Guterres dice que el acuerdo entre RDC y Ruanda "representa un paso fundamental" hacia "una paz duradera"

Tras años de crisis y violencia, Kinshasa y Kigali sellaron en Washington compromisos orientados al fin de hostilidades, desarme y retorno de desplazados, con apoyo internacional y el aval de la ONU para impulsar reconciliación y justicia en África central

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La política de justicia y reconciliación figura entre las prioridades definidas por los presidentes Félix Tshisekedi, de la República Democrática del Congo (RDC), y Paul Kagame, de Ruanda, quienes, junto con el mandatario estadounidense Donald Trump, rubricaron los denominados “Acuerdos de Washington”. Según informó Europa Press, este pacto apunta a frenar la violencia prolongada en África central mediante compromisos que abarcan el cese permanente de hostilidades, el desarme de grupos armados y la garantía del retorno seguro de las personas desplazadas tras años de enfrentamientos.

De acuerdo con Europa Press, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, valoró la firma del acuerdo como un avance en la reconstrucción de confianza mutua y consideró que representa “un paso fundamental” hacia una paz duradera en la región. Guterres resaltó la participación de Estados Unidos en las negociaciones y transmitió felicitaciones directas a Trump, Tshisekedi y Kagame, señalando la importancia del entendimiento alcanzado después de décadas marcadas por disputas constantes. El máximo responsable de la ONU extendió un llamado a todos los actores implicados a materializar los compromisos asumidos y a mantener un respeto riguroso del alto el fuego acordado en el marco de los Acuerdos de Washington. A su vez, reconoció los desarrollos previos en los procesos diplomáticos de Doha y en el trabajo encabezado por la Unión Africana, concentrados en estabilizar la región de los Grandes Lagos africanos.

La firma del pacto, como detalló Europa Press, ocurrió en un contexto de agudización de la inseguridad en el este de la RDC, región donde el movimiento rebelde M23, con predominancia de combatientes tutsis congoleños, incrementó su influencia. La ofensiva llevó a la ocupación de las capitales provinciales en Kivu Norte y Kivu Sur, intensificando las acusaciones mutuas entre los gobiernos de Kinshasa y Kigali. Las autoridades congoleñas acusaron a Ruanda de brindar respaldo a los rebeldes, mientras que el gobierno ruandés atribuyó a la RDC represalias sistemáticas contra la comunidad tutsi, presuntamente con la colaboración de agrupaciones armadas como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), en su mayoría formadas por exiliados hutus implicados en el genocidio ruandés de 1994, entre otros grupos locales armados.

La mediación encabezada por Washington derivó, según la información proporcionada por Europa Press, en la “formalización de los términos acordados en junio”, según palabras de Trump. Este acuerdo no solo sienta las condiciones para una tregua permanente y el desarme de fuerzas irregulares, sino que además estipula la creación de mecanismos destinados a garantizar que los desplazados retornen de forma segura a sus hogares y a facilitar la rendición de cuentas ante delitos graves cometidos durante los conflictos. Los términos del pacto buscan establecer una base para la reconciliación y la coexistencia estable, con atención prioritaria a la búsqueda de justicia y el restablecimiento del orden social.

El ciclo de violencia y desplazamientos masivos en la región ha ocasionado crisis humanitarias recurrentes caracterizadas por la fragmentación social y el incremento de la desconfianza entre las partes involucradas. La crisis más reciente, de acuerdo con Europa Press, situó a diferentes actores armados en las zonas fronterizas y precipitó flujos masivos de personas obligadas a abandonar sus hogares. El acuerdo cuenta con la aprobación de la ONU y de organismos regionales africanos, que observan en su implementación una posibilidad para interrumpir el patrón de violencia e impulsar una fase de estabilidad política y económica en África central.

Naciones Unidas recalcó, tras la firma, que las fuerzas internacionales seguirán presentes en la zona bajo el mandato de la Misión de Estabilización Integrada de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) y se mantendrán disponibles para apoyar tanto en tareas logísticas como en verificación de compromisos, además de continuar respondiendo a emergencias humanitarias y de seguridad. Stéphane Dujarric, el portavoz de Guterres, amplió esta postura a través de un comunicado formal distribuido a los medios.

Las negociaciones para alcanzar el acuerdo, según consignó Europa Press, se iniciaron a comienzos del año en medio de un escenario marcado por el resurgimiento de enfrentamientos, con acusaciones cruzadas entre los dos países por apoyo a diferentes fracciones armadas. Este marco llevó a agravarse las condiciones humanitarias y a elevar la presión internacional para lograr un entendimiento efectivo mediante el respaldo de potencias como Estados Unidos y la implicación de la comunidad internacional en los procesos de mediación.

El contenido esencial de los Acuerdos de Washington abarca diversas etapas: el cese permanente de las hostilidades, el desarme de actores no gubernamentales, la garantía del retorno seguro para personas desplazadas y mecanismos de aplicación de justicia por crímenes tipificados como ilegales. Entre los objetivos planteados se encuentra la promoción de iniciativas destinadas a la transparencia y a la protección de los derechos de las víctimas de la violencia, así como la creación de un entorno favorable para el regreso gradual de familias desplazadas y la incorporación de excombatientes a la vida civil, reconstruyendo el tejido social afectado por los conflictos.

Según Europa Press, la comunidad internacional reaccionó con expectativas favorables ante este avance, y tanto la ONU como las entidades regionales africanas han expresado su disposición a mantener una implicación activa en las tareas de observación y fortalecimiento de los procesos de paz surgidos tras la firma de los Acuerdos de Washington. El seguimiento de la aplicación de los compromisos y la evaluación de los resultados en términos de seguridad y gobernabilidad ocupan un lugar central en la agenda de la ONU, que remarcó la necesidad de consolidar el respeto de los términos acordados como único camino viable hacia una coexistencia sostenible y estable para la región.

El proceso de reconciliación delineado en los acuerdos establece la reintegración paulatina de comunidades desplazadas y el desarme y desmovilización de efectivos armados, aspectos que, a juicio de Europa Press, resultan cruciales para restaurar la vida comunitaria y política alterada por los repetidos episodios de violencia. La implementación práctica del pacto y el compromiso de las partes involucradas definirán los próximos pasos en la difícil tarea de asegurar la estabilidad y la justicia en África central tras largos años de enfrentamientos y desplazamientos forzados.