Destruido por el fuego, un pueblo turco renace de sus cenizas

Los incendios forestales en Turquía destruyeron hace un año varias hectáreas de bosque y el sustento de muchas personas. El pueblo de Kalemler quedó en ruinas, y junto a este también la aldea de artistas de Tadah. 

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Casas reconstruidas en Kalemler tras los incendios forestales de 2021, que destruyeron varias hectáreas de bosque y los medios de vida de muchas personas en Turquía. Foto: Anne Pollmann/dpa
Casas reconstruidas en Kalemler tras los incendios forestales de 2021, que destruyeron varias hectáreas de bosque y los medios de vida de muchas personas en Turquía. Foto: Anne Pollmann/dpa

Los incendios forestales en Turquía destruyeron hace un año varias hectáreas de bosque y el sustento de muchas personas. El pueblo de Kalemler quedó en ruinas, y junto a este también la aldea de artistas de Tadah. 

Los mellizos Tao y Doa corren ahora descalzos por la tierra polvorienta, pasando junto a la caravana convertida en su hogar temporal y a dos obras en construcción, su futuro hogar. 

Hasta hace poco más de un año, todo en esta zona del pueblo de Kalemler, en el sur de Turquía, estaba teñido de un verde exuberante.

La pareja germano-turca Till y Deniz Rautert, padres de Tao y Doa, habían construido aquí la aldea de artistas Tadah, donde se reunían pintores, escritores, acróbatas o equilibristas. 

A finales de julio de 2021 se desataron devastadores incendios forestales. En cuestión de pocas horas se quemaron numerosas casas en Kalemler, también Tadah quedó convertida en cenizas y escombros. 

Como prometido por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, comenzó ahora la fase de reconstrucción, aunque bajo condiciones en parte cuestionables. 

Justo a la entrada del pueblo, a 70 kilómetros de la ciudad mediterránea de Antalya, hay una obra en construcción. Aquí se levantan varios edificios de estilo casa de campo, en marrón y blanco, con distintos diseños.

La reconstrucción de Kalemler y otros lugares está a cargo de Toki, la empresa estatal de vivienda.

Un representante de Toki muestra a dpa las obras, pero no quiere dar a conocer su nombre. Explica que solo en Kalemler se han construido 52 casas, la mayoría de ellas a prueba de incendios, y se harán un total de 600 en la capital del distrito de Manavgat.

El funcionario presenta a un hombre que se ha mudado hace quince días a una de las nuevas casas, el que pregunta cuándo se podrán instalar los servicios de agua y electricidad. El representante de Toki le dice que no debería hablar de eso ahora.

También presenta a otros propietarios de nuevas casas en otros pueblos. Todos ellos están muy agradecidos y explican que no han tenido que pagar nada por las nuevas casas. Erdogan había declarado hace un año que el Estado asumiría al menos una parte de los costos.

"Aquí nadie recibe nada gratis", dice un residente. Él tampoco quiere que se publique su nombre. "Todos los residentes que aceptaron la ayuda tuvieron que firmar un contrato al principio, en el que se comprometieron a pagar la mitad de los costos de construcción". Según indica el hombre, los pagos deberán comenzar a hacerse después de unos años.

El problema es que aún no está claro a cuánto ascenderán estos. Mustafa Cansiz, alcalde de la comunidad, lo confirma, y cree que, dependiendo del precio, esto podría llevar a la ruina a algunos residentes.

Cansiz señala que una gran parte de los habitantes de Kalemler vive de la agricultura. Los que menos ganan se encuentran actualmente bajo una gran presión en Turquía. El costo de vida sube de forma constante en el país y la inflación ya se ubica oficialmente casi en un 80 por ciento. 

Según la agencia estatal de noticias Anadolu, hace un año ardieron en Turquía un total de 180.000 hectáreas. Solo en Manavgat ardieron 60.000 hectáreas y murieron varias personas. Las tumbas de las víctimas del fuego se encuentran ahora en el cementerio del pueblo, a pocos metros de la parcela donde se están construyendo las nuevas casas.

El Mediterráneo es un "punto crítico" de incendios a raíz del calentamiento global, afirma el geógrafo Barbaros Gönencgil, de la Universidad de Estambul.

"Pero no se pueden explicar los incendios solo con el cambio climático, porque más del 90 por ciento de los incendios forestales en Turquía es causado de forma intencional o por negligencia", señala.

El Gobierno turco fue criticado el año pasado por no estar bien preparado para combatir la catástrofe y, al principio, también por la falta de aviones hidrantes. Este año parece estar mejor preparado. 

La provincia de Antalya cuenta con cuatro aviones hidrantes y diez helicópteros, sostiene Vedat Dikici, a cargo de la Dirección de Bosques de Antalya. El funcionario precisa que a esto se suman 5.000 efectivos y numerosos vehículos. 

Según explica, los aviones hidrantes fueron alquilados a España y Ucrania para el verano boreal. 

En 2022 también se produjeron ya incendios en la costa mediterránea turca, pero hasta ahora pudieron ser controlados con relativa rapidez.

El matrimonio Olcay vive en un pequeño contenedor desde que se produjeron los incendios el año pasado, a pocos metros de la familia Rautert. También han firmado el contrato, pero, según dicen, la fecha de la mudanza a la nueva casa siempre se pospone. La vida es dura, admiten.

De regreso a la propiedad de Till y Deniz Rautert, lo único que queda de la sala de baile, de casi ocho metros de altura, es el esqueleto de acero. Las ventanas se rompieron en el incendio, y los dos y sus ayudantes pasaron días liberando el terreno de fragmentos de vidrio.

Pero alrededor del esqueleto de acero todo vuelve a brotar. Alrededor de un estanque crecen arbustos de higos, moras y adelfas.

La naturaleza probablemente se regeneraría por sí sola con el tiempo, pero el ecologista Ali Kavgaci afirma que un país pobre como Turquía no puede permitirse ese lujo. La madera talada tras los incendios se vendió, dice, y ahora se intenta reforestar lo más rápidamente posible.

Tao y Doa arrancan dos pepinos de los arbustos. "Solo fue necesario poner agua. Las cenizas fueron, en ese sentido, un superabono", dice el malabarista Till. Los talleres de artistas volverán a celebrarse aquí a más tardar en el otoño boreal de 2023.

dpa