social o cultural provocan que las rutinas varíen en cada país, afectando también a las personas extranjeros que se marchan a vivir allí

Revelan fotos del segundo implicado en el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz
El presunto conductor de la motocicleta fue captado por cámaras de videovigilancia en calles de Iztacalco
