Mauricio Claver-Carone: “Cerramos 2021 con una cifra récord de más de USD 23 mil millones en financiación”

En una entrevista con Infobae, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo señaló que bajo su mandato se rompieron “todos los récords institucionales”. Alertó sobre el peligro de las soluciones a corto plazo y la importancia de combatir la corrupción

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Mauricio Claver-Carone, presidente del BID: "El nuevo BID está totalmente basado en el mérito". (Foto: Banco Interamericano de Desarrollo)

Mauricio Claver-Carone supo que tendría un doble desafío a la hora de asumir sus funciones como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Por un lado, romper las barreras de los prejuicios que pretendieron dejarlo de lado en la votación que finalmente lo consagró al frente de la entidad; por el otro, modernizar un banco cuya historia, según él, estaba más relacionada con las relaciones políticas que con el profesionalismo y el “mérito”, como él mismo lo advirtió.

Fue en medio de la crisis mundial por la pandemia del COVID-19 que además debió atender esos retos. Cree que lo logró: el BID destinó números de financiamiento que no había alcanzado nunca antes en su historia: 23 mil millones, entre créditos, grants y donaciones. “Esta debería ser la nueva normalidad para nuestros niveles de financiamiento”, se entusiasma durante la entrevista.

Pero tampoco esquivó las consultas sobre temas pendientes de la región y que algunas administraciones se empecinan en importar, como la amenaza de invasión rusa a Ucrania. Ni dejó de hablar de un tema que según él compete más a la Organización de los Estados Americanos (OEA), por su tinte político, que a la institución que él preside: Cuba. Sin embargo, dejó en claro que está ansioso porque ese país adopte una democracia plena para poder integrarse al BID.

- ¿Qué balance hace de su tiempo al frente del Banco Interamericano de Desarrollo, teniendo en cuenta que tuvo lugar absolutamente en medio de la pandemia?

- Fui elegido presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en medio de la peor contracción económica en América Latina y el Caribe en 200 años. La región necesita un BID moderno, eficiente y orientado a los resultados para ayudar a los países a superar rápidamente este desafío histórico. Estoy seguro de que estamos cumpliendo con nuestra misión.

Los resultados hablan por sí mismos. Batimos todos los récords institucionales en el 2021. Cerramos el año con una cifra récord de más de US$23.300 millones en financiación y movilizaciones de capital del sector privado. Antes de mi presidencia, el BID nunca había superado la marca de US$20.000 millones. Esto debería convertirse en la nueva normalidad para nuestros niveles de financiamiento. También creamos la mayor coalición del sector privado en la historia del BID, una asociación estratégica con más de 160 de las mayores empresas del mundo, como Microsoft, MasterCard, Walmart, Amazon y Netflix, entre otras. Esto es clave porque la recuperación de la región será liderada por el sector privado.

Asimismo, tuvimos un año récord en cofinanciación del sector privado y cumplimos una promesa que hice en otra entrevista con Infobae, cuando dije que teníamos que mejorar drásticamente la cantidad de recursos que movilizábamos con el sector privado. En aquel momento, el BID solo conseguía que el sector privado aportara 50 centavos por cada dólar que financiaba de su balance. Hoy, estamos movilizando alrededor de un dólar del sector privado por cada dólar de nuestro balance, lo que supone un aumento del 100% que ya está beneficiando a países de toda la región. Para lograr eso, realizamos presentaciones en Wall Street y otros centros financieros para mostrar el nuevo BID y crear asociaciones estratégicas con inversores institucionales como Goldman Sachs, JP Morgan, BlackRock y otros.

Ayudamos también a la región a captar más de US$50.000 millones en nuevas inversiones a través de los foros que organizamos en el 2021. Además, nos nombraron líder clave en el escenario internacional sobre financiamiento climático durante la COP26, donde el gobierno del Reino Unido nos pidió que lideráramos la declaración basada en la naturaleza, una iniciativa para todas las instituciones financieras internacionales. Como resultado, las instituciones financieras están aumentando el financiamiento climático. Otra promesa que cumplimos fue la creación del primer fondo climático del BID, el Fondo Amazónico, que lanzamos en la COP26 y que ya cuenta con casi US$1.000 millones en compromisos de donantes internacionales.

- Pero con la pandemia del COVID-19 imagino que debió reconfigurar políticas internas. ¿Cómo afectó eso sus planes iniciales? ¿Cambió su panorama sobre ciertas administraciones?

- El BID cuenta con todas las herramientas, los recursos y el talento necesario para ser la institución financiera internacional más sofisticada, innovadora y eficaz del mundo. Ese es el objetivo que nos hemos fijado. Hemos modernizado los instrumentos del Banco y establecimos mejores métricas, basadas aún más en los resultados.

