Colombia, peligra la democracia

Gustavo Petro no va a utilizar los mecanismos legales para tratar de citar una asamblea constituyente, sabe que en el Congreso no va a pasar; por ello, lo único que podemos esperar es que, como todo un “dictador de izquierda”, sea a través de las vías de hecho que trate de imponerla

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Gustavo Petro - crédito Juan Diego Cano/Presidencia
Gustavo Petro - crédito Juan Diego Cano/Presidencia

El mismo presidente de Colombia, Gustavo Petro, lo dijo con absoluta claridad. En campaña, cuando un periodista le preguntó si, como presidente, haría una constituyente contestó: “La repetición de esa pregunta tiene como objetivo cimentar en la opinión pública la idea de que están a punto de elegir a un dictador de izquierda. No, yo lo que planteo es aplicar la Constitución del 91″.

Mostró las cartas con claridad; por un lado, dejó ver para dónde iba, como lo hizo Hugo Chávez cuando le preguntaron si se iba a quedar en el poder si era elegido. “No, al contrario me voy antes”, dijo. Afortunadamente, Petro no tiene ni el uno por ciento del carisma de Chávez ni el 5 por ciento de los recursos de la Venezuela de entonces, pues la intención es la misma, quedarse.

Gustavo Petro y Hugo Chávez. Fotos: Colprensa y Reuters
Gustavo Petro y Hugo Chávez. Fotos: Colprensa y Reuters

Ahora viene lo complejo, cómo va a tratar de hacer su constituyente y cómo debemos pararlo. La pregunta de si la hace para quedarse o no es una perdedera de tiempo, pues ya sabemos que el mitómano que ocupa la Casa de Nariño quiere seguir en el poder y, además, nos lo advirtió, como “un dictador de izquierda”.

La Constitución del 91 no nació de una supuesta pataleta de un presidente, como hoy queda claro es lo que Petro quiere. Nace de ‘la séptima papeleta’, un movimiento ciudadano de estudiantes que mezcló dos momentos de la historia del país. El primero, la respuesta ciudadana a la tremenda crisis de violencia que vivía Colombia; el candidato presidencial Luis Carlos Galán había sido asesinado y el narco terrorismo estaba en su apogeo. Y el segundo, la finalización del proceso de paz más exitoso de Colombia, donde tres grupos guerrilleros se reintegraron a la sociedad: el M-19, el EPL y el Quintín Lame.

La Constitución del 91 es un ejemplo de modernidad y de democracia. En medio de la crisis de violencia, Colombia respondía a ella con una profundización de la democracia, contrario a lo sucedido en el cono sur del continente unas décadas antes, donde la dictadura militar había sido la respuesta a ese tipo de violencia. Colombia entonces mostró de qué estaba hecha y reafirmó su historia democrática.

Álvaro Gómez Hurtado, Horacio Serpa Uribe y Antonio Navarro Wolf, los tres presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente. Foto: Estado.co
Álvaro Gómez Hurtado, Horacio Serpa Uribe y Antonio Navarro Wolf, los tres presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente. Foto: Estado.co

Es más, la lista del M-19 a la Constituyente fue la más votada y en su presidencia colegiada estuvo Antonio Navarro, líder de ese grupo que, por cierto, pocos años antes se había tomado el Palacio de Justicia. Colombia entonces le tendió una mano generosa sin precedentes a estos grupos. Un verdadero acto de reconciliación.

No sé qué sentirán las hermanas Pizarro, hoy congresistas, de esta constituyente de Gustavo Petro. Finalmente su padre, Carlos Pizarro, dio la vida por ese proceso que transformó a Colombia. ¿Traicionarán la memoria de un hecho memorable en el que culminó una parte importante de la historia de Colombia de la que su papá fue un importantísimo partícipe? No sé qué sentirán Otty Patiño o Vera Grave, quienes tienen ese sentido de la historia y tienen claro lo que significó esa Constitución luego de una vida de lucha. Hoy recuerdo con claridad la frase de un antiguo miembro del M-19 que me dijo sobre Petro: “sí era parte del grupo pero no era del eme”.

Obvio, Petro es él. Nadie ni nada más. Es su ego y su ambición. Su historia es apenas un peldaño para su objetivo que, nuevamente, dijo con claridad: ser un “dictador de izquierda”.

El presidente Gustavo Petro negó que busque la reelección con una Asamblea Constituyente - crédito Alexa Rochi/Presidencia
El presidente Gustavo Petro negó que busque la reelección con una Asamblea Constituyente - crédito Alexa Rochi/Presidencia

Obviamente no va a utilizar los mecanismos legales para tratar de citar una asamblea constituyente. Sabe que en el Congreso eso no va a pasar. Por ello, lo único que podemos esperar es que, como todo un “dictador de izquierda”, sea a través de las vías de hecho que trate de imponer esa constituyente. Lo deja entrever en su entrevista al diario El Tiempo. Además, eso es coherente con la forma como llegó al poder, instrumentalizando la violencia de la primera línea en los hechos del 2021.

Eso es lo que podemos esperar de nuevo, un bloqueo del país por un pequeño grupo de sujetos violentos armados que, junto con las ‘mingas indígenas’, repiten ese caos que tanto le sirvió a Petro para ser elegido. En medio de ese caos, si los ciudadanos de a pie lo dejamos prosperar, pues la fuerza pública se va a cruzar de brazos, Petro le va a plantear al país la constituyente como una salida. Una minoría violenta con presidente a bordo le tratará de imponer este suicidio político, social y económico a Colombia.

Ya esto sucedió en Chile, y eso que el presidente de entonces, Piñera, era de derecha. Ante los hechos premeditados de violencia que se dieron, y que, no me cabe duda, tenían injerencia de actores extra continentales que actuaban a través de Cuba y Venezuela, Piñera le entregó el país a esa minoría violenta y aceptó una constituyente que, cuando se redactó, acababa con el Chile moderno. El pueblo la rechazó y se inventaron una segunda en la que hasta la derecha participó. De nuevo el pueblo la rechazó, dando una lección de dignidad democrática única en el continente.

La pregunta es, ¿nos vamos a dejar? o nos preparamos para enfrentar un escenario como este. Ya veremos, pero no es momento para timoratos. La democracia y la libertad en Colombia están en juego.