En la plataforma del último Eurostar antes del Brexit, la hora del adiós simbólico a Europa

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Tanto en la estación de Gare du Nord de París como en Saint-Pancras en Londres, los pasajeros del último Eurostar antes de la entrada en vigor del Brexit el viernes por la noche quedaron marcados cada uno a su modo, entre humor negro y melancolía, por un viaje repleto de símbolos.

"Es el último... antes de mañana, ¿no? ¿No van a destruir el túnel por la noche". Para John Burke, médico británico que pasó algunos días en París por un coloquio, fue necesario "una buena botella de vino francés" para olvidar la amargura del momento. Su colega Rapu Paul se toma la cabeza con las manos al darse cuenta de que partió "ciudadano europeo" y regresa "ciudadano no europeo".

En cuanto a las formalidades, hasta fines de 2020 al menos, nada cambia para los franceses que viajan al Reino Unido ni para los británicos que van a Francia.

Los documentos de identidad de la UE siguen siendo válidos para los viajes hasta diciembre de 2020. Eurostar, que permite desde 1994 viajar entre París y Londres en poco más de dos horas y media, garantiza la "continuidad del servicio".

Pero incluso si nada cambia desde lo logístico, es desde lo simbólico que John Earwicker, un jubilado de Oxford que llevó a un grupo de amigos a visitar París, tiene que hacer frente a la nueva situación. En el momento de ubicarse en la fila para el control de seguridad con el pasaporte aún europeo en sus manos, queda sumergido en la nostalgia.

"Me siento todavía más triste por mis nietos, que no conocerán la libertad de viajar y trabajar que conocimos. Y ni siquiera pudieron votar. Es tan injusto para ellos", dice.

"Bueno, ¿champaña para todo el mundo?", pregunta una de sus amigas intentando poner una cuota de humor para levantar los ánimos. "No, esta noche será más bien una sopa de lágrimas", responde John.

- "Extraño y triste" -

En la Gare du Nord, las escaleras mecánicas de la pasarela que lleva al Eurostar continúan escupiendo empresarios apurados y turistas con valijas repletos de bolsas con compras de último minuto: macarones, vino, queso. Un pequeño gusto de Europa que tiene un sabor particular esta noche.

Lauren Robinson, una abogada de 28 años instalada en París, eligió una tarta de reyes, un producto "100% europeo", para compartir en familia. Un temido regreso a casa.

"Tengo miedo de ver a la gente más bien festejando (por el Brexit). La idea es llegar lo más rápido posible a la casa de mis padres y sobre todo no mirar las noticias", dice esta joven que vive en Francia desde hace 8 años.

Del otro lado del Canal de la Mancha, en el ruidoso hall de la estación de Saint-Pancras de Londres, se vive el mismo sentimiento de extrañeza entre los pasajeros que parten de un país que ya no será europeo cuando bajen del tren en la Gare du Nord.

Para Dominic, que va a encontrarse con su novia en París, es a la vez "extraño y triste" saber que toma el último tren hacia Europa. Este inglés de 27 años votó a favor de permanecer en la Unión Europea en el referéndum de 2016.

Frente al sector de llegadas, se sentó al piano y tocó "Imagine" de John Lennon, el célebre himno de amor entre los pueblos.

Cincuenta metros más lejos, se agita un leve aire festivo en esta noche histórica. "¡Adiós Bruselas! ¡Amén! ¡Esperamos no vernos nunca más!", canta Sally con un pequeño grupo mientras su marido, con una camiseta con los colores de la bandera británica, la acompaña en el piano.

¿Brexiters convencidos? ¡Para nada! La pareja, "completamente pro-UE", decidió buscar la reunificación a través de la música. Tres canciones para los "remainers", tres para los "Brexiters" y "una para todo el mundo".

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