El cohete Protón, que despegó a las 09:31 horario GMT de las estepas de Kazajistán, transporta una sonda capaz de detectar gases a nivel de vestigios, llamada TGO (Trace Gaz Orbiter), que "será como una gran nariz en el espacio", según explicó el argentino Jorge Vago, responsable científico de este programa para la Agencia Espacial Europea (ESA).
El cohete lleva además un módulo de prueba de aterrizaje, bautizado Schiaparelli, nombre del astrónomo italiano del siglo XIX Giovanni Schiaparelli, célebre por haber observado los llamados "canales" de Marte.
Si todo va bien, tras un viaje de siete meses en el que recorrerá 496 millones de kilómetros, el módulo de aterrizaje se separará de la sonda el próximo 16 de octubre para posarse sobre el denominado "planeta rojo" tres días después.
El módulo Schiaparelli pesa 600 kilogramos, y tiene las dimensiones de un automóvil pequeño. Ante la ausencia de paneles solares, su vida útil será de entre dos y cuatro días, y está equipado con una estación meteorológica básica.
Una vez lanzado el módulo de aterrizaje, la sonda TGO entrará en una órbita elíptica e irá disminuyendo su velocidad para ubicarse en una órbita circular a 400 kilómetros de altitud.
Hacia finales de 2017 comenzará su tarea científica. Equipada con instrumentos europeos y rusos, la sonda TGO buscará vestigios de gases en la atmósfera del planeta, especialmente aquellos con base de carbono, como el metano.
Ese gas interesa le particularmente a los científicos porque en la Tierra aparece en el 90% de los orígenes biológicos, y además su vida tiene una duración limitada. En consecuencia, su eventual detección por la TGO podría ser un posible indicador de la actual presencia de una vida a nivel de microorganismos en Marte.
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