Los crudos relatos de un militar sobre cómo escogía a víctimas de ‘falsos positivos’ en el Catatumbo

En voz de Rafael Urbano, uno de los imputados por los crímenes, se conoció que a las víctimas las perfilaban a pesar de no estar seguros de su “pasado criminal” que fue desmentido.

Compartir
Compartir articulo
25-04-2021 Militares de las Fuerzas Armadas de Colombia
POLITICA SUDAMÉRICA COLOMBIA
FUERZAS ARMADAS DE COLOMBIA
25-04-2021 Militares de las Fuerzas Armadas de Colombia POLITICA SUDAMÉRICA COLOMBIA FUERZAS ARMADAS DE COLOMBIA

La Jurisdicción Especial para la Paz dio a conocer esta semana el Auto No. 125 que recoge el modus operandi, la imputaciones y el contexto detallado de cómo sucedieron los casos de ‘falsos positivos’ en Norte de Santander y, especialmente, en la subregión del Catatumbo entre enero de 2007 y agosto de 2008.

En este informe, la JEP especifica que desde las estructuras de inteligencia militar del Batallón de Infantería No. 15 “General Francisco de Paula Santander” (BISAN) y en el de la Brigada Móvil No. 15 se rompieron los protocolos y requisitos para llevar a cabo investigaciones de calidad.

Primero, el coronel Santiago Herrera Fajardo, antiguo comandante de la Brigada Móvil 15 y Álvaro Diego Tamayo Hoyos, entonces comandante del Bisan, transformaron sus unidades militares para empezar a identificar víctimas en complicidad con militares de confianza que no tenían experiencia en inteligencia.

Al tener la información necesaria creaban operaciones montaje para asesinar a los civiles. “El montaje de estas operaciones requirió del acuerdo entre miembros del Estado y Plana Mayor de las unidades con los miembros de la tropa para definir cómo se simularían el combate y conseguirían las armas y demás elementos que serían implantados a las víctimas asesinadas”. Una de las personas designadas en el cargo dentro del organismo de inteligencia del BRIM15 fue Rafael Urbano.

El agente seleccionó una de las víctimas asesinadas por la Compañía Corea de la de la BRIM15. Se trató del caso de Adinael Arias Cárdenas en la vereda El Tarrito, del municipio El Tarra, el 14 de octubre del año 2007. A Cárdenas lo hicieron pasar como una baja en combate. Antes de los tiros que acabaron con su vida, la víctima fue retenida, cuando regresaba a su casa del mercado, por parte de un grupo de militares bajo el mando del Capitán Weiman Navarro y guiados por el sargento segundo Urbano. En relación con la supuesta calidad criminal de la víctima, Urbano señaló que:

“La información que había era que él era el que movía la droga ahí con unos agentes de la policía que nunca descubrí cuál eran los agentes (…). Por otro lado, Weiman Navarro señaló que: “(…) Me marcó un poquito esa muerte, mucho, (…) me marca porque cuando yo miro al otro día el costal que él llevaba, ah, era el mercado y unas moñitas, para las niñas, de juguetes...”, recogió la JEP.

En realidad Cárdenas era un campesino de la vereda la Fortuna, en el Tarra. El hombre tenía dos hijos pequeños y vivía con su compañera permanente, María Ydes Ovallos Pérez. Su muerte causó indignación, pues los miembros de la comunidad realizaron una manifestación pública en la cancha de fútbol a la que llevaron su cuerpo después de ser ejecutado para ser recogido por un helicóptero. Los habitantes les gritaron a los miembros de la Fuerza Pública que todo se trataba de un montaje.

El 8 de mayo de 2007, el Grupo Especial Esparta de la BRIM15 asesinó a Álvaro Chogó, habitante de El Carmen, en el Catatumbo. Respecto de la evaluación de la información sobre la supuesta calidad criminal de la víctima, NÉSTOR GUTIÉRREZ señaló:

“(…) el sujeto que fallece, que asesinamos sí estaba identificado como miembro de las FARC y había una información, sino que, pues bueno, se llegaron y las cosas no se dieron, no se encontró, no se encontraron pruebas para poderlo culpar”. Los testimonios de los habitantes del municipio de El Carmen recaudados por la jurisdicción ordinaria señalan que el señor Álvaro Chogó Angarita, asesinado cuando tenía 31 años, se dedicaba a labores del campo y nunca portó armas.

Además de lo anterior, la Sala encontró hechos en los que el agente de inteligencia Urbano seleccionó las víctimas, no por lo que oía en el pueblo de ellas sino porque fueron directamente “entregadas” por Jhon Jairo Pabón, alias Loquillo, ex miembro de Bloque Nevados de Santa Marta al mando de Los Mellizos Munera, un grupo criminal que había salido de las Autodefensas Unidas de Colombia. Así fue como se logró el asesinato de otro ‘falso positivo’: Luis Antonio Sánchez, conocido en Ocaña acomo ‘Chicharrón’. Rafael Urbano indicó que no sabía de ese caso y que no tenía conocimiento de quién era, a pesar de que aportó para su muerte.

“El tiempo que yo veía de “chicarrón” era en la moto para arriba y para abajo humildemente (…) lo de alias ‘chicharrón’ creo que era porque él vendía cuando era niño, chicharrones”, señaló, por su parte, Pabón. Luis Antonio tenía 27 años cuando fue asesinado.

SIGA LEYENDO