Un proyecto busca restaurar el teatro de Riga en el que dirigió Wagner

Quien se para delante no imagina que se trata de un lugar donde se escribió parte de la historia de la música. El edificio del antiguo Teatro Alemán municipal en la ciudad vieja de Riga se ve apagado y pasa desapercibido. 

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Quien se para delante no imagina que se trata de un lugar donde se escribió parte de la historia de la música. El edificio del antiguo Teatro Alemán municipal en la ciudad vieja de Riga se ve apagado y pasa desapercibido. 

Una placa conmemorativa en letón en la desgastada pared exterior recuerda a un tal Rihards Vagners, quien levantó la batuta en el  edificio algo venido abajo de 1837 a 1839. Pero no hay mucho más que recuerde al compositor más famoso de Alemania. El enorme edificio de la capital letona está vacío, la puerta está cerrada.

Esto cambiará ahora. El teatro en el que Richard Wagner (1813-1883) dirigió hace casi 200 años y cuyo diseño le sirvió de inspiración para la construcción del teatro donde se celebra el Festival de Bayreuth va a ser restaurado y abierto al público.

Gracias a cuantiosos fondos, el edificio, varias veces remodelado en la calle Richard Wagner 4, volverá a recuperar su constitución original para convertirse en una especie de centro cultural musical. El costo se estima en 44 millones de euros (43 millones de dólares). La campaña para recolectar fondos para lograrlo continúa a todo vapor, también en Alemania. Si todo sigue según el plan establecido, podría ser reabierto en 2026.

La fuerza motora detrás de este ambicioso y costoso proyecto es Maris Gailis. "Soy un entusiasta de Wagner y creo firmemente en que este edificio tiene un gran potencial cultural y turístico. Esta parte del legado de Wagner, que le fue confiado a Letonia con esta casa, también pertenece al mundo", afirma el presidente de la Sociedad Richard Wagner de Riga, a la que el Gobierno letón le transfirió el histórico edificio en el otoño europeo de 2020 para su restauración. 

Antes de que se hiciera famoso como compositor de óperas, el joven Wagner trabajó como director de orquesta en el teatro de la ciudad, lo que constituye el capítulo más famoso en la rica historia de la casa. Llegó a Riga, que por ese entonces formaba parte del Imperio Ruso, en agosto de 1837, con 24 años, para asumir este puesto y dirigir sobre todo óperas italianas y francesas. Pero este compromiso terminó de forma amarga: las deudas y las peleas con el director del teatro hicieron que el director de Sajonia abandonara la ciudad hastiado después de apenas dos temporadas.

Así y todo, Riga fue una escala importante e influyente en la carrera de Wagner. Allí comenzó con los trabajos para su ópera temprana "Rienzi", que continuó luego en París y que tuvo su estreno en Dresde en 1842. Fue con esta obra que se hizo conocido como compositor.

También "El holandés errante" está irremediablemente asociada con su breve estancia en la antigua ciudad hanseática en el Mar Báltico: al parecer, la huida de Wagner en barco desde Riga hacia Londres junto a su esposa Minna Planer lo habría inspirado para esta ópera.

Sin embargo, la mayor influencia sobre este genio de la música fue la que ejerció el teatro municipal mismo. Su construcción sirvió más tarde a Wagner de modelo para su sala sagrada, el teatro de ópera Festspielhaus de Bayreuth, inaugurado en 1876.

"Los impulsos pioneros para la disposición de la orquesta y las butacas proceden del diseño del teatro municipal de Riga", dice Gailis, refiriéndose al plano histórico de la sala, que también constituye el modelo en el que se basa su proyecto.  

Esta valoración es confirmada por el biógrafo de Wagner Carl Friedrich Glasenapp, quien también es oriundo de Riga. Él también afirma que el compositor recordó el orden ascendente de las butacas asemejando un anfiteatro, la oscuridad del auditorio y el foso de la orquesta del teatro de la ciudad letona. "La idea para el teatro del Festival de Bayreuth ya estaba contenida en estos tres elementos para su futuro constructor", escribió Glasenapp.

Pero de este antiguo interior no queda casi nada. Con el traslado del teatro de la ciudad a nuevas instalaciones, como la actual Ópera Nacional de Letonia, el edificio perdió su importancia a finales del siglo XIX. Desde entonces, ha sufrido numerosas reformas y tuvo muchos usos diferentes. En tiempos de la Unión Soviética se instaló en el edificio una "Sala Wagner", que funcionaba como sala de conciertos para música de cámara, y también albergó en su día una biblioteca, un salón de baile y un club de música, como ilustra Gailis con fotos antiguas.

Sin embargo, desde hace una década y media, el complejo de edificios de unos 5.000 metros cuadrados permanece vacío. La mampostería desmoronada, las largas y gruesas grietas en las paredes, la pintura descascarillada y las manchas de humedad en los techos dan testimonio del mal estado del enorme edificio que se esconde tras la discreta fachada. Sin embargo, el antiguo esplendor sigue siendo reconocible y se manifiesta en la "Sala Wagner" o en la impactante escalera junto a la cual se encuentra un enorme busto de Wagner.

Tras varios intentos infructuosos de renovarlo y darle un nuevo uso, Gailis se propone ahora transformar el edificio en una Casa Wagner con una sala de conciertos y un museo. Los planes para ello vinieron de su esposa Zaiga, una de las arquitectas más conocidas de Letonia.

"Tuvimos en claro desde el principio que queríamos restaurar la sala del teatro tal y como era en la época de Wagner", describe su audaz sueño con los ojos brillantes durante un recorrido. Para lograrlo, quiere conseguir la ayuda de patrocinadores privados y financiamiento público.

La idea no es solo crear un nuevo centro de peregrinación para los aficionados a Wagner, sino también una incubadora para todas las artes y un punto de encuentro para jóvenes artistas. La casa también se convertirá en la sede de la orquesta de cámara Kremerata Baltic, fundada en 1997 por el virtuoso violinista germano-letón Gidon Kremer.  

Para poder concretar el proyecto, este hombre de 71 años utiliza su influencia y experiencia. A mediados de la década de 1990, fue brevemente jefe de gobierno de la nuevamente independiente Letonia, y luego se dedicó a los negocios. Ahora está jubilado y comprometido con la conservación del edificio. 

Gailis, emprendedor y con buenos contactos, consiguió apoyos destacados. Los padrinos son el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, y su homólogo letón, Egils Levits, quienes visitaron juntos la Casa Wagner en febrero. También cuenta con el apoyo de la bisnieta de Wagner y antigua directora del Festival de Bayreuth, Eva Wagner-Pasquier.

Con su proyecto, se logrará devolverle la vida a un "recinto cultural de categoría mundial", según dijo Steinmeier acerca de la iniciativa. "El primer lugar en el que se fue conformando la obra de Richard Wagner podrá volver a ser experimentado como una sala de conciertos", añadió. 

Los wagnerianos de Riga también contarán con ayuda alemana: el Bundestag (Parlamento alemán) aprobó a finales de 2020 fondos para el saneamiento del edificio, con lo que el proyecto ya logró su primera subvención.

dpa