El santuario en Roma de Er Pecetto dedicado a Pasolini

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Entre fotos, recortes de prensa, cuadros, libros raros y sobre todo recuerdos, Er Pecetto, de 79 años, hijo de un zapatero, se considera en Roma el fiel guardián de la memoria del poeta, escritor y cineasta Pier Paolo Pasolini, quien cumpliría 100 años el próximo 5 de marzo del 2022.

El pequeño taller de Silvio Parrello, más conocido con el apodo de Er Pecetto, amigo desde niño de Pasolini, es en realidad un santuario dedicado al gran intelectual italiano cuyas películas son constantemente estudiadas, diseccionadas y sus textos cada vez más analizados y traducidos en todo el mundo.

Situado en la ladera de la colina Monteverde, en el barrio Donna Olimpia, Er Pecetto declama con afabilidad capítulos enteros de la primera novela de Pasolini, "Ragazzi di vita", (Muchachos de la calle, 1955), sobre la vida en los años 50 en los suburbios de Roma, con la que inició su exitosa carrera de narrador y ensayista.

"Conocí a Pasolini aquí en el campo de fútbol, porque él, cuando tenía algo de tiempo libre, venía siempre a jugar fútbol. Es que vivía a trescientos metros de nuestra casa, en via Fonteiana, 86", cuenta Parrello mientras señala una pila de fotografías amarillentas en blanco y negro.

En medio de sus delicadas y alegres pinturas de arte naif, Parrello rememora la jungla de personajes del primer libro de Pasolini, en el que figuraba como uno de los muchachos pobres de esa Roma invadida por gente hambrienta de toda Italia, que intentaba salir de la miseria dejada por la guerra.

"Fue alguien muy importante para la cultura italiana, para la cultura mundial.... Supo adelantarse en al menos medio siglo a los acontecimientos. La vida que estamos viviendo ahora la había descrito varias veces. La escribió y reescribió", explica.

Er Pecetto junto con otros niños como él veían a Pasolini escribir en un cuaderno sentado al borde del campo de fútbol, donde jugaba con ellos o los acompañaba a pasear por el Tíber, cuando el río todavía se podía atravesar.

"Cuando salió el libro la gente del barrio quería golpearlo para darle una lección, pero logramos explicarles que denunciaba una realidad, que nos ayudaba", cuenta.

- Un pequeño Pasolini -

En este año de conmemoraciones, este "chico" de casi 80 años, apasionado por el ciclismo y que los domingos llega a recorrer hasta 150 kilómetros, siente que es el único en la capital italiana que conserva y difunde la memoria de Pasolini, ya que el centro de documentación dedicado a su prolífica obra se encuentra en Bolonia.

Era una "persona incómoda para el poder", resume Parrello, que si bien no tiene títulos de estudio, conoce a fondo los planteamientos de Pasolini contra la economía dominada por especuladores, multinacionales, agencias de calificación, la modernidad individualista, denuncias que sostiene le costaron la vida.

"El crimen de Pasolini fue un crimen de Estado, había denunciado y divulgado los nombres de los instigadores de los atentados de entonces y del asesinato de (Enrico) Mattei", el fundador de ENI, la empresa de petróleos estatal, que competía entonces con las poderosas multinacionales.

"Claro que fue un crimen político", comenta Er Pecetto, quien se unió al coro de voces que en 2010 pidió la reapertura de una investigación sobre el brutal asesinato del reconocido poeta y cineasta en una solitaria playa de Ostia, por el que fue condenado un joven homosexual de 17 años con el que había tenido relaciones sexuales.

"Mis denuncias fueron todas desestimadas", dice Parrello, quien estuvo en el lugar del crimen y está convencido de que Pasolini fue asesinado en una emboscada premeditada ese fatídico 2 de noviembre de 1975 y no por su homosexualidad.

"Yo tengo el coraje de Pasolini. Por supuesto que no tengo su mente, de lo contrario ya me habrían matado. Soy un pequeño Pasolini", confiesa con el mismo tono con el que el poeta y cineasta escandalizaba tanto a los católicos como a los comunistas con su crudo realismo.

kv/mar