WIDER IMAGE-¿Capitulación? El plan del Gobierno español para comprar tierras en el Delta del Ebro irrita a la población local

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(Ensayo fotográfico: Pobladores españoles temen que sus viviendas quedarán a mercerd del mar: https://reut.rs/3vLDSxU)

Por Joan Faus

DELTEBRE, España, 26 oct (Reuters) - Cada vez que una tormenta azota su pueblo en el noreste de España, Marcela y María Cinta Otamendi corren a la costa, de día o de noche, para ver cómo están su restaurante y sus campos de arroz, temiendo que el mar se los haya tragado.

Ese temor se ha acentuado en los últimos años a medida que el Mediterráneo ha ido invadiendo las tierras que su padre compró en 1951 en el Delta del Ebro, una Reserva de la Biosfera de la UNESCO de 320 kilómetros cuadrados, rica en fauna y flora de humedales, como los flamencos.

"No sabemos si pasaremos este invierno", dice Marcela, de 56 años, que quiere que el Gobierno conserve la tierra y se opone a un plan de compra en su lugar, prometiendo luchar en los tribunales.

"Es nuestro negocio, pero también nuestro patrimonio", añadió su hermana María Cinta, de 58 años, que gestiona el restaurante Vascos.

Ante la amenaza de que la subida del mar engulla las costas de las zonas situadas a baja altitud, el Gobierno pretende comprar 832 hectáreas de terrenos privados en el Delta del Ebro, en lo que sería la mayor compra de tierras relacionada con el clima en Europa hasta la fecha, y que incluiría las aproximadamente 40 hectáreas de Otamendi.

Según un plan de protección preliminar que se espera que esté finalizado antes de diciembre, estas compras ampliarían una zona de contención de propiedad pública -hasta 560 metros hacia el interior- a lo largo de la costa, donde la naturaleza seguiría su curso.

El Ministerio de Medio Ambiente dijo a Reuters que había recibido 252 comentarios públicos sobre su plan y que tendría en cuenta el mayor número posible de ellos. Podría aprobarse por decreto, evitando el debate parlamentario.

Madrid no ha revelado su coste.

El plan ha suscitado una fuerte oposición por parte de autoridades y agricultores del Delta del Ebro -donde viven 62.000 personas y los lucrativos campos de arroz representan el 65% de la superficie-, lo que ilustra cómo los Gobiernos están empezando a enfrentarse a decisiones difíciles al tratar de adaptarse a los crecientes riesgos medioambientales.

La asociación Taula de Consens, que representa a los municipios y empresas locales, afirma que la propuesta equivale a una capitulación. Está recogiendo firmas para que el Defensor del Pueblo Europeo investigue lo que califica de inacción por parte de las autoridades.

Algunas zonas del delta forman parte de la red de protección medioambiental Natura 2000 de la UE. Directivos de la Comisión Europea dijeron que no tenían conocimiento del plan de España.

La Taula quiere que se traigan seis millones de metros cúbicos de arena para garantizar la supervivencia de las playas durante 50 años, con un coste de unos 30 millones de euros (35 millones de dólares), dijo su director técnico, Rafa Sánchez, que elogió el uso de arena por parte de Holanda para evitar la subida del mar.

El Gobierno no se ha puesto en contacto con los residentes para informarles sobre las compras previstas, que también afectarían a 97 viviendas de lujo situadas junto a la playa, según la junta vecinal local.

SUBIDA DEL NIVEL DEL MAR

El Gobierno español prevé que el mar subirá unos 15 centímetros en la zona para 2045 y hasta 78 cm para 2081-2100, y pronostica que al menos una playa podría desaparecer para 2060.

El Delta del Ebro está hundiéndose y retrocediendo en algunos tramos debido a la erosión costera provocada por la escasez de sedimentos, acelerada por la subida del nivel del mar y las tormentas más frecuentes e intensas provocadas por el cambio climático, según los científicos.

La punta del delta se redujo 648 metros entre 1986 y 2016, mientras que la playa donde está situado el restaurante Vascos perdió 141 metros, según un estudio de 2018 de la Universidad Politécnica de Cataluña.

El investigador Carles Ibáñez dijo que sin medidas adecuadas el delta se inundará progresivamente, afectando al 70% de su superficie en 2100 si el mar sube hasta un metro entre 1995 y 2014, como prevé el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en su escenario para emisiones muy elevadas.

Cree que eso podría evitarse si se aumentan las estaciones de bombeo de agua, se construyen diques y se modifican las presas río arriba para permitir que llegue más limo a la desembocadura del Ebro.

Otros, sin embargo, dicen que la lucha puede ser inútil.

"El aumento del nivel del mar se está acelerando y no hay mucho que podamos hacer para contrarrestarlo. Una estrategia responsable es trasladar nuestras actividades más hacia el interior", afirma Javier Lloret, investigador del Laboratorio Biológico Marino de Massachusetts.

¿ADAPTARSE O ALEJARSE?

El temor a que el clima extremo acabe con el delta cristalizó en enero de 2020, cuando la tormenta Gloria inundó unas 3.000 hectáreas de arrozales.

Sumergió temporalmente una delgada franja que conectaba el continente con la península sur del delta, que cuenta con una importante llanura salina que se remonta al año 1700.

Fue una llamada de atención para su gestora, Infosa, que ahora pretende construir un muelle de carga de barcos.

"El cambio climático es nuestro mayor reto y amenaza", dijo el director general de Infosa, Manel Salvado.

La tormenta también inundó los campos de arroz de Joan Ferrer, a tres kilómetros de distancia, lo que le costó casi 15.000 euros.

Este hombre de 32 años se enorgullece de ser un agricultor de arroz de cuarta generación, y aunque ha hablado con su mujer de la posibilidad de trasladarse al interior, está participando en un proyecto local para cultivar arroz de alta resistencia a la salinidad.

Y aunque Marcela Otamendi se siente cada vez más extraña en su tierra, que se ha reducido en casi un tercio desde 1993, prefiere no pensar en irse: "Primero tenemos que luchar hasta el límite".

(Reporte de Joan Faus, información adicional de Horaci García, Nacho Doce y Kate Abnett; Edición de Andrei Khalip, Gareth Jones y William Maclean; traducción de Flora Gómez)