También mejoramos nuestra eficiencia. Una de las críticas que hice en otra entrevista con Infobae fue que el BID tardaba alrededor de diez meses en aprobar nuevos proyectos y operaciones. Pusimos en marcha una iniciativa llamada “excelencia operativa” y ya hemos reducido los tiempos de aprobación en un 30%, al mismo tiempo que mejoramos la calidad de las operaciones. Además, lanzamos la transformación digital del Banco para poder estar a la vanguardia de la innovación y servir a nuestras 26 naciones prestatarias de mejor manera. Esto nos permite optimizar nuestra ayuda a los Gobiernos para que puedan cumplir sus propios objetivos de transformación digital a fin de servir mejor a sus ciudadanos.

Pero el activo más importante del BID es su talento, que proviene de nuestros países miembros. Reunimos el equipo de liderazgo más diverso de la historia del Banco, con ejecutivos de toda la región, y creamos incentivos para la movilidad ascendente del personal. Lamentablemente, el Banco había estado plagado de prácticas de “patrocinio político” en las que a quién conocías o de dónde eras resultaba más importante que las habilidades que tenías. El nuevo BID está totalmente basado en el mérito.

Asimismo, reforzamos el rol de las mujeres en el Banco, ya que desgraciadamente estaban subrepresentadas. Nombramos a la primera jefa de gabinete y a la latinoamericana de mayor rango en la historia del BID para que fuera nuestra vicepresidenta ejecutiva. También cambiamos la imagen del Banco en la región. Cuando comencé, solo un 10% de nuestros representantes de país (embajadores) eran mujeres. Hoy más del 47% son mujeres. Los CEOs me preguntan constantemente cómo hemos mejorado tan drásticamente; mi respuesta es sencilla: determinación.

- Algunos países de la región, como Argentina y México sobre todo, se habían opuesto a su candidatura. ¿Logró revertir la imagen y los prejuicios que estos Gobiernos tenían en su contra? ¿Cómo lo hizo?

- El nuevo BID que hemos creado se centra en el cliente. Nuestras relaciones y apoyo se basan en las necesidades de nuestros clientes, que son Gobiernos elegidos por sus ciudadanos. Servimos a todos nuestros clientes independientemente de su tendencia política o ideología. Queremos que todos nuestros países tengan éxito. Mi función es apolítica, al igual que nuestro trabajo como institución. Así es como debe ser y me enorgullece decir que trabajamos estrechamente con los 26 países prestatarios del Banco, sin prejuicios ni excepciones, para ayudarlos a desarrollarse con éxito.

Por ejemplo, cuando comencé mi mandato, la región buscaba desesperadamente vacunas contra el COVID-19. Por ello, dedicamos US$1.000 millones de forma inmediata a la financiación de vacunas, lo que ayudó a prácticamente todos los países. Cuando los países se atascaron en las negociaciones con las empresas farmacéuticas privadas, fuimos la única institución financiera internacional en crear un mecanismo de cobertura para apoyar la compra bilateral de vacunas.

Hoy en día, la región se ha convertido en líder en tasas promedio de vacunación, en parte gracias a nuestro apoyo. También es la única región del mundo que ha duplicado el crecimiento con respecto a las bajas previsiones originales de principios del 2021, de nuevo, con nuestra ayuda. Mi trabajo es romper barreras, romper estereotipos y romper pronósticos. Además, hemos abierto nuevos caminos diversificando nuestra cartera en la región. Estoy especialmente orgulloso de que en el 2021 creamos el mayor programa en la historia del Banco con Perú y Chile, lo que ha sido clave para aumentar la confianza en esos países en medio de las transiciones políticas y la especulación de los inversores. En Perú, hemos trabajado cercanamente con el presidente (Pedro) Castillo en su plan de trabajo. Y en Chile, hablé recientemente con el presidente electo (Gabriel) Boric, con quien estoy seguro de que estamos creando importantes sinergias. También, hablé hace poco con la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, para idear la forma en que podemos ayudar de mejor manera, como el mayor prestamista del país, con los desafíos que enfrenta su nación. Adicionalmente, en el 2021 establecimos un récord de desembolsos netos para Colombia, Ecuador y Guyana, diversificando aún más nuestra cartera. Además, hemos trabajado estrechamente con México, Panamá, Jamaica, Guatemala, República Dominicana y Paraguay en iniciativas clave de nearshoring, y con Uruguay, Costa Rica y Barbados como líderes de iniciativas climáticas. Estoy orgulloso de que hayamos reforzado la marca del BID como socio preferido de todos los países de América Latina y el Caribe.

- La región vive momentos convulsionados: COVID-19, crisis económicas, crisis sociales, humanitarias, regímenes que desprecian los valores democráticos más elementales... Ante este panorama, ¿qué naciones deberían ponerse al frente de la lucha por los derechos humanos y las democracias?

- El Premio Nobel de Economía Amartya Sen sostiene que el desarrollo mejora con la democracia y la protección de los derechos humanos. No podría estar más de acuerdo. El BID tiene toda una división dedicada a fortalecer las instituciones para el desarrollo y realizamos una importante labor en este aspecto a lo largo de toda la región.

