El martes por la noche los diputados no podían creer lo que estaba pasando. Wado De Pedro estaba dedicado a llamar uno por uno a los diputados para pedirles solidaridad con la Presidente saliente a través de una manifestación inequívoca, a saber, la ausencia en el recinto del Congreso durante la jura del Presidente entrante.
Enterados del motivo de la llamada, fueron varios los que decidieron directamente no atender el celular, evitando tomar cualquier compromiso. "¿Pero qué locura nos están pidiendo ahora?", se quejó uno de ellos por lo bajo. "¿Quiere que nos inmolemos con ella?", preguntó otro, también sin decírselo al Secretario General en ejercicio. Sí, claro, eso es lo que el kirchnerismo espera.
La reacción de Cristina desde que se reunió con Mauricio Macri en Olivos sin aceptar una transición normal, ni siquiera una foto, mucho menos la realización de una conferencia de prensa en el predio, es analizada desde la psiquiatría donde, sin duda, pueden encontrarse las claves de una personalidad que insiste en negar los datos más elementales de la realidad. Pero también estamos obligados a realizar una lectura política.
El kirchnerismo es un modelo político que consolidó su poder dividiendo a los argentinos con una eficacia notable, desplegando una nueva etapa de la guerra interna que cruza la historia de nuestro país, aunque esta vez con un final de ciclo inédito, ya que el proceso que viene busca incluir a todos, incluso a los que se van.
Fuera del poder, a Cristina no le queda otra que blindar su retirada con el Frente Para la Victoria (FPV), ya que queda expuesta ante la justicia que maltrató durante años y que tiene iniciadas causas con graves denuncias por corrupción sobre ella y su familia más directa. Para resistir, además de estar dispuesta a perder algo de su incalculable fortuna para defenderse, necesita una fuerza política con capacidad de cuestionar al poder que inicia mañana su mandato.
En la conferencia de prensa que realizó este miércoles el bloque de Diputados del FPV al frente de Héctor Recalde, quedó evidenciada esa vocación beligerante, porque se necesita que la fuerza política que hasta hoy es oficialismo oculte su debilidad y funcione como una infantería que logre blindar a la jefa ante los difíciles tiempos que vienen.
Por supuesto que a Cristina no le importa si el peronismo tiene alguna capacidad de recomponerse ni cuándo. Para proteger su retirada, está dividiendo al peronismo entre los que están con ella y todos los demás, que ya son calificados como traidores. Por eso este miércoles mismo hubo diputados y senadores que anunciaron públicamente que estarán presentes en la jura de Macri. Son, más o menos, los que pretenden una fuerza opositora con capacidad de hacerse cargo de las nuevas demandas de la sociedad, para disputar el poder en las próximas elecciones. Pero la Presidente saliente ya no le importa el poder. Su obsesión es organizar una fuerza política con la que enfrentar mejor las exigencias que vendrán demasiado pronto desde Comodoro Py.
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