Obsesión y acoso: la historia detrás del brutal crimen en la confitería de Caballito

El sábado un hombre citó a una mujer en un restaurante, la mató a puñaladas y luego intentó suicidarse. Según se supo, se conocían desde hace más de 30 años, nunca fueron pareja pero la venía hostigando desde que supo que estaba separada

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Gabriela Parra

, una mujer de 49 años, fue brutalmente asesinada el sábado pasado en una confitería del barrio porteño de Caballito. El homicida, identificado como

Alejandro Bajeneta

(52), una vez que la mató, escapó del lugar y empezó a acuchillarse para terminar con su vida. No lo logró y ahora se debate entre la vida y la muerte en el hospital Durand.


Inicialmente se pensó que ambos habían sido pareja, pero según se supo, en realidad se conocían desde el secundario, pero jamás estuvieron juntos. Gabriela se había separado de su esposo y él, al enterarse de la ruptura, reanudó el contacto para conquistarla. Sin embargo, todo se transformó en una historia de obsesión y hostigamiento. Para ponerle fin, ella aceptó la cita de Bajeneta en la confitería en la que el sábado él terminó degollándola con un cuchillo.


La mujer, previendo que algo podría ocurrirle, fue acompañada al restaurante por un amigo. Pidió sentarse en una mesa a la vista de todos. El mozo que la atendió reveló que la víctima llegó primero. "Me pidió una mesa junto a la ventana. 'Quiero que me vean de afuera y yo poder mirar para afuera', me dijo. Se quedó ahí. Mi turno terminaba a las 16, cuando me fui el hombre no había llegado. A ella no la conocía, no era habitué del bar", relató.


Según publicó Clarín, Bajeneta, que trabajaba de taxista, acosó a Parra por lo menos durante los últimos tres meses. De acuerdo con una fuente del caso, ella decidió reunirse con él para terminar con el hostigamiento. Lo que está claro es que no estaban casados ni eran novios, aunque se conocían desde hacía mucho tiempo. En el Juzgado están pendientes de la evolución del estado de salud del asesino.


Los testigos relataron que Parra y Bajeneta discutieron aunque sin llamar la atención de los otros clientes. Ella se levantó de la silla y él le asestó siete puñaladas, una en el cuello, que fue la que terminó con su vida. Después, el hombre atravesó el vidrio del bar.