También hemos realizado un trabajo pionero en materia de transparencia y confianza en la región. La confianza es central en las economías avanzadas y las sociedades exitosas; es fundamental para la democracia. Increíblemente, la confianza es menor en América Latina y el Caribe que en cualquier otro lugar del mundo: solo una de cada diez personas de la región confían en sus conciudadanos. Estamos trabajando mucho para cambiar esta situación y ayudar a los Gobiernos a aumentar la confianza de los ciudadanos y los inversores. La lucha contra la corrupción, el aumento de la transparencia y la generación de confianza son fundamentales para el futuro de la región. Cuanto mejor ayudemos a nuestros clientes a aumentar la confianza, crear puestos de trabajo, reducir las brechas socioeconómicas e impulsar un crecimiento sostenible e inclusivo, más fuertes serán nuestras democracias y mejor protegerán los derechos de sus ciudadanos.

Por ello, y como resultado de todo el trabajo que mencioné anteriormente, estamos viendo un aumento de la inversión y del interés en el BID por parte de nuestros accionistas no regionales, como Japón y de nuestro mayor accionista, Estados Unidos.

- ¿Cómo se refleja este interés?

- En el 2021, el Senado de Estados Unidos votó de forma abrumadora y bipartidista para autorizar un aumento de capital de hasta US$80.000 millones para el BID. Es la primera vez que el Senado de los Estados Unidos autoriza un aumento general de capital para el BID en casi 30 años y la primera vez en la historia de cualquier institución financiera internacional que lo hace incluso antes de que haya un acuerdo final sobre un aumento de capital por parte de la Asamblea de Gobernadores. Se trata de un tremendo voto de confianza en el trabajo que realizamos desde el BID, especialmente en el Washington D.C. de hoy, donde desafortunadamente el consenso bipartidista es casi inexistente.

- Usted es una persona cuyos orígenes tienen mucho que ver con América Latina, pero sobre todo con Cuba, lo que lo convierte en un observador y luchador de lo que ocurre en el país. ¿Qué siente al ver una nueva generación de cubanos que despierta ante los atropellos de una dictadura como la de Díaz-Canel?

- En nuestro sistema interamericano, las cuestiones políticas se tratan al otro lado de la ciudad, en la calle 17 de Washington D.C., que es la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA). En el BID, que está en la calle 13, nuestro mandato es únicamente ayudar a nuestros países miembros a alcanzar sus objetivos de crecimiento y desarrollo. Cuba no es miembro del BID. Los requisitos para ser miembro del Banco, incluyendo las condiciones democráticas, los determina la Asamblea de Gobernadores del BID, no su presidente.

Dicho esto, si un futuro gobierno cubano cumpliera las condiciones de la Asamblea y se convirtiera en miembro, sería un sueño poder ayudar al país en su reconstrucción económica durante mi mandato como presidente del BID.

- Rusia ha mantenido al planeta en una tensión sin precedentes durante los últimos años. No está claro si Vladimir Putin invadirá Ucrania en los próximos días, aunque el Presidente Joe Biden pronosticó que podría hacerlo. Al mismo tiempo, el Kremlin amenazó con instalar bases militares (o aumentar su presencia) en Venezuela y Cuba, como si fueran colonias propias. ¿Cuál sería la respuesta del BID si algún otro país de América Latina colabora de manera directa o indirecta con alguna nación agresora?

- Sobre Rusia, esa pregunta, más bien relacionada con la política, sería mejor dirigirla a la calle 17. Pero puntualmente en lo económico, la región no necesita mirar más allá de sus propias fronteras para identificar las principales amenazas a las que se enfrenta. Entre ellas, la autocomplacencia y la tentación de caer en el viejo hábito de confiar en las soluciones a corto plazo y en los altos precios de las materias primas para sobrevivir, en lugar de invertir en su infraestructura para un mejor futuro.

Hoy en día, gracias en gran medida a la pandemia y al deseo de las empresas de reubicarse fuera de China, la región tiene una oportunidad histórica de invertir en áreas como la digitalización, las cadenas de suministro, la integración regional y las infraestructuras sostenibles para crear puestos de trabajo, y afrontar desafíos a largo plazo como el cambio climático.

Otra amenaza es la inflación. Pero si América Latina y el Caribe se centra únicamente en contener la inflación sin implementar reformas e invertir en estas áreas clave, perderemos una enorme oportunidad de reducir los costos sistémicos de manera permanente, como los exorbitantes precios del transporte y los servicios públicos costosos. La reducción de estos gastos contribuirá a la creación de empleo a corto plazo, pero también durante la próxima década.

En realidad, la mayor amenaza es que no aprovechemos esta oportunidad única en una generación para que nuestros países y empresas sean mucho más competitivos. Mi trabajo es garantizar que aprovechemos esa oportunidad.

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