"Dormir bien, un sueño que se puede cumplir". Con ese lema, la Asociación Mundial de Medicina del Sueño expresó en el Día Mundial del Sueño un deseo que se hace realidad para sólo un tercio de la población mundial.
Dormir ocupa la tercera parte de la vida de una persona, por lo tanto, todo lo que lo perturbe o disminuya su calidad estará afectando la salud. ¿Cómo saber si se está durmiendo bien? El primer indicio surge de la cantidad de horas. Una persona debe dormir lo necesario como para despertarse lo suficientemente descansado para mantenerse alerta durante todo el día. El segundo es la calidad del sueño. Los especialistas dicen que es necesario dormir de corrido, sin interrupciones. Estos dos elementos cuando se conjugan generan un descanso verdaderamente reparador.
El sueño es una función fundamental para mantenerse alerta, activo y saludable, mental y físicamente. Mientras una persona duerme, el cerebro permanece "activo" para reparar y reponer el organismo, serenar la mente, estabilizar el humor y afianzar la memoria y el aprendizaje, entre otras cosas. Es entendible entonces que un sueño insuficiente o de mala calidad produzca efectos negativos en la salud tanto en el corto como en el mediano plazo.
"Cuando dormimos mal, al día siguiente empeora nuestra capacidad para prestar atención, para recordar cosas y para aprender. Los efectos a largo plazo aún son objeto de estudio, pero se observó que el sueño de mala calidad se asocia con problemas graves de salud como obesidad, diabetes, debilitamiento del sistema inmunológico, o incluso algunos tipos de cáncer", explicó la doctora Mirta Averbuch, jefa de Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. Y agregó: "Dormir mal también afecta la vida familiar, social y laboral, directa o indirectamente".
div class="embed_cont type_freetext" id="embed79_wrap" rel="freetext">