La caída de la criminalidad en una Sudáfrica confinada relanza debate sobre la prohibición de venta de alcohol

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Las autoridades de Sudáfrica relacionan la caída de la criminalidad con la prohibición de vender alcohol durante el confinamiento para frenar el coronavirus, lo que ha dado aliento al ministro de la Policía para lanzarse en una cruzada a favor de una 'ley seca'.

Bheki Cele, que acostumbra a llevar sombrero y traje oscuro como los del agente estadounidense de los años 1920 Eliot Ness, lo repite en cada una de sus apariciones públicas: si la criminalidad ha caído desde que entrara en vigor el confinamiento el 27 de marzo es porque las autoridades prohibieron al mismo tiempo la venta de alcohol.

Las estadísticas que presenta son indiscutibles. Desde el 27 de marzo al 4 de abril, el número de muertes cayó de 326 a 94 con respecto al mismo periodo del año anterior. El de violaciones se redujo de 598 a 101, y el de agresiones pasó de 2.673 a 456.

En una Sudáfrica que el ministro Cele había comparado hace dos años a una "zona de guerra", el giro es espectacular.

"Atribuimos estas cifras a la imposibilidad de comprar alcohol", explica.

"Todo el mundo sabe que el alcohol es un factor de criminalidad", insiste el ministro, que añade que "la mayoría de la gente es asesinada o violada de jueves a domingo, y ocurre en los lugares donde se consume alcohol".

En un país situado en la novena posición mundial en consumo de alcohol, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el planteamiento del ministro ha lanzado el debate.

- Sobriedad forzada -

Johan Burger, investigador en el Instituto de Estudios sobre la Seguridad (ISS, por sus siglas en inglés) de Pretoria, reconoce el efecto "criminógeno". Pero prefiere atribuir la reciente caída de la criminalidad a las restricciones de desplazamiento y a la fuerte presencia policial impuesta por el confinamiento.

Burger alerta especialmente sobre "el efecto positivo a corto plazo" del confinamiento en la criminalidad y el peligro de un retorno autoritario a la sobriedad. "Sabemos que la frustración genera comportamientos agresivos", dice.

"Es verdad que la criminalidad disminuyó en nuestro barrio", observa un residente del 'township' de Soweto, que prefiere conservar el anonimato, mientras guarda bajo el abrigo de un paquete de cervezas totalmente ilegal.

"Es duro levantarse por la mañana pensando que no vamos a hacer nada en todo el día", justifica.

La abstinencia obligatoria "puede ser peligrosa", alerta el responsable del consejo sudafricano sobre dependencia al alcohol y a las drogas, Adrie Vermeulen. "Si este abandono (...) no se acompaña de un verdadero seguimiento médico, es realmente desaconsejable", apostilla.

El ministro Cele hizo caso omiso de todos estos argumentos e incluso se pronunció a favor de una prohibición definitiva de la venta de alcohol.

"Me gustaría poder extender la prohibición del alcohol tras el confinamiento", lanzó.

- Moralizador -

Además añadió a su lista negra el tabaco, cuya venta también se ha prohibido durante los 21 días de confinamiento. "Los cigarrillos no son esenciales (...), atacan los pulmones", dijo.

Howard Dembovsky, responsable de la oenegé Justice Project SA, recordó por su parte, en plena crisis económica, que el fisco sudáfricano se embolsaba cada día, en épocas normales, 1,8 millones de euros gracias a los impuestos de la venta de alcohol y tabaco.

Las declaraciones del ministro de la Policía "son estrictamente moralizadoras", juzgó por su parte Shaun Shelly, al frente de un proyecto de lucha contra la adicción a las drogas.

La campaña del ministro también ha irritado a adversarios políticos.

Algunos recuerdan irónicamente que Bheki Cele, despedido de su puesto de comandante en jefe de la policía en 2012 por sospechas de corrupción, no se parece en nada "al incorruptible"” Eliot Ness al que toma de ejemplo.

"Sus comentarios son escandalosos (...), evidencian una deriva autoritaria", denunció Andrew Whitfield, diputado de la Alianza Democrática (DA, oposición), encargado de cuestiones policiales.